Cuando el primer rey de la isla Rapa Nui, Hotu Matu’a murió, su espíritu se convirtió en una tortuga. Los habitantes de este lugar de la Polinesia, que desde 1916 es parte del territorio chileno, se han traspasado esa historia unos a otros, de generación en generación.

Esta pequeña isla, que ha intrigado durante años al mundo entero por sus Moais, gigantes de piedra que fueron erguidos frente al mar, hace siglos y de maneras que aún son una incógnita para la ciencia, es lugar de alimentación de tortugas verdes y carey. En peligro y en peligro crítico, respectivamente, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y la normativa chilena (Reglamento para la Clasificación de Especies Silvestres-RCE).

La historia de Hotu Matu’a, si bien es probablemente una de la más importantes en la cultura Rapa Nui, no es la única en donde las tortugas son protagonistas. Este animal tiene así, “un significado espiritual muy grande”, dice Ana Pakarati, fundadora de la organización de conservación y protección marina TAPU y secretaria ejecutiva de Honui, que agrupa a los representantes de los clanes de Rapa Nui.

Isla de Pascua. Foto: Michelle Carrere
Isla de Pascua. Foto: Michelle Carrere

Es por eso que “a nosotros no nos gusta que nos toquen las tortugas”, dice Pakarati. Sin embargo, los habitantes de la isla no desconocen la delicada situación de conservación en la que se encuentran las tortugas marinas en todo el mundo, incluyendo Rapa Nui, y “queremos saber qué está pasando con ellas”, agrega.

Así, tras la autorización entregada por la comunidad, Rocío Álvarez, veterinaria especialista en recursos naturales, investigadora del Núcleo Milenio de Ecología y Manejo Sustentable de Islas Oceánicas (ESMOI) y candidata a Doctor en Ecología y Biología Evolutiva de la Universidad de Chile, junto con otros investigadores de ESMOI, el equipo de ORCA Diving Center, Tapu y parte de la comunidad local, comenzó el primer monitoreo de tortugas en la isla Rapa Nui.

El objetivo es descubrir de dónde provienen las tortugas que llegan a alimentarse a la isla y así poder proponer acuerdos transnacionales de cooperación y protección entre los países que constituyen hábitats claves para estas especies amenazadas.

El largo viaje de las tortugas

Las tortugas son animales altamente migratorios. Es decir, “recorren miles de kilómetros entre sus lugares de reproducción y aquellos donde se alimentan”, explica Carlos Gaymer, director del ESMOI. Es por ello que la conservación de estos animales, fuertemente amenazados, depende en gran medida de la protección de los dos ambientes fundamentales de la vida de las tortugas: tanto el de reproducción y nidificación, como el de alimentación, explica Gaymer.

Cuando una tortuga nace en una playa, vuelve al mar donde es arrastrada por las corrientes. A la deriva, queda flotando en el océano hasta que alcanza el tamaño necesario para establecerse en una zona de alimentación. Ahí pueden pasar entre 20 a 30 años antes de que alcance su madurez sexual y cuando ello ocurre, vuelve a la misma playa donde nació para reproducirse. Esa fidelidad al lugar de nacimiento es conocida como filopatría.

Arribo de tortugas en Refugio de Vida Silvestre La Flor-San Juan del Sur-Nicaragua. Foto: Paso Pacífico.
Arribo de tortugas en Refugio de Vida Silvestre La Flor-San Juan del Sur-Nicaragua. Foto: Paso Pacífico.

Las tortugas nadan así, miles de kilómetros entre sus zonas de alimentación y de reproducción. Sin embargo, “como siempre vuelven al mismo lugar para reproducirse, las poblaciones son muy diferenciadas unas de otras”, explica Álvarez.

Dichas diferencias pueden incluso ser evidentes en la morfología de los individuos. En el caso de la tortuga Chelonia mydas, también conocida como tortuga verde, “existe un morfotipo melánico, cuyo color del caparazón va desde el verde oliva a casi negro y otro morfotipo más claro con colores tierra predominando el café claro y anaranjado”, dice la veterinaria.

