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Ministra de la Suprema sufrió daño sicológico porque su perra "Olivia" fue mordida en barrio El Golf

15 septiembre 2019 | 04:00

El pasado 9 de septiembre, el ministro de fuero Hernán Crisosto dictó una particular resolución. En 18 páginas y 43.534 caracteres escritos, condenó a la abogada María Eugenia Nazal a pagar 1 millón de pesos -y las costas del juicio- por haber causado daño sicológico y emocional a la magistrada de la Corte Suprema, Ángela Vivanco.

La decisión de Crisosto se basó en una demanda presentada por esta última, debido a que su perra “Olivia”, fue mordida por “Mika”, la mascota de Nazal. Ambos animales pertenecen a la raza Schnauzer.

El dictamen -que publica la Unidad de Investigación de Radio Bío Bío– da cuenta de una dura discusión callejera entre ambas mujeres a raíz del incidente, como también la concurrencia de una patrulla Carabineros para levantar un acta donde se establecieron las lesiones de “Olivia”.

Asimismo, constan análisis sicológicos sobre el estado de salud emocional de la magistrada y cómo la mordida afectó también a su entorno familiar, toda vez que Olivia -se lee en el fallo- tiene miedo de salir a la calle con su dueña. Eso sin contar que ninguno de los testigos que presentó Vivanco en el juicio vieron la agresión y sus declaraciones se basaron en los hechos que la propia ministra les relató.

Esta es la historia de una pelea de perros.

El azar

El 28 de junio de 2018, Vivanco paseaba a su perra “Olivia” por el barrio El Golf.

Sin embargo, ese día el azar le jugó una mala pasada. Un perro de raza similar cruzó la calle de manera imprevista, ladrando con violencia canina y alcanzó a morder una de las patas de “Olivia”, causándole heridas de mediana gravedad.

Lo que pudo ser solo un incidente perruno, derivó en una áspera discusión entre ambas mujeres que de seguro fue observada por los transeúntes que a esa hora también paseaban a sus mascotas.

Vivanco consideró que el hecho no podía quedar así, que la ley que obliga a la tenencia responsable de animales debía cumplirse a cabalidad.

Tomó su teléfono y llamó a Carabineros. Los funcionarios llegaron rápidamente y constataron las heridas de “Olivia”, levantaron un acta y se inició un proceso en el Juzgado de Policía Local.

Nazal, la dueña de “Mica”, fue condenada en un proceso infraccional a pagar 20 Unidades Tributarias Mensuales (980 mil pesos), ya que no tomó los resguardos para evitar que su perro actuará con violencia en contra de otro animal.

Vivanco quedó con secuelas sicológicas que se transmitieron a todo su grupo familiar, argumentó ante en el juicio civil tramitado por Crisosto. Tanto así, que el día del ataque llegó llorando a su departamento por la herida que sufrió “Olivia”.

Pese a la sanción pecuniaria que enfrentó Nazal, la magistrada buscó ser resarcida, presentando una demanda para que esta última pagara los gastos en que incurrió en sanar a “Olivia”, pero también “por daño moral”.

Atendido que Vivanco es una magistrada de la Suprema, el juicio debió ser tramitado por un ministro de fuero de la Corte de Apelaciones de Santiago. El designado fue Hernán Crisosto.

En el libelo civil, Vivanco pidió el pago de 1 millón de pesos por los trastornos que a nivel sicológico y familiar produjo el ataque de “Mica” a “Olivia”. También solicitó que a la abogada Nazal le aplicaran una “expresa y ejemplificadora condena en costas”.

Realismo mágico

El juicio se inició y Vivanco presentó a sus testigos, con cuyos testimonios buscó que el ministro probara que emocionalmente se vio afectada por el hecho. Lo particular es que ninguna de las personas que declararon en favor de la magistrada presenció el incidente entre ambos perros y solo escucharon la versión de la ministra.

Andrés García Huidobro, colega de universidad con Vivanco, aseguró que ella le comentó la situación. A partir de esos dichos, asumió que el incidente canino le había causado “daño moral”, describiendo las características conductuales del animal.

“Olivia es bastante activa, cariñosa y afable (…) es parte de la familia, parte del núcleo. De un tiempo a esta parte es más tímido, miedoso (…) no quiere salir a pasear. Los animales no pueden decir lo que les duele y tampoco hay cómo consolarlo y eso genera impotencia”, declaró.

El conserje del edificio donde reside Vivanco testimonió: “El día del incidente ambas (Vivanco y su hija) lloraban. ‘Olivia’ es la mascota de la familia. A la perrita la conoce (escribió Crisosto) como hace cinco años y es la alegría de la casa. La vio muy mal, se refiere a que tuvo daño sicológico (…) la vio llorando, histérica (…) y los siguientes días también la vio mal, triste, apenada, como nunca la había visto”.

Cristián Olguín, quien hizo “buenas migas” con Vivanco en su empresa automotriz, supo que “Olivia” fue “mordida en su patita”. Ambos tienen un perro de la misma raza, por lo que conversaron y en ese contexto se enteró. “Se notó que era un tema que le afectaba”, dijo. Por ello, no volvió a tocar el asunto, explicó. En todo caso, Olguín ni siquiera sabe dónde vive la magistrada en el barrio El Golf, según el fallo.

Los testigos no fueron las únicas pruebas aportadas al juicio. También incluyó un documento del Kennel Club dando cuenta del pedrigree de “Olivia”, el certificado de un sicólogo donde estableció que Vivanco se vio afectada emocional y mentalmente.

¿Dar la razón?

La dueña de Mica se defendió. María Eugenia Nazal, si bien reconoció el hecho, indicó que la versión de su contraparte estaba, al menos, inflada.

Explicó que 1 millón de pesos por daño moral se contraponía a fallos por situaciones similares. De hecho entregó variadas resoluciones de otras causas por ataques de perro a humanos, donde el monto era sustancialmente menor.

El magistrado Crisosto no tomó en cuenta las alegaciones de Nazal y falló el 9 de septiembre pasado en favor de Vivanco, que al mismo tiempo tiene un rango superior a este último en el Poder Judicial y que además deberá calificar su desempeño.

“La apreciación económica es discrecional del juzgador”, escribió el ministro de fuero y resolvió que 1 millón de pesos por daño moral era lo justo, toda vez que Nazal deberá pagar las costas del juicio, las que aún no están definidas. En todo caso, el fallo puede ser apelado.

Después de enterarse del dictamen, “Mika” también está triste.

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