Cada 12 de junio Chile conmemora el Día Mundial Contra el Trabajo Infantil, iniciativa que surge en 2002 desde la Organización Internacional del Trabajo (OIT) con el propósito de dar a conocer el alcance del problema y promover iniciativas para resolverlo con la participación de los Estados, las empresas, la sociedad civil y la ciudadanía.

Cuando se habla de trabajo infantil, puntualizamos al conjunto de labores que son peligrosas para el bienestar físico, psicológico, salud, esparcimiento, juego, vida cultural, descanso de niños y niñas, entre otras. Son tareas que impiden o afectan su escolarización y que reproducen los roles de género especialmente en el caso de las niñas.

En Chile un gran número de niños ejercen trabajos domésticos, seguramente los índices aumentaron con el fenómeno migratorio que se suma a la complejidad de esta problemática social. Considerando, además, que estas acciones se encuentran invisibilizadas y conlleva a que los niños y niñas sean mayormente vulnerables a la explotación e historias de abusos con mayor frecuencia.

La erradicación de estas prácticas nocivas deben considerar un trabajo intersectorial, multidimensional, con la participación de la sociedad civil, desde un enfoque de derecho y de género.

Considerar como fundamental las acciones de las comunidades escolares, quienes pueden detectar casos a tiempo de la deserción de sus estudiantes, sensibilizar y fortalecer a las familias para que sus hijos no trabajen.

También debemos propiciar fuentes laborales que permitan fortalecer la empleabilidad de los padres, madres o adultos responsables, para que no sean los niños y niñas quienes tengan que trabajar.

El gobierno debe fortalecer los sistemas de seguridad y protección social, teniendo en cuenta las necesidades de los menores, especialmente los más vulnerables. Es tarea de todos concientizar y apoyar en la lucha contra el trabajo infantil.

Sandra Acuña, académica Carrera de Trabajo Social Universidad de Las Américas, sede Concepción.

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