Debido a los altos niveles de estrés a los que estamos sometidos, muchos ignoran que el silencio podría ser un aliado en su salud.

Casi sin notarlo, muchos podemos estar sumidos en estrés debido al ruido al que estamos sometidos y a la falta de silencio que hay durante el día.

Esto, sumado a la agobiante vida que se mueve entre el trabajo, las preocupaciones familiares y la incertidumbre frente a una pandemia que evoluciona cada vez que parece llegar a su fin, hace que todo se vea como un mar de estrés sin fin.

De hecho, a inicios de año la consultora internacional IPSOS para el Foro Económico Mundial determinó que en Chile el 56% de la población empeoró el estado de su salud mental desde el inicio de la pandemias.

Frente a este escenario, muchos buscan métodos para poder aliviar el nivel de estrés mental entre consejos de respiración, terapias y más.

De hecho, la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos recomienda prácticas como el taichí, yoga, la relajación progresiva y la meditación en silencio.

Pero existe otra terapia alternativa que no es tan popular: la Terapia del Silencio.

¿Qué es la Terapia del Silencio?

Esta práctica consiste en eliminar todo tipo de ruido para sumergir a la persona, por unos minutos, en un ambiente de calma y silencio absoluto.

Esta simple acción relaja el cerebro y le permite descansar para poder pensar con mucha más claridad.

Algunos de los beneficios son:

  • Disminuye los niveles de depresión y ansiedad.
  • Reduce los niveles de estrés.
  • Ayuda a relajarse y a pensar con más claridad.
  • Contribuye a reducir las probabilidades de sufrir enfermedades cardiovasculares.
  • Ayuda a conciliar el sueño y a tener un sueño de mayor calidad.
  • Mejora los niveles de concentración.
  • Reduce la tensión muscular.
  • Ayuda a regenerar hormonas
  • ¿Cómo funciona?

    Este hallazgo de los beneficios del silencio ocurrió casi por accidente. En 2006, el doctor y músico Luciano Bernardi, realizó una investigación donde buscaba encontrar la relación entre los efectos de la música, el sistema circulatorio y el cerebro.

    En sus hallazgos se dio cuenta que, en los minutos de descanso entre canciones, el cerebro disminuía los niveles de estrés.

    Entre las canciones además añadió una pista silenciosa, donde aseguró que “a diferencia de la música, el silencio y la línea de base mostraron reducciones progresivas en la frecuencia cardíaca y otras variables, lo que indica una relajación progresiva”.