Al parecer, estos morfotipos tienen distintos orígenes natales. Las primeras, de caparazón oscuro, se cree que se reproducen en el Pacífico Oriental, es decir, en playas como las de México, Galápagos o Costa Rica, mientras las segundas, aquellas de caparazón más claro, lo harían en el Indo Pacífico y Pacífico Occidental, por ejemplo, en Australia.

Álvarez explica que, en general, estos dos tipos de tortuga verde no comparten los mismos espacios. Sin embargo, “hay lugares, como Rapa Nui, donde encuentras tortugas verdes de ambos morfotipos: claras y oscuras”. Es así como, lo que Álvarez intenta descubrir, es de dónde específicamente provienen estas tortugas que han decidido compartir el mismo espacio de alimentación, aun teniendo morfotipos diferentes. Pero no solo en Rapa Nui se da esta excepción. Lo mismo ocurre en lugares específicos de Nueva Zelanda, Galápagos, Costa Rica y Perú. En todos estos lugares, Álvarez se encuentra estudiando a las tortugas, haciéndose la misma pregunta. De dónde vienen, y adonde vuelven cada vez a reproducirse.

Foto: Primer monitoreo de tortugas en Rapa Nui. Foto: Rocío Álvarez
Foto: Primer monitoreo de tortugas en Rapa Nui. Foto: Rocío Álvarez

Los habitantes de Rapa Nui también quieren saber. “Nuestros antepasados siempre nos dijeron que las tortugas de la Isla eran de acá. Se reproducían acá y vivían acá” dice Pakarati.

Para responder a la incógnita, Álvarez ha utilizado tres herramientas: dos genéticas y una morfológica (morfometría geométrica), que permite entregar detalles de la anatomía del caparazón, de las aletas y de la cabeza.

La científica explica que si bien los colores de las tortugas permiten diferenciar los dos morfotipos de tortuga verde “la gama de colores también varía. Es decir, que entre las oscuras hay variaciones de tonalidades. Lo mismo con las claras”. Debido a que lo anterior podría generar confusión a la hora de determinar el tipo de tortuga estudiada, Álvarez comprobó científicamente que, además del color, las tortugas también tienen diferencias anatómicas. Es así como “el morfotipo oscuro tiene un caparazón más cónico o triangular, mientras que el claro tiene uno más ovalado, entre otras diferencias” dice Álvarez.

A partir de estos reconocimientos genéticos y morfológicos, la científica será capaz de entender, cuando haya terminado de estudiar las muestras recolectadas, de dónde provienen las tortugas que se encuentran en estas zonas de alimentación, incluyendo las tortugas de Rapa Nui.

Medidas de conservación

“Saber cómo se mueven estos animales a nivel regional, permitirá promover medidas de conservación”, señala Gaymer. Ello, puesto que “si yo sé que el 80 % de las tortugas de Rapa Nui viene de Galápagos, podemos fortalecer acciones de conservación en conjunto con Ecuador”, explica Álvarez. “Esas medidas pueden ser, por ejemplo, restringir las actividades de pesca en los lugares específicos donde llegan las tortugas para alimentarse, descansar o reproducirse”, agrega la veterinaria.

Además, la científica marcó a las tortugas de Rapa Nui con una pequeña placa metálica que indica un número único e irrepetible. La idea de esto “es hacer un seguimiento en el tiempo. Ver cómo cambian los individuos. Cuánto están creciendo, o si existen ciertas amenazas locales como interacción con pesquerías o enfermedades”. Este tipo de marcaje también les permitirá conocer el movimiento de las tortugas a nivel regional en caso de que sean recapturadas en otros países.

