Las creencias limitantes son un tipo de pensamiento que están arraigados en el inconsciente y que se transforman en una barrera para explorar las posibilidades que se nos presentan diariamente.

Básicamente, éstas contienen juicios previos que repercuten directamente en lo que podemos o no lograr en determinadas situaciones.

En su mayoría tienen una connotación poco positiva, puesto que nuestra mente genera una realidad paralela a lo que está ocurriendo, basándose en ideas preconcebidas acerca de las situaciones, personas o relaciones.

Esto causa que dejemos de realizar o decir algo por temor a que el resultado no sea lo que esperamos.

¿Cómo reconocerlas?

Paula Hormazábal, psicóloga clínica especialista en psicoterapia femenina y temáticas de género señala que “desde el punto de vista de la psicología cognitiva podemos entender que las creencias limitantes son distorsiones cognitivas arraigadas en el inconsciente, por tanto su nivel de profundidad va a determinar el trabajo que debemos realizar para erradicarlas de nuestra mente”.

En este sentido, podemos mencionar que existen las creencias del “tipo polarizado” , que nos hacen ver las situaciones desde lugares antagónicos sin punto medio, lo que produce que no seamos capaces de flexibilizar nuestra posición o modificar nuestro punto de vista.

Por otro lado, se encuentra la “sobre generalización” que se traduce en teñir toda una experiencia en base a un hecho puntual que podría haber salido no tan bien como lo pensamos.

Mientras que la “racionalización emocional”, provoca que sostengamos juicios muy duros hacia nosotros mismos, basándonos sólo en cómo nos sentimos frente a las situaciones de nuestra vida, es decir, si algo nos genera tristeza o frustración vamos a pensar que todo lo que hacemos es negativo.

Las creencias limitantes afectan nuestro día a día

Cada “creencia imaginaria” nos impedirá cumplir con nuestras metas, ya que al no ver la realidad objetivamente nos costará tomar contacto con nuestro verdadero potencial.

“Al ser construidas a partir del miedo, cargamos nuestros pensamientos con experiencias emocionales y relaciones traumáticas de nuestro pasado, creando de manera inconsciente una imagen de insuficiencia de nosotros mismos que muchas veces no es un reflejo de la realidad”, explica Paula Hormazábal.

¿Cómo trabajar en ellas para derribarlas?

La psicóloga indica que el primer paso es identificarlas. ¿Cómo? Haciéndonos conscientes de qué patrones repetimos para obtener los mismos resultados que nos provocan frustración.

“Esto nos lleva a resignificar cada una de las situaciones de un modo más amplio, permitiéndonos cambiar la forma en que nos contamos las historias y así transformar nuestro diálogo interno”, aconseja.

Paula Hormazábal, entrega tres pasos sencillos para comenzar este camino:

1. Escribir nuestros miedos y cómo estos han paralizado nuestra capacidad de hacer.

2. Luego tomar acción primero en pequeños cambios, para que veamos los resultados y estos nos animen a hacer transformaciones más grandes.

3. Finalmente poner mucha atención a cómo nos hablamos, de modo de eliminar poco a poco juicios acerca de las cosas, situaciones o personas.

La especialista en psicoterapia femenina y temáticas de género, enfatiza que estas recomendaciones nos ayudarán a ir desarrollando un espacio dentro de nosotros para estimular la autoestima y de esta manera ser capaces de lograr todo aquello que nos proponemos sin sabotearnos.

Finalmente podremos asignar cada pensamiento a su lugar real, observando nuestras posibilidades desde una perspectiva más objetiva y con ello superaremos las polaridades de nuestras ideas, así como también las ambivalencias en el miedo a tomar de decisiones sin el apoyo de otro.