2.900 viviendas destruidas, 12.500 damnificados, 15 personas fallecidas y 500 heridas. Esas son solo algunas cifras de una de las tragedias más importantes de la historia de Valparaíso, como lo fue el megaincendio de 2014, siendo únicamente superado en extensión territorial por el siniestro que el 2017 afectó a tres regiones del sur del país.
A media década del trágico hecho, la reconstrucción registra un 96% de viviendas entregadas, 913 de las cuales fueron recepcionadas por el Serviu y 55 están en construcción en sitio propio.
Volviendo al trágico hecho, a las 16:40 horas del 12 de abril del 2014 se dio la alarma en el sector del Camino La Pólvora, al costado del relleno sanitario “El Molle”.
Se declaró Alerta Roja, mientras que con el correr de las horas las llamas consumieron más viviendas y llegaron a otros cerros. Hubo seis cortes generales de luz en los primeros dos días y el exalcalde de Valparaíso, Jorge Castro, cuantificó -en ese momento- en cerca de 60 las casas quemadas en el primer balance general.
El lunes 15 de abril, 21 naves combatían las llamas y se superaban las 48 horas de trabajo, mientras que la noche del martes 16 el comandante de Bomberos, Enzo Gagliardo, confirmó que las llamas estaban consumidas.
El exdirector regional de la Onemi, Guillermo de la Maza, reconoció que el impacto de la emergencia permanece, recordando -de paso- que se conjugaron las peores condiciones climáticas posibles, y que en realidad tardó mucho más tiempo en extinguirse por completo el incendio.
“El incendio se extinguió a los 12 días, en un siniestro que abarcó 390 hectáreas, de las cuales cuarenta correspondían a viviendas”, afirmó de la Maza.
Llegaron miles de voluntarios y de ayuda. Asimismo, parlamentarios, autoridades y organizaciones no gubernamentales comenzaron el levantamiento de viviendas de emergencia, y desde el Ejecutivo apareció el nombramiento de Andrés Silva como delegado presidencial de la reconstrucción, puesto que ocupó desde abril de 2014 a junio del 2015.
Silva dice que previo a la emergencia no había suficiente trabajo en la materia, y que el problema eran las condiciones de las viviendas, las que pese a tener propietarios legales, no permitían invertir recursos del Estado porque no había recomendación técnica para que siguieran habitando esos sectores.
Debido a esto, el megaincendio marcó un antes y un después en el trabajo de emergencias en la ciudad puerto y de por sí en la región.
Muestra de aquello fue el cambio de los protocolos de trabajo para la declaración de alertas, el adelanto de las reuniones entre los estamentos involucrados y la velocidad con la que se disponen refuerzos aéreos en los incendios.
Para el encargado de Emergencias del municipio porteño, Ezio Passadore, el trabajo se ha concentrado en la limpieza de quebradas y microbasurales, además de campañas educativas con las comunidades de los cerros.
En todo caso, Passadore reconoció que la ciudad sigue en peligro permanente, principalmente por el aumento de poblaciones en cercanías a el Camino La Polvora, donde acotó hay una “cantidad de material combustible bastante grande”.
Viviendas y salud
Fueron ocho cerros los afectados, lugares donde se necesitaba no solo levantar las viviendas, sino que mejorar el estado de las calles y las redes de salud local. Mariposas, Monjas, La Cruz y El Litre sufrieron el embate de las llamas, al igual que los cerros Las Cañas, Merced, Ramaditas y Rocuant.
Mauricio Salazar, director del Centro Comunitario Las Cañas, lo recuerda bien, manifestando que fueron -al menos- siete las empresas que aparecieron para reconstruir, pero que terminaron entregando casas en mal estado, fuera de plazo o que incluso derechamente abandonaron a las familias.
“Por lo menos siete empresas se enriquecieron a raíz del megaincendio (…) Hay que recordar que aquí fueron 16 mil personas las afectadas”, explicó Salazar.
En el caso de Las Cañas, continúan buscando un terreno para instalar el Cesfam en dicho cerro, recinto que sigue realizando atenciones en containers, en especifico desde que se instaló una campaña de emergencia hace cinco años.
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