A casi tres años de cumplirse la desaparición del avión Cessna 172 con sus cinco ocupantes, tras despegar de Isla Mocha en dirección a Tirúa, la Fiscalía sorpresivamente reabrió la investigación que fue cerrada en mayo de este año. Los familiares de quienes se presume su muerte llamaron a evitar nuevas tragedias tomando las precauciones al realizar un viaje de esta naturaleza.

El avión que pilotaba Mario Hahn despegó a las 14:45 horas desde la isla la tarde del domingo 6 de octubre de 2013, con destino al aeródromo Lequecahue de Tirúa. 34,2 kilómetros de distancia que nunca se cubrieron. La aeronave desapareció, desatando una intensa búsqueda que sólo encontró dos piezas metálicas del monomotor, una mochila de uno de los ocupantes, y ropa que nunca pudo comprobarse si pertenecía a otro.

A bordo iban cuatro pasajeros: Leslie Elizabeth Roa Sufray, de 27 años; su amigo Erik Ariel Arriagada Zúñiga, de 26; Jorge Octavio Luengo Suazo, de 53; y su hijo, Jorge Alejandro Suazo Espinoza, de 28.

La tragedia marcó profundamente a los familiares, como a las madres de los afectados que concurren casi semanalmente a un psicólogo en Concepción, para sobrellevar el peso del episodio.

Cecilia Sufray, madre de Leslie, la joven estudiante de la Universidad de Concepción, aún no encuentra consuelo y espera alguna vez tener la respuesta sobre lo que realmente sucedió. “Que esto sirva para que quienes prestan servicio de avioneta tomen más precaución, si no es llevar cosas, son personas”, sostuvo.

La investigación de la Fiscalía concluyó que la causa de la desaparición de la avioneta es indeterminada y cerró el expediente en mayo de este año, pero sorpresivamente la reabrió en septiembre recién pasado, a partir de un antecedente que no ha sido revelado.

Cecilia Espinoza, quien perdió a su esposo y a su hijo, siente que una respuesta final disminuiría la congoja. “Cada día que pasa es como empezarse a armar. Me he tenido que armar de a poco para seguir viviendo. Se reabrió la investigación el 8 de septiembre, ojalá tengamos alguna respuesta que nos deje más tranquilas”, indicó.

En tanto, Gladys Zúñiga, madre de Erick, con domicilio en los cerros de Talcahuano, no tiene dudas que acá hubo responsabilidad del piloto. De hecho, la DGAC determinó en su informe que voló con sobrepeso, menos combustible del recomendable y con el centro de gravedad del Cessna desplazado hacia atrás, precisamente para hacer cupo a un pasajero más.

“Por lo que se ha investigado, sabemos que hay muchas negligencias en el viaje. Mi hijo pagó por un viaje y nunca imaginó que las cosas no estaban en regla”, comentó Zúñiga.

Los motivos de la llamativa reapertura de la investigación decretada hace menos de un mes, se han mantenido en absoluto secreto, decidiéndose tomar declaraciones a varias personas, tanto en Isla Mocha como en Tirúa, para corroborar una versión que habría aportado extraordinarios antecedentes.