Julio Dutilh es un sacerdote que celebraba las misas de los días martes, miércoles y jueves en la casa parroquial de San Alberto Hurtado. No obstante, recientemente el cura había sido removido de su oficio de párroco en Santa María de Las Condes por una denuncia de abuso sexual durante una confesión.

Angélica Barros tenía 16 años en febrero de 1989, quien había dado recientemente su primer beso con su pololo y quería saber los “límites” que debía tener en su relación.

Ella provenía de una familia muy católica por lo que decidió confesarse, recurriendo a Dutilh para consultarle hasta dónde era permitido que la tocaran en un pololeo.

Según consignó El Mostrador, el sacerdote posó la mano sobre uno de sus pechos y se quedó ahí. Entonces le dijo a Barros: “Si es así, no importa”. “Quizás fue poco tiempo, pero a mí me pareció que fue una eternidad”, sentenció Angélica.

Más de 20 años después de este episodio, la afectada decidió hablar denunciando en octubre de 2014 a Dutilh en el Tribunal Eclesiástico de Santiago, que decidió enviar el expediente a la Congregación para la Doctrina de la Fe. Tras revisarlo, la Congregación autorizó reprender a Dutilh.

En mayo de 2015, Angélica recibió una carta del Arzobispado donde se le notificaban las penitencias designadas para Dutilh, exigiéndole al cura que durante 12 meses debería peregrinar una vez al mes a algún santuario para rezar por la víctima y por su propio camino espiritual.

Además, en junio de ese año sería relevado del oficio de párroco pero debían esperar que un sacerdote llegara al país para hacerse cargo de la parroquia. Otra medida fue que el padre podía confesar solo en un confesionario, evitando así cualquier cercanía con un penitente.

De esta manera, Dutilh dejó de ser párroco de Santa María de Las Condes en junio de 2015. No obstante, la afectada denunció que el sacerdote está nuevamente oficiando como párroco en otra iglesia del sector oriente de la capital, específicamente en la casa parroquial de San Alberto Hurtado ubicada en Las Condes.

“Sólo fueron dos meses de sanción, ya en agosto de 2015 volvía a su cargo de párroco”, precisó Barros.

El medio de comunicación agrega también que el monseñor Fernando Ramos, vicario general de Santiago, en una carta escrita a Angélica en mayo de 2015, reconoció que el hecho denunciado por Angélica contenía las características de un delito, que el hecho era verosímil y podían configurarse los delitos de abuso sexual y “solicitación contra el sexto mandamiento en la confesión”.

A pesar de ello, en la misiva enviada por Ramos reconoce que por haber prescrito el delito, los antecedentes se dirigirían a la Congregación para la Doctrina de la Fe. Fue finalmente esta instancia la que en un oficio autorizó al arzobispo de Santiago, Ricarzo Ezzati, a reprender al sacerdote, tomando en cuenta la edad de Dutilh y el tiempo transcurrido, y así conminarle aquella penitencia que considerara oportuna.

Desde el arzobispado señalan que no existe impedimento para que el sacerdote celebre misas, pero confirmaron que una reciente hospitalización y una larga terapia de recuperación, le impedirán presidir la celebración de éstas, señaló el portal.