A pesar de los estrictos controles que se realizan en los aeropuertos nacionales, existe la posibilidad de que los pasajeros puedan abordar las aeronaves con un cuchillo en la mano si lo quisieran.

Cada vez que un pasajero está a punto de subirse a un avión se deben pasar estrictos controles antes de llegar a la sala de embarque. En ese momento, se dejan las pertenencias personales en una especie de canasto y además las maletas son revisadas con rigurosidad por el personal que ahí se encuentra.

En Carriel Sur, Arturo Merino Benitez o en cualquier aeropuerto del país hay contenedores que se encuentran llenos de lápices, cortauñas, tijeras y diversos elementos corto punzantes que no pueden subir al avión. Sin embargo en todas las salas de embarque hay cafeterías y restaurantes, donde si se pide un sandwinch, lo sirven con cuchillo y tenedor, los que perfectamente podrían subir al avión junto con el pasajero si éste lo desea.

Así lo hizo saber Patricio Guerrero, quien alertó de la situación a los jefes de seguridad en Santiago y Concepción sin obtener mayor respuesta. “Estábamos con varios colegas y nos sirven el sandwinch con cubiertos metálicos de acero templado, cuchillos, tenedores, ya habiendo pasado las normas (pórticos) de seguridad”, indicó.

El jefe del aeródromo de Carriel Sur, Manuel Aguirre, ratificó que los vuelos en nuestro país son absolutamente seguros. Explicó que a los concesionarios se les revisa de manera regular el inventario de cubiertos y que todo está bajo control. Aseguró que así funciona en todos los terminales del mundo.

“Nosotros hacemos chequeos periódicos a estos restaurantes. Tenemos a nivel local un salón VIP que utiliza elementos metálicos, pero están totalmente inventariados”, enfatizó Aguirre.

El directivo insistió en que no existe nada que temer a la hora de viajar en avión en Chile, a pesar que los pasajeros puedan robarse los cubiertos de las cafeterías y subir con cuchillos. Aguirre indicó que aunque así sea, los cubiertos son inofensivos, ya que no tienen filo y su punta es roma, argumentó.