El estudio internacional “Un año del Covid-19” (2021), elaborado por Ipsos, determinó que a nivel global un 45% de los adultos aseguran que su salud mental y emocional ha empeorado en el último año. De los 30 países encuestados, Chile se ubica en el segundo lugar con mayor estrés, promediando un 56%.

Estas cifras son preocupantes porque el estrés puede llegar a afectar nuestro ánimo, ciclos del sueño y hasta la salud física, con consecuencias directas en cómo nos relacionamos diariamente.

Es sabido que el ejercicio sistemático es una forma de disminuir el estrés gracias a la liberación de las endorfinas, conocido como la “hormona de la felicidad”. Sin embargo, los chilenos aseguran que practican poco deporte, duermen mal y se sienten estresados, según un estudio publicado este año por Activa Research y Worldwide Independent Network of Market Research.

Comparado con la versión 2021 del mismo reporte, no sólo existe una disminución en la cifra de chilenos que se consideran saludables, sino que además Chile destaca como uno de los países que presenta el mayor número de población que se siente poco saludable.

Para disminuir la cantidad de estrés, necesitamos contar con espacios de autocuidado, y para esto requerimos de tiempo. Aquí es donde debemos tomar conciencia desde las empresas y entregar beneficios que no sólo aumenten el estándar laboral, sino que también de calidad de vida.

Es importante que las compañías impulsemos acciones en torno a la conciliación de la vida laboral, familiar y personal y, en ese contexto, son vitales la implementación de la Norma Chilena 3262 y las 40 horas semanales, con el propósito de mejorar la calidad de vida de los trabajadores y su productividad.

Pero contar con más horas de descanso no es suficiente: debemos trabajar por un ambiente laboral sano. Necesitamos avanzar fuertemente para erradicar los sesgos inconscientes y potenciar la equidad en materia de liderazgos, fomentando el desarrollo de los talentos diversos, empujando un ambiente laboral equilibrado y donde prime la corresponsabilidad y el respeto.

Podemos liderar la transformación cultural desde las empresas y generar un impacto positivo en nuestros colaboradores. Esto implica un proceso constante de innovación, donde se promuevan políticas y prácticas que, por un lado, igualen la cancha entre los colaboradores y, por otro, permitan la merecida desconexión y conciliación de las vidas laborales y personales. Con estas medidas no sólo ganan los colaboradores o las empresas, sino que ganamos todos como sociedad.

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