En medio de las protestas que se desarrollan en el sector de Plaza Baquedano, centro de Santiago, no pasa desapercibido. Cuando aparece, la multitud le abre el paso. También, la gente le toma fotos y se suben a bordo, como buscando reencontrarse con el pasado que muchos de los protestantes no conocieron. Mauricio Valenzuela Retamal es el dueño de la “micro de la Dignidad”, un bus amarillo del año 94 que compró en un remate a la FACh y que desde el 18 de octubre de 2019 transita por las calles de Santiago cada vez que hay una protesta masiva en la capital. “Es emocionante cuando la gente te abre el camino y te demuestra el cariño”, dice. En conversación con Bío Bío, Mauricio cuenta que es hijo de un ex-preso político de la dictadura; que cambiaría la estatua del general Baquedano por la de dos estudiantes de escolares, porque -dice- fueron ellos quienes iniciaron “la verdadera lucha”; y que el pasado domingo, cuando se cumplió un año del inicio del llamado “estallido social”, Carabineros le quitó su bus por transportar pasajeros sin autorización del Ministerio de Transportes.

Viernes 25 de octubre de 2019. En medio de tambores, pancartas y cánticos, de pronto la multitud comienza a mirar hacia un punto en común. A lo lejos, se ve un imponente bus del antiguo sistema de transporte público de Santiago, conocido popularmente como las “micros amarillas”, que avanza por avenida Providencia en dirección al oriente.

El dueño de esa máquina es Mauricio Valenzuela Retamal (47), quien desde el 18 de octubre pasado, cuando comenzó el denominado “estallido social”, recorre las calles de Santiago cada vez que hay una convocatoria masiva en la capital. De aquella jornada, recuerda: “Venía de un viaje y me avisan que hay una protesta masiva en Plaza Italia (…) Considero que soy bien del pueblo y que si hay algo que mejorar, mejorémoslo entre todos. Entonces partí para allá, y cuando llegué era un mar de gente y todos saludándome, todos subiéndose a la micro. Se subían y se bajaban altiro por la puerta de atrás. Era muy impresionante el tema”.

¿Por qué cree que se inició todo?

– Todo esto empieza como una burla con el pueblo, porque han pasado gobiernos de derecha e izquierda y no se han hecho los arreglos que se tienen que hacer. De hecho, se ha privatizado el país, han subido mucho los gastos básicos de cada domicilio, entonces, yo creo que esto… los políticos hicieron risa de la gente. Entonces, todo tiene un límite.

El gusto por las tuercas lo heredó de su padre, Luis Valenzuela Silva, quien trabajó muchos años en la locomoción colectiva realizando el recorrido “Intercomunal Sur”, que conectaba la población Pablo de Rokha, en la comuna de La Pintana con Pudahuel, en el sector Dalmacia.

De esta forma, y apenas cumplió la mayoría de edad, Mauricio comenzó a trabajar en las micros. “Yo salía del colegio y me iba a trabajar en la liebre en la tarde, así sacaba a mi papá para que se fuera a descansar a la casa un rato”, dice. La primera micro que manejó fue una Ford 7000.

Lo sabría con el tiempo, pero su vínculo con la política está ligado al 11 de septiembre de 1973. En aquel periodo, Luis Valenzuela Silva, su padre, era un dirigente sindical que desarrollaba labores en la empresa de pernos y tornillos American Screw, ubicada en Camino a Melipilla, en la comuna de Cerrillos.

“Por el hecho de ser dirigente sindical, él fue detenido y puesto a disposición de los militares en el Estadio Chile. De ahí fue trasladado al Estadio Nacional (…). Por el hecho de ser dirigente, tenía muy pocas probabilidades de vida, porque era tomado como muy comunista. Mi papi no era comunista, pero así era el sistema”, dice.

Estando detenido, narra Mauricio, su padre le contó que para salir con vida tuvo que hacerse pasar por músico. “Él se hizo amigo de unos militares que estaban a cargo del estadio, de la sección donde estaba él, y para sobrevivir lo pasaron por músico. De hecho en el libro Valech mi papá aparece como músico… y nunca ha tocado nada”, detalla. En la nómina de personas reconocidas como víctimas de prisión política y tortura, de la Comisión Valech I, el papá de Mauricio ocupa el lugar 25.269.

