Poco falta para el regreso a clases, y muchos niños deben retomar la rutina que dejaron de lado durante las vacaciones, lo que muchas veces puede resultar complejo.

En conversación con Expreso Bío Bío, Jaime Silva, psicólogo de la Clínica Alemana, señaló que volver de las vacaciones es todo un esfuerzo y un costo para los más pequeños, pro también para los adultos.

“Yo diría que el principal problema que uno observa en general, incluso cuando uno lo ve desde el punto de vista clínico básicamente tiene que ver con el ciclo de sueño vigilia”, informó.

“Cuando uno analiza este problema evidentemente uno de las primeras recomendaciones que uno establece es que uno con los niños -y para uno mismo- vaya desarrollando una gradualidad en el retorno a las actividades laborales y escolares”, aconsejó.

Por lo mismo, indicó que es bueno anticiparse al menos una semana del retorno al colegio, tratando de establecer horarios para así ir determinando un contexto que vaya anticipando lo que va a venir.

Tienes que contarle al niño, poner en palabras lo que vas a hacer, lo que va a ocurrir, de tal forma que el niño vaya teniendo una capacidad cada vez mayor de ir prediciendo lo que va a ir ocurriendo. Los adultos en la medida que le generamos a los niños contextos estables somos muchos más eficientes en lograr nuestros objetivos con ellos”, expresó.

En esta línea aconsejó que es necesario ser consistente en la casa y comenzar a bajar la iluminación, los volúmenes y no jugar hasta tan tarde con los niños.

Sin embargo, aseguró que las actividades denominadas “distractoras” no hay que suspenderlas 100%.

“Si yo le quito el Play Station durante todo el año o toda la semana y solo le permito el fin de semana al niño, yo genero un estado de restricción, y los niños – y también los adultos-, cuando nos restringen una actividad o algo que nos gusta empezamos a tener una búsqueda más intensa de esa actividad restringida“, detalló.

Uno de los procesos más complejos que puede vivir un pequeño es cambiarse de colegio, ante esto, el experto plantea que los adultos deben ayudarle a entender los problemas a través del lenguaje, la tematización y la comprensión de lo que estos cambios van a significar para él, es decir, “en la medida que yo le voy ayudando a entender y anticipar lo que va a suceder, el niño va a poder adaptarse mejor”.

“Los cambios más difíciles de sobrellevar son los cambios que involucran el cambio en la vida social, es decir, si yo cambio de octavo a primero medio y sigo con mis mismos compañeros eso no va a ser tan complejo como si yo cambio de octavo a primero y por ejemplo me tuve que cambiar de colegio”.

De hecho, aseguró que en general todas las transiciones que involucran cambios en la vida social, son mucho más estresantes y mucho más difíciles de ser asimilados. Por lo tanto, “cuando uno observa este tipo de situaciones (…) uno debe focalizarse siempre en que lo primero que se debe hacer es fortalecer el mundo social, el mundo afectivo (…) más que la notas, más que el rendimiento lo importante es los vínculos afectivos que yo voy a generar ahí”.

No obstante, advirtió que muchas veces los padres cometen el error de generar contradicciones emocionales en el entorno de los niños, en el sentido de decir una cosa, pero hacer otra.

“El niño percibe el mundo emocional distinto a este mundo tematizado que yo estoy generando junto a él y esa contradicción yo diría que es lo más complejo. En cambio, si yo dentro de lo que estoy tematizando, estoy hablando y lo que yo estoy diciendo al niño hay una congruencia con mis emociones y las que él va a ir teniendo, entonces eso es mucho más llevadero y es mucho más emocionalmente asimilable para un niño”, concluyó.