Sentir dolor puede advertirnos de ciertas situaciones o peligros que nos ayudan a sobrevivir como especie humana. Sin embargo, si una persona tuvo una fractura o herida y el dolor continúa luego de que se recupera de esa lesión o si el dolor persiste más allá de tres meses, se está frente al dolor crónico.

Debido a su carga en la sociedad, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó el año pasado la nueva clasificación internacional de enfermedades (CIE-11), que define el dolor crónico como una enfermedad propiamente tal y no como síntoma, lo cual permite visibilizarlo e impulsar políticas de salud en instituciones públicas y privadas.

Para entender la magnitud del problema, se estima que el dolor crónico afecta entre un 20% a 50% de la población mundial. De acuerdo con el primer estudio de prevalencia del dolor crónico en Chile, efectuado por la Asociación Chilena para el Estudio del Dolor y Cuidados Paliativos (ACHED-CP), se estima que un 40% de los chilenos vive con dolor crónico a diario.

A medida que el dolor crónico es más severo y aumenta en intensidad, va impactando de mayor forma en la calidad de vida de las personas. El estudio de la ACHED afirma que genera irritabilidad (76.9%), interfiere con las actividades diarias (74.5%), así como genera consecuencias de forma moderada a severa en el autocuidado (72.1%), actividades sociales (70.1%), trabajo (69.4%), ánimo depresivo (68.8%), capacidad para caminar (66.6%), sueño (65.3%) y actividad sexual (56.8%).

El Dr. César Cárcamo, Presidente de la Asociación Chilena para el Estudio del Dolor y Cuidados Paliativos (ACHED-CP), explica que el dolor debe manejarse a tiempo, para evitar que pase de agudo a crónico.

“Si el dolor se maneja en los tres primeros meses de aparición se puede evitar que cambie a una fase crónica. Si pasa más tiempo se hace más difícil manejarlo y, por otra parte, si el dolor ya es crónico y no se trata, entonces surgen las consecuencias secundarias como insomnio, depresión, irritabilidad, enclaustramiento, que son los efectos psicosociales”, indica el Dr. Cárcamo.

El derecho a vivir sin dolor

“Es importante que la población sepa que tiene derecho a no tener dolor. Por lo tanto, tiene que exigir un manejo del dolor y en la atención primaria debieran derivarlo a unidades especializadas para hacer un buen manejo de éste”, señala la Dra. Carolina Valdebenito, Presidenta de la Sociedad Médica Chilena de Cuidados Paliativos.

En el caso de los pacientes con cáncer, el dolor es uno de los problemas que más afecta su calidad de vida: se presenta como producto de la enfermedad, pero de ninguna manera debe aguantarse ni tolerarse en casa.

“Las personas con este tipo de dolor no duermen bien, no comen, no se alimentan y eso altera toda la dinámica familiar. En general, tienen una calidad de vida pésima y eso también impacta a todo el núcleo familiar. Toda la familia se enferma cuando hay un paciente con dolor”, indica la Dra. Valdebenito.

Además, enfatizó el hecho de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció expresamente los cuidados paliativos en el contexto del derecho humano a la salud. “Todos los países firmaron y se comprometieron a tener políticas asociadas a los cuidados paliativos. Un país tiene que dar las garantías de dar la disponibilidad de las terapias que permitan tratar a los pacientes”.

En relación a ello, Francisco Vidangossy, Director de la Fundación Cáncer Vida, señala que “si bien contamos efectivamente con acceso al tratamiento del dolor, es importante preguntarnos y revisar con qué se alivia el dolor y qué herramientas tenemos para ello ya que en el mundo se han desarrollado tecnologías sanitarias que pueden ser mucho más eficientes para enfrentar este proceso humano. Se debe revisar si están adecuadas a lo que hoy en día se requiere para un paciente con dolor, ya sea oncológico u otro”.

Igualmente, indica que “es de vital urgencia que se reconozca la especialidad de médico paliativista como tal, dentro de la formación académica. Deben tener una formación acorde”.

Humanizar el dolor

Como expresa el Director de la Fundación Cáncer Vida, “no se trata sólo de un fármaco o un médico. Se trata de un ser humano que sufre y que requiere humanizar el dolor. Es decir, que se conecten con él las personas que él requiere para apoyar el proceso del cáncer y eso incluye el manejo del dolor. Humanizarlo es enfocarse en el ser humano, que tiene diferentes aristas. El dolor es una señal importante que indica que algo pasa, pero muchas veces lo ‘apagamos’. Al contrario, hay que fijarse de dónde viene ese dolor, cómo es, describirlo para después poder explicarlo”.

Importancia de un manejo integral

Por su parte, Jazmine Fernández, enfermera coordinadora de servicios médicos de la Fundación Nuestros Hijos, comenta que “para una buena calidad de vida del paciente infantil oncológico y su familia, es fundamental mantenerse sin dolor. Es así como en la Fundación Nuestros Hijos -dentro de su Programa de Apoyo a los Cuidados Paliativos- contamos con un equipo de profesionales, entre ellos, fisiatras, kinesiólogos, terapeutas ocupacionales y fonoaudiólogos, que con sus terapias aportan eficazmente al alivio del dolor. Junto con esto, la medicina integrativa es fundamental para los niños con cáncer ya que la reflexología, el arte terapia, aromaterapia y musicoterapia les ayudan mucho a aliviar sus dolencias”.