La semana pasada se dieron a conocer -de manera retrasada- los primeros resultados de la Encuesta Nacional de Salud 2016-2017, la que evidenció pésimos resultados en la mayoría de los indicadores de factores de riesgo y enfermedades crónicas (sobrepeso, obesidad, diabetes mellitus, entre otros). Esta lamentable realidad no fue ninguna sorpresa, pocos días antes se habían dado a conocer los indicadores de salud de los países OCDE, con un también pobre resultado de nuestro país en los mismos y otros indicadores donde destaca la baja cobertura, gasto de bolsillo en salud, percepción del estado de salud, etc… Esto, se debe principalmente a que no se han implementados las medidas necesarias para que estos resultados puedan ser revertidos.

Nuestro sistema de salud requiere de una cirugía mayor, debido a que es particularmente inequitativo, tanto en el acceso como en el financiamiento, lo que es más evidente en la alta carga de patologías crónicas que no son bien controladas y que se manifiestan con complicaciones (infartos, accidentes vasculares), y vemos que empeorarán en el futuro. Esta situación queda reflejada en los bajos niveles de satisfacción ciudadana.

En nuestra Constitución Política, se define la libertad de elección de aseguramiento como constitutivo de la seguridad social de salud, sin embargo, en la práctica tenemos dos sistemas, para dos clases de ciudadanos.

En lo que respecta al sistema de atención, nos parece que es necesario avanzar hacia la construcción de Redes Integradas de Servicios de Salud con énfasis en Atención Primaria de Salud (APS), como una manera de hacer realidad los elementos más esenciales de la APS, tales como ser el primer contacto de los ciudadanos con el sistema de salud ; dar cobertura y acceso universal; entregar una atención integral, integrada y continua, a lo largo del ciclo vital ; cuidados apropiados; organización y gestión óptimas; orientación familiar y comunitaria: y acción intersectorial, entre otros.

La APS debe ser el pilar fundamental del Sistema de Salud, siendo para ello, imprescindible mejorar su financiamiento y gestión, que permita revertir la brecha de personal, de capacidad diagnóstica y terapéutica, entre otros aspectos relacionados con su labor. Esto, acompañado de una robusta participación y deliberación de la comunidad.

Financiamiento y Gestión: La APS necesita contar con los recursos suficientes, además de mecanismos de financiamiento y gestión eficiente. El Ministerio de Salud ha reconocido el presupuesto insuficiente que aporta para la entrega de las prestaciones que incluye el modelo integral de salud. Para responder adecuadamente a las demandas de salud de la población, el monto per capita basal mínimo para el próximo año debiera ser de$ 6.500.

Además, hay que mejorar la distribución de recursos desde las comunas con más recursos hacia las más necesitadas , y la gestión de los mismos, no puede continuara la discrecionalidad de la administración de un alcalde en particular o de corporaciones municipales, nos parece necesario que los funcionarios y la comunidad tengan participación en la toma de decisiones con respecto al presupuesto y planes de salud, para optimizar y asegurar el buen y correcto uso de estos recursos.

En este contexto, se hace necesaria la evaluación de la pertinencia de mantener la administración de la APS en manos de los municipios. Ya que como se ha evidenciado, los problemas que aquejan a la APS, son relevantes y en acenso desde su implementación y con un limitado avance en las soluciones. Se debe levantar información necesaria que permita realizar una evaluación nacional , para determinar los municipios que se encuentran en condiciones de continuar gestionando la APS y los que debieran traspasar esta administración a los Servicios de Salud.

También, se deben reevaluar la cartera de prestaciones de la APS, reformulando y ampliando las mismas , a lo que realmente se necesita , es decir, incorporar acciones de prevención y promoción de salud, como también mejoras a la capacidad resolutiva (apoyo diagnóstico y del arsenal farmacológico), solucionando los aspectos clínicos y de salud pública con el objetivo de lograr una APS fuerte y resolutiva .

Además, se requiere mejorar la coordinación que existe entre los distintos niveles de atención, para optimizar el trabajo de la red de salud y también articular la Red Intersectorial.

Recursos Humanos para la APS: Es prioridad en este aspecto avanzar en la construcción de una política integral de desarrollo del recurso humano de la APS, que permita mejorar la calidad de la atención que se brinda a la comunidad, fortaleciendo la permanencia de los médicos y otros integrantes del equipo de salud en el primer nivel de atención.

Debido a la alta complejidad biopsicosocial de los problemas que se atienden en la APS, se necesita contar con especialistas en Salud y Medicina Familiar (con competencias específicas para trabajar efectivamente en este nivel de atención). Estos especialistas, que existen en la mayoría de los países desarrollados, son los que cuentan con las competencias para hacerse cargo de la salud de las personas y de su familia en forma continua e integral, y que a su vez, se caracterizan por una mayor capacidad resolutiva.

Participación: En la APS, la interrelación entre la comunidad y los integrantes de los equipos de salud, médicos incluidos, es muy relevante para el éxito de la implementación y desarrollo de las políticas de salud a nivel local. En este sentido, cobra importancia la sinergia que se puede producir en la cercanía de los trabajadores con la ciudadanía, siendo un factor importante, al preocuparnos por la satisfacción de los usuarios como corresponsables del cuidado de su salud.

Debemos generar mecanismos efectivos de participación vinculante en la toma de decisiones y de fiscalización de la utilización de los recursos en salud, buscando una gestión triestamental a nivel de toda la Red.

Pero nada de esto podrá ser verdaderamente implementado y con perspectiva de futuro, si es que no se realiza una transformación profunda a este sistema enfermo de desigualdad, para lo que se requiere una reforma a las bases del sistema, la que se debe caracterizar por concebir la Salud como un Derecho Social Universal (un Derecho Humano), desarrollar un Sistema Único de Salud, con financiamiento solidario, democratización y participación.

Dentro de estos principios, uno ha sido sujeto de ya tres comisiones presidenciales, sin que ninguna se haya trasformado en proyecto de ley. Al respecto, la posición es muy clara y enfática, nuestra población requiere de un sistema integrado, que sea la evolución del histórico Servicio Nacional de Salud chileno, creado en 1952, el segundo a nivel mundial.

Este sistema nos ha permitido gozar de buenos indicadores a nivel macro, no pudiendo ser destruido por la dictadura, pero que los gobiernos posteriores lo han debilitado cada vez más, con la consecuente desintegración y segregación que a esta altura no resiste más. Por lo tanto la estrategia es más profunda y simple, contar con un Sistema Único de Salud (SUS), integrado y solidario, donde todos contribuyamos de acuerdo a nuestras capacidades y utilicemos según nuestras necesidades. Es la mejor manera de terminar con la inaceptable desigualdad en el nivel y calidad de vida, así como con la exclusión social, que golpea a la mayoría de la población y genera una gran herida en nuestro pueblo.

Es urgente comenzar cuanto antes esta transformación, para lo que es necesario que el próximo gobierno de nuestro país desmercantilice la vida y avancemos hacia una salud equitativa, solidaria y de calidad para todxs, que permita revertir los pésimos resultados que cada siete años nos evidencia la Encuesta Nacional de Salud.

Dra. Inés Guerrero Montofré
Prosecretaria General – Colegio Médico de Chile

Dr. Camilo Bass del Campo
Secretario General – Consejo Regional Santiago

Nuestra sección de OPINIÓN es un espacio abierto, por lo que el contenido vertido en esta columna es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial de BioBioChile