¿Por qué apoya las marchas?

– Porque hay una espina clavada que tenemos nosotros, la familia. Mi papá cuando se jubiló ganaba 80 lucas mensuales por haber trabajado 40 años. Él murió de depresión, murió a los seis meses después de jubilarse a los 66 años (…). De hecho le daban más plata a los exonerados políticos, que le daban como 200 mil pesos, una pensión de vida que le daban mientras estuviera vivo. Ganaba más con eso que con su jubilación con la que él pensaba que iba a vivir el resto de su vida después de viejito.

Partió el año 1994, a los 21 años de edad, en la Empresa de Transportes Renca Sur. Ahí realizó durante un año el recorrido 136, desde Yungay hasta Valle de Azapa. Luego se cambió a la 140, la que conectó la villa Los Andes del Sur, en San Bernardo, hasta la población La Quebrada en Renca. Trabajó 10 años en esta empresa.

Luego pasó a Transportes Transapal 80 SpA, arriba del recorrido 424, que iba desde Villa Chiloé, en Puente Alto, hasta Valdivieso, en Recoleta. Realizando esta ruta, recuerda, fue víctima de un asalto en El Volcán donde 11 puñaladas fueron a dar a su cuerpo. Sin querer adentrarse en extenso en ese episodio, que lo dejó con un pulmón menos, dice: “Nadie sobrevive con 11 puñaladas. Yo sí (…). Este fue unos de los malos recuerdos que conservo de las micros amarillas, pero en general son más los buenos que los malos”. Duró un año realizando el recorrido.

En 2005 comenzó a trabajar en Transportes Casas Viejas, realizando el trayecto desde la población Carol Urzúa, en Puente Alto, hasta Zapadores con Principal, en Huechuraba. En 2007, con la llegada del Transantiago, tuvo que dejar atrás el amarillo que había teñido desde la década de los noventa las calles de Santigo, y subirse a un bus blanco con una franja verde, del recorrido 301 Expreso del nuevo sistema de transportes capitalino.

Después de tantos años, ¿cómo llega esta micro amarilla a sus manos?

– Hace dos años lo adquirí en un remate.

Hoy el bus luce totalmente diferente a cómo lo adquirió. Antiguamente, vestía los colores de la Fuerza Aérea de Chile (FACh). “Lo restauré”, dice. Y así lo han podido ver los miles de manifestantes que se han topado con él en la calle, desde el pasado 18 de octubre en el sector de la Plaza Baquedano, en la comuna de Santiago.

Micro antes de ser pintada amarilla
Cedida

¿Por qué lo pintó con el recorrido 140?

– Porque fue el recorrido donde más tiempo trabajé en las micros amarillas, y tengo muy buenos recuerdos.

¿Dignidad o Baquedano?

– Plaza de La Dignidad y que haya una parejita de jóvenes escolares de monumento.

¿Por qué?

– Por la lucha del pueblo… la verdadera lucha que la empezaron los estudiantes. Porque lamentablemente los adultos fuimos muy reprimidos cuando jóvenes, entonces poca gente se expresaba antes de esto, y los estudiantes provocaron que hubieran cambios en la sociedad… que la gente diera a conocer sus necesidades y su descontento.

¿Ha asistido a todas las marchas desde el 18 de octubre?

– A casi todas las marchas he ido. Si no he ido a todas, he ido a casi todas.

¿Qué le gustaría que pasara a un año de haberse producido el denominado “estallido social”?

– Que hubieran cambios radicales. Que, por ejemplo, las pérdidas de las AFP no fueran para la gente, fueran para las empresas, porque la gente no puede tener pérdidas; que se mejorara la salud, que fuera lo mismo tener salud estatal o privada; y que la educación en la universidad no se pague. Yo pago 290 mil pesos por mi hijo mensual de la universidad. Por suerte mi hija mayor está becada, sino me vería con la soga en el cogote. Mi hija por notas obtuvo una beca. En el caso de mi hijo son 290 mil pesos que igual salen pesados.

