Desde que era muy pequeña, la nutricionista Fran Sabal enfrentó problemas con el círculo vicioso de la comida, el peso, el cuerpo y la autoestima. Pero lejos dejarse hundir por ello, comenzó a estudiar y descubrir soluciones para salir adelante.

Así descubrió que “la forma en que comía no era más que el reflejo de lo que sucedía en mi interior y que sería imposible verme bien por fuera, si no me sentía bien por dentro”.

Fran se especializó en nutrición, pero desde una perspectiva mucho más profunda e integral. Pero eso no fue todo, ya que sus investigaciones la llevó a crear la Escuela de Nutrición Emocional, practica que define como “comenzar a trabajar los temas del peso, del cuerpo y el bienestar a través de la gestión de las emociones”.

“La terapia cognitiva conductual muestra que, así como pensamos, sentimos; así como sentimos, actuamos; y así como actuamos son nuestros resultados”, explicó a BioBioChile.

La Nutrición Emocional, además de trabajar la parte física, trabaja la parte mental y emocional, “porque no somos simplemente un cuerpo ni una talla ni un número en una balanza”.

Hoy su conocimiento está inserto en un libro que lleva el mismo nombre. “Para mí es una puerta hacia una nueva forma de ver y vivir la nutrición, entendiendo que no se trata solamente de nutrir nuestro cuerpo con alimentos, sino que también con nuestros pensamientos y emociones, ya que son ellos los que finalmente nos llevan a comer como comemos”, explicó.

Conócete

Para Fran lo más importante es entender lo que estamos haciendo. “Si comenzamos a indagar qué nos lleva a comer como comemos, qué estamos buscando en la comida y qué queremos conseguir con ello, lograremos sanar la relación con los alimentos y con nuestro cuerpo, ya que podemos ver que han sido solo reflejo de algo mucho más profundo que necesitamos ver y sanar”, sentenció.

¿Queremos escapar de algo? ¿Necesitamos calmarnos? ¿Nos sentimos solos y queremos llenar ese vacío? ¿Tengo tanta rabia que no sé cómo gestionarla? ¿Tengo una pena profunda? Esas son algunas de las preguntas que Fran recomienda hacerse.

La comida tiene la función de nutrirnos, no de anestesiarnos ni de solucionar nuestros problemas, con lo cual, al aprender nuevas herramientas de gestión emocional, podremos devolver a la comida el lugar que le corresponde y así resolver lo que necesitemos resolver, desde el fondo y no utilizando parches, como son los alimentos”, agregó.

Hambre real vs hambre emocional

“El hambre real sería el que se conoce como hambre celular. Esto se debe a que una de las funciones principales que tienen los alimentos para nuestro cuerpo es entregarnos nutrientes para mantener todos nuestros órganos y sistemas, los cuales obtenemos de las proteínas, grasas saludables e hidratos de carbono en su manera natural, no procesada ni refinada”, explicó la nutricionista.

Aquí la clave está en aprender a escuchar las señales del cuerpo para tener una relación saludable con la comida. “Es importante también que, más allá del hecho de qué estamos comiendo, descubramos qué nos está llevando a comer de esta manera ya que nos permitirá hacer cambios profundos”, reiteró.

“Muy pocas veces nos detenemos a observarnos cómo nos estamos sintiendo a la hora de elegir nuestros alimentos”, añadió.

De hecho, existen algunas preguntas sencillas que pueden marcar una diferencia:

– ¿Qué estás pensando antes de comer?
– ¿Qué te dices?
– ¿Cómo te estás sintiendo?
– ¿Realmente estás acudiendo a la comida para alimentarte o estás buscando anestesiar alguna emoción?

Tomarse algunos segundos, también sirve para dejar sentir culpa por optar por no llevar un estilo de vida mejor. “Si indagamos un poco más en esto, socialmente ¿Qué merece un culpable? Un castigo. Con lo cual, y generalmente de manera inconsciente, al sentirnos culpables por lo que hacemos o dejamos de hacer, nos castigamos, y una de las formas más comunes que elegimos es el exceso de comida, y así seguimos dañando nuestra salud, autoestima, peso e imagen”.

La comida y ansiedad

Muchas personas buscan refugio en la comida tras un día estresante o ante un ataque de ansiedad y “el hecho de que recurramos a la comida cuando sufrimos ansiedad o estrés se debe a su facilidad para adquirirla”.

“La comida tiene un efecto sobre nuestro cerebro similar al que producen las drogas, lo cual nos genera una felicidad momentánea que consigue, en ese momento en particular, nos olvidemos de todo aquello que nos hace sufrir”, afirmó Sabal.

“El problema está en que, a largo plazo, estamos ‘enganchados’ a la comida, y no solo no curamos la ansiedad ni el estrés, si no que ganamos peso y perdemos salud. Es importante que miremos de frente a los sentimientos que nos producen ansiedad y estrés, que sepamos
de dónde vienen y por qué. De esta forma conectamos con nuestra propia sabiduría interior y seremos capaces de encontrar soluciones a aquello que nos preocupa, sin tener que recurrir a la comida u otras cosas que hacen que evitemos pensar en lo que realmente nos atormenta. Tenemos que sanarnos y cuidarnos, para no utilizar la comida como una vía de escape”, dijo.

Cómo mantenernos

Quizás una de las cosas más difíciles a la hora de los cambios en mantenerse en el tiempo, especialmente, porque es un proceso que va a requerir de tiempo.

“Por ejemplo, no se trata de dejar de comer pan, sino que cambiarlo a un pan integral, ni de dejar de comer fuera, sino que buscar la mejor alternativa y la más saludable para nosotros”, aconsejó Fran.

“La idea es que sea algo progresivo donde cada vez nos vayamos informando más, tomando más conciencia a cerca de la importancia de nutrirnos bien, y pudiendo
hacer los cambios de manera progresiva según las posibilidades de cada uno”, aseveró.

Para la nutricionista, la mejor forma de establecer un estilo de vida saludable es comer de todos los alimentos, pero de manera inteligente, es decir, “elegirlos siempre de la forma más natural posible, de la mejor calidad y, por supuesto, en las porciones adecuadas, ya que saludable no es sinónimo de libre consumo”. Así como entender nuestra relación con la comida, y entender que su papel es únicamente nutricional y no la de ayudarnos a sentirnos mejor cuando tenemos un mal día.