Uno de los servicios más destacados y con historia de Metro es su biblioteca, Bibliometro, iniciativa que por años ha permitido a los usuarios acceder a una diversidad de libros mediante el sistema de préstamos.

Para facilitar la devolución de los textos, Bibliometro implementó 18 buzones a lo largo de la red, permitiendo que fuera del horario de atención, los clientes pudieran devolver los libros.

A pesar de lo positivo de la iniciativa, esta generó un problema que no tiene relación con los lectores, sino con el resto de los pasajeros del subterráneo, quienes ocupan los buzones como basureros.

Ángela Salazar, coordinadora de Bibliometro, en entrevista con La Hora, comentó que “antes los buzones eran de lata, entonces no veíamos los libros y los otros objetos que habían dentro. Esto provocaba que el buzón se transformara en un recipiente para dejar lo que al cliente de Metro se le ocurriera: desde pañales de guagua hasta diarios, pasando por botellas de bebidas y vasos. Entonces, cuando el funcionario abría el buzón para recuperar los libros se encontraba con la sorpresa”.

Producto del mal uso de los buzones una gran cantidad de libros terminaron en malas condiciones, ya que se mezclaban con la basura, generando una pérdida para la biblioteca.

Tras la bomba que explotó en Escuela Militar la situación cambió, ya que tanto los basureros como buzones deben estar hechos de un material que permita ver lo que hay en el interior, lo que ha disminuido el mal uso.

Pero tal modificación no fue suficiente, es por esto que los trabajadores del Bibliometro han elaborado carteles y avisos que aclaran que los depósitos de libros no son para basura.

La coordinadora del servicio indicó que “finalmente es un servicio para todos y lo estamos destruyendo simplemente por no comprender lo que dice ahí, por falta de lectura”.