Mauricio tiene cuatro hijos y un sobrino que, dice, considera como un hijo. En total, redondea, son cinco. Actualmente vive en la comuna de La Granja y trabaja en la empresa de buses Vule, operadora del Transantiago. Ahí es presidente de uno de los sindicatos.

“Soy súper activo socialmente porque me gusta estar con la gente. Me llena cuando uno puede hacer algo con la gente. Se han hecho cosas muy buenas en el sindicato. Era súper mal visto el sindicalismo en la empresa que estoy yo, entonces le hemos cambiado la visión a la gente. Cuando empezamos éramos 19 personas de la empresa y seis externas. Actualmente somos 922. En 8 años crecimos mucho”, dice.

¿Qué siente cuando llega a las manifestaciones?

– Es muy emocionante, como que le llega al corazón a uno. De hecho, a esta última fui… había un compadre esperándome dentro del público con un letrero del Apruebo. Y él me dijo: ‘Yo sabía que venías, porque te estaba esperando’ (…) Es algo que me llega al corazón. A mí se me han caído las lágrimas, a veces, porque yo siempre llevo música… música que es de Inti-Illimani, cosas así, y la gente las tararea, y como dan… que se le caen las lágrimas. Es emocionante cuando la gente abre abre el camino y el cariño que le demuestran.

El regalo en cuestión era un cartel, como el que usaban las micros amarillas en el frontis del bus, con consignas de la opción Apruebo de cara al próximo plebiscito del 25 de octubre.

letrero cartel micro de la dignidad
Cedida

¿Qué piensa de la violencia que se ha ido generando en las manifestaciones?

– La mayoría de la gente va a protestar pacíficamente (…). La mayoría de los desmanes pasan cuando se provoca a la gente. Y encuentro que hay un manejo político de las autoridades para que pase esto, porque de repente uno ve a la gente muy tranquila… a mí me pasó que estaba esperando locomoción para devolverme ya que venía… me habían quitado el bus y vi cómo un señor que estaba en el paradero, pasa el carro lanza aguas y le tira agua esperando micro. El caballero no corrió, nada, era una persona de edad. Entonces, si eso lo ven los jóvenes de hoy en día de 20-25 años ¿qué espera usted que hagan? Los compadres se volvieron locos, pescaron palos, piedras, botellas, y después los llaman como lumpen, si al final las provocaciones también tienen que ver mucho en los desmanes.

¿Por qué la “micro de la Dignidad”?

– La gente le puso así. ‘Este es el bus de la Dignidad, el bus de la Dignidad’, me dicen cuando llego a Plaza Italia. El bus, actualmente, al lado izquierdo dice ‘maníaco’, pero estoy que le cambio el nombre. Si a la gente le gusta, le voy a dejar ese nombre (…). Muchos me han dicho que después cuando pase todo esto y venga un gobierno de izquierda lo vamos a poder en plena Plaza Italia y lo vamos a dejar como un monumento estacionado.

El parte

Fue el domingo como a las 3 de la tarde. Iba a ir a una marcha en San Miguel, pero de todas formas fue a las inmediaciones de Plaza Baquedano a darse una vuelta. En eso se le acercan dos motoristas de Carabineros y le piden la documentación. Se las pasa. Y le informan que lo dejarán citado al tribunal. El motivo, le dicen los funcionarios policiales y según consta en el parte, realizar transporte público de pasajeros.

En defensa, Mauricio argumenta que no está realizando ningún tipo de servicio, y le menciona que lo acompaña parte de su familia. También les hace mención que mucha gente se subió a fotografiarse con el bus, pero que ellos poco y nada tenían que ver con él. Pero de nada sirvió. Hoy su micro se encuentra en un aparcadero municipal en la comuna de San Bernardo.

¿Qué cree que diría su padre si lo viera hoy?

– Yo creo que estaría orgulloso del país, y de nosotros también porque mi hermano me ha acompañado varias veces a las protestas. Estaría orgulloso con el país, porque él soñaba con esto.