Foto: Primer monitoreo de tortugas en Rapa Nui. Foto: Rocío Álvarez
Foto: Primer monitoreo de tortugas en Rapa Nui. Foto: Rocío Álvarez

Seis de las siete especies de tortugas marinas se encuentran bajo alguna categoría de amenaza según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Las amenazas provienen de diferentes frentes: caza directa para consumo de carne y huevos, pesca incidental, destrucción de sus hábitats, contaminación de los océanos. En efecto, las tortugas son uno de los animales más afectados por la contaminación de plásticos en el mar puesto que “por ejemplo pueden confundir las bolsas con medusas, que son parte de su dieta, entonces terminan ahogadas o con daños en sus sistemas digestivos”, explica Gaymer.

Al mismo tiempo que Álvarez lidera esta investigación, que permitirá conocer mejor los movimientos de las tortugas a nivel regional, Ignacio Petit, biólogo marino, candidato a Doctor en Biología y Ecología Aplicada de la UCN e investigador de ESMOI junto con Camila González, instructora de buceo de ORCA Diving Center, lideran un estudio que identificó las rutinas de estos animales a nivel local, es decir, en Rapa Nui mismo. El estudio confirma que las tortugas “vienen a comer a la costa cuando es marea alta, porque es cuando tienen acceso a las algas. En cambio, cuando es marea baja, se van a descansar”, señala Petit.

El biólogo explicó a Mongabay Latam que la investigación consistió en analizar las fotografías tomadas, a lo largo de cinco años, por el centro de buceo ORCA. “Como las fotos tienen fecha y hora, pudimos cruzar esa información con la hora de las mareas. De esa manera, pudimos ver que en más de un 80 % de los casos, la rutina de las tortugas se cumple”, dice Petit.

Tortugas en Rapa Nui. Foto: ORCA Diving Center
Tortugas en Rapa Nui. Foto: ORCA Diving Center

Además, el biólogo señala que las tortugas son fieles a sus lugares de descanso. En efecto, “pudimos ver que durante los últimos cinco años las tortugas descansan, cada vez, en el mismo lugar”.

“Esta información será muy importante para generar el plan de administración de la nueva área marina protegida de Rapa Nui”, señala Gaymer.

Dicho espacio, creado en junio de este año, es un área protegida de múltiples usos, es decir, que permite el desarrollo de actividades económicas sustentables, como la pesca artesanal y el ecoturismo.

Petit explica que los datos recolectados permitirán zonificar el área marina protegida y definir zonas núcleo donde se restrinjan al máximo las actividades humanas. “Por ejemplo, sabiendo donde están las camas —nombre que los investigadores le han asignado a los lugares de descanso de las tortugas— se puede determinar que no se pesque en ese sector. O que a ciertas horas no se realicen actividades de buceo, o definir velocidades máximas para las embarcaciones”, explica el biólogo.

Foto: Primer monitoreo de tortugas en Rapa Nui. Foto: Rocío Álvarez
Foto: Primer monitoreo de tortugas en Rapa Nui. Foto: Rocío Álvarez

Los científicos esperan que, a partir de esta información, sumada a otros estudios recientes, comience a desarrollarse el plan de administración del área protegida. Actividad que “no se ha iniciado aunque ya debería haber comenzado”, señala Gaymer.

Ambas investigaciones, la regional y la local, desarrolladas en colaboración entre el ESMOI, ORCA Diving Center, Tapu, UCN y la Universidad de Chile, se complementan y unen a una serie de iniciativas mundiales que buscan proteger a las tortugas para frenar el deterioro de sus poblaciones.

Los esfuerzos no han sido en vano puesto que una investigación desarrollada por un equipo internacional de científicos, y liderada por Antonios Mazaris, ecólogo de la Universidad Aristóteles de Tesalónica en Grecia, determinó que la mayoría de las poblaciones de tortugas marinas, en todo el mundo, se están recuperando.

Una buena noticia para que las tortugas de Rapa Nui y el espíritu de Hotu Matu’a continúen existiendo.

Este artículo fue publicado originalmente en Mongabay Latam