Cuando en 2017 se proclamó con bombos y platillos la creación de una ley sobre tenencia responsable de mascotas –a propósito de “Cholito”, el perro torturado al interior de una galería comercial de Recoleta-, varios celebramos el anuncio.

Ahora las mascotas estarían protegidas en caso de enfrentarse a psicópatas amorales, existiendo actuar directo de la justicia, severidad en los castigos, multas elevadas.

El problema es que en Chile, como siempre, una buena idea termina distorsionándose y ahora nos encontramos con que hay gente que piensa que los perros son más importantes que las personas. ¡Hasta el alcalde Alessandri quería gastar platas obtenidas por Formula E en la construcción de un canil en pleno Parque Forestal!

Usuarios de la ciudad, es decir, trotadores y paseantes, los que tienen fobias y los que reparten comida en Uber Eats tienen todos algo en común: el miedo inconmensurable a ser mordidos por un perro.

ARCHIVO | Max Pixel (cc)
ARCHIVO | Max Pixel (cc)

Con el invierno encima y el aumento de mendigos en parques y calzadas –tema para otra columna–, los perros callejeros han marcado territorio en lugares de acceso público y allí están correteando a ciclistas aterrorizados por ladridos y la posibilidad de contagiarse enfermedades graves como la rabia. O en verdad a cualquiera que se acerque a los dominios de sus amos y sus tiendas de campaña adosadas a las bancas y debajo del puente de los candados (vía preferencial para ciclistas).

Resulta urgente pensar en cómo debemos convivir en la ciudad de los perros.
- Aníbal Venegas

Y es que ahora no solamente es el Parque Forestal y sus casitas para perros: los hay en el Parque Balmaceda, el Parque Uruguay e incluso en el moderno Parque Bicentenario y sus bazares y sus taconeras. Resulta urgente pensar en cómo debemos convivir en la ciudad de los perros.

Quizás el problema no sería tan agudo si los mismos usuarios de parques y vías peatonales no se empecinaran en defender a los perros por encima de la salud y bienestar de la población general. Porque además, muchos de ellos creen (erróneamente) que la Ley de Tenencia Responsable les permite salir a dar un paseo con el Pastor Alemán, el Rottweiler y el Mastín Napolitano sin bozal ni correa, y pobre del que se atreva a defender su integridad física, a punta de piedrazos –¿cuál es la alternativa?– del ataque perruno: las cámaras de celulares se encienden y se preparan para repartir en Internet el odio sin límites que sienten por la víctima que de pronto también es victimario. Focos.

…Se ríen si el “mordido por el can” amenaza con llamar a Carabineros…
- Aníbal Venegas

Con estilo cosmopolita explican que la ley se la saben de memoria, que ellos tienen el derecho a ir con el perro suelto y hasta se ríen si el “mordido por el can” amenaza con llamar a Carabineros, que para variar desconocen la Ley y prefieren no inmiscuirse en asuntos que no logran comprender del todo.

Hace algunos años Martha Nussbaum y Cass Sunstein publicaron un libro dedicado a filosofar en torno a los animales, poniendo especial énfasis en si estos finalmente constituyen sujetos de deberes y por tanto sujetos de derechos.

Desde luego, argumentaba Nussbaum, no en todos los casos el deber se antepone al derecho: pensemos en los niños con Síndrome de Down. Son sujetos de derecho, sí, pero el deber es externo y se proyecta en la figura paterna/materna y en última instancia en el Estado. Lo mismo –¡guardando las proporciones!– ocurre con los animales.

Pero mientras no es deber de un padre caminar con su hijo amarrado a una correa, sí es deber de los dueños de perros y mascotas entender que si saca a dar una vuelta al Doberman debe llevarlo con bozal y correa porque ¿no es parte del abanico de posibilidades un posible ataque a terceros? ¿Niños, ancianos? Además, ¿Expondría a su mascota al peligro de ser mordido por un perro callejero, teniendo que pagar las consecuencias de su irresponsabilidad la –en verdad– inocente mascota?

Archivo | Jonaz Gómez | Agencia UNO
Archivo | Jonaz Gómez | Agencia UNO

Y tal vez el asunto no causaría tanta irritación si la opinión pública, personificada en los usuarios de parques y jardines públicos, no se empecinara en defender a toda costa a los perros en lugar de a las personas.

Quienes usamos a diario estos espacios públicos ya tenemos suficiente con los ciclistas que piensan que la vereda peatonal es parte de la ruta del Tour de Francia. No necesitamos que cuando, por ejemplo, vamos trotando por la orilla del Parque Forestal y nos defendamos de un ataque canino, los abogados de “nuestros hermanos menores” –algunos del tamaño de un ternero y maneras de chacal– nos insulten y nos traten de gallinas, “oye, es un perrito, no hace nada”, “Santiago está lleno de ratas, ubícate”, “que le ponís color”.

¿Hay que espera hasta que una persona muera para entender que los perros sueltos en la calle se están transformando en un problema de Salud Pública? ¿Quién le da el derecho al dueño de un Pastor Alemán de caminar junto a su mascota sin cadena ni correa, teniendo muchas veces los peatones que cruzar hacia el otro lado de calles como Andrés Bello o Avenida Vitacura? Los perros tienen derecho a ser cuidados y protegidos, sí, ¿y las personas? También.

Aníbal Venegas
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