“Yo pude haber contado nuestra historia mucho antes, pero siempre tuve miedo de exponer a la niña, porque no es lindo decir lo que ella pasó, justamente por ella. Me gustaría que pudiera superar esto lo antes posible y enfrentar una nueva vida, sin atarla a un pasado que le hace daño”.

Palabras de Erika Allendes Rojas, 30 años, vive en San Fernando, es periodista, participa como familia de acogida y es madre. Al menos así lo dice su pequeña de casi 6 años que llegó a su vida hace 3 años atrás.

En julio de 2018 los padres de Erika, quienes también son familia de acogida, tenían dos niñas a su cuidado, sin embargo, una de ellas volvió bajo la tutela de sus padres biológicos, quedándose con la más pequeña.

A los pocos meses la niña comenzó a llamarla mamá, demostrando un lazo afectivo hacia Erika. “No estaba en ese momento pensando en ser mamá, fue sorpresivo, pero lo tomé como algo del destino”, indicó la periodista.

Al dar esta señal de afecto, Erika señaló que conversó con profesionales porque tenía claro que familia de acogidas es un cuidado provisorio, “lo que menos quería era crear en ella confusión porque sabía toda su historia, sin embargo, me comentaron que como era algo que había nacido de ella debía dejar que lo hiciera, y la acepté como mi hija”.

Según relató Erika en entrevista con BioBioChile, en agosto de 2019 la menor pasó a estar bajo sus cuidados, ella conocía el historial de vulneración de la niña y sabía que no sería fácil. La profesional agregó que “un niño que ha sufrido vulneraciones es muy diferente a uno que no lo ha hecho. Hay recuerdos, vivencias, momentos que recuerdan sus traumas y hay que aprender cómo ayudarlos para enfrentar eso. Los niños vienen con heridas súper profundas”.

La menor no podía volver con sus padres, ya que su mamá no era apta para su cuidado al tener problemas de consumo de alcohol, mientras que el padre contaba con una acusación de abuso que hasta el día de hoy no ha sido confirmada ni descartada, y sigue archivada.

Durante el periodo de un año completo desde 2018 a 2019, la pequeña se mantuvo con terapias y trabajando aquellas carencias emocionales y sociales que la afectaban. En palabras de Erika, gracias a la ayuda de su grupo de apoyo fue progresando muy bien en sus comportamientos, liberando de a poco los traumas que la aquejan.

Punto de quiebre

En octubre de 2019 se realizó una audiencia de revisión de medidas, en la cual se dictaminó que el padre de la menor tendría derecho a visitarla. “En esa audiencia se dictaminaron visitas con el papá todo el día, yo no me oponía a que la viera porque sé que es su papá, pero quien me aseguraba que iba a estar bien, que esto no iba a ser peor para ella, durante un año no estuvo en contacto con el padre y logró avanzar muchísimo, entonces quien me aseguraba que ahora no va a retroceder”, enfatizó Erika.

Posterior a esto, Allendes aseguró que estuvo casi un año enviando los links de conexión por zoom para que hablara con la niña, según sus declaraciones lo hacía por ella intentando ayudarla a que tuviera contacto con su padre pensando que le haría bien.

“Pero la verdad fue peor, él la dejaba plantada o llegaba tarde, y finalmente no sanamos la herida, sino que la ahondamos más” reflexionó en la entrevista.

Según su relato al ver demostrado poco interés de parte del padre, junto al programa FAE (Familia de Acogida Especializada) en San Fernando, dejaron en claro que lo debían esperar sólo por 5 minutos y no se conectaba, utilizaron diferentes métodos como enviar el link de conexión al hombre, pero sin avisarle a la menor para no generar expectativas en ella, aún así, no se conectaba. “Luego en otra audiencia se dictaminó que él debía llamar y no llamó en un mes y medio”, detalló Allendes.

Erika aseguró que con eso se le ocasionó más daño a la niña, porque se expone a decepciones constantes de parte de su papá que no se conectaba nunca a hablar con ella. “Muchas veces tuve que enfrentar la frase ceda por la niña. Una vez una jueza me dijo que no entorpeciera el proceso, porque estaban viendo la posibilidad de que su papá recuperara los cuidados de ella”, comentó la mujer.

Allendes relató que los padres biológicos no se acercan a la menor para preguntar cómo está o cómo le va en el colegio. “En una ocasión la mamá me contactó para ver si le podía facilitar los certificados de alumna regular para cobrar los bonos. Si en tres años no llamas a tu hija y luego llamas sólo para cobrar bonos, entonces es como lucrar con tus hijos”, argumentó con fuerza.

En términos de salud contó que, al tenerla en cuidados provisorios, todavía no la puede incorporar en su sistema de salud. Entonces cada vez que debe ir a médico, si no es por sistema público tiene que pagar todo de forma particular, “lo que obviamente hago porque es necesario, pero hay tramites que los cuidadores no podemos hacer por términos legales y es bueno mencionarlo”.

Durante la entrevista Erika comentó que el FAE siempre sugirió que se siguiera haciendo cargo de los cuidados, pero la última palabra siempre es de los tribunales y el enfoque de ellos siempre es pro familia biológica “esperando que el papá siempre pueda dar más, pero ¿Qué más íbamos a conseguir?”, plantea la interrogante.

BioBioChile intentó comunicarse con el programa FAE de San Fernando para obtener sus impresiones respecto a este relato, sin embargo, su respuesta fue negativa aclarando que “nosotros no hablamos de los niños o niñas que atendemos y sus familias en las redes sociales o en medios de comunicación. Muchas gracias”.

“Entiendo que quieran trabajar las habilidades parentales, pero debería haber un límite de tiempo. No puede ser que un niño esté esperando más de 4 o 5 años a que los papás se les ocurra cambiar o hacer algo por ellos, porque la oportunidad debería ser para los niños” sentenció nuevamente Erika.

Respecto a una visión desde el plano legal, Rocío Escudero, abogada de Erika, fue consultada por la posibilidad de vulnerar los derechos de la niña al intentar devolverla a su familia biológica por parte de las entidades responsables, considerando el historial y todo lo que la menor había pasado anteriormente.

“Si respecto de los hechos que dieron lugar a la medida de protección de separación de la menor de su familia y pérdida de los cuidados personales de sus padres, y no ha quedado demostrado en el proceso que fueron superados, y que la niña haya dado su parecer al respecto (oída de menores), podríamos estar ante una grave negligencia del sistema que podrían dar origen a recursos a favor de la menor” explicó la abogada a nuestro medio.

Respecto a esto mismo, BioBioChile se contactó con Defensoría de la Niñez para tener sus impresiones y entregarnos orientación en esta situación. Sin embargo, hasta el cierre de esta nota no recibimos respuestas de su parte.

Una nueva vida

Erika Allendes aseguró que hoy cuenta con una red de apoyo conformada por su abogada y un psicólogo judicial, que de manera particular atienden a su hija, ayudándoles en la resignificación de los traumas y vivencias que la pequeña ha tenido en su temprana infancia. “Uno crea lazos de amor, en 2019 asumí sus cuidados y he seguido en esta lucha por los últimos tres años”, aseguró.

Además, indicó que su propósito es hacerse cargo permanentemente de la menor, optando por caminos como la adopción o cuidados definitivos.

En este sentido la abogada, Rocío Escudero, entregó su visión legal sobre la posibilidad de adoptar u obtener los cuidados definitivos de la menor, e indicó que en ambas situaciones los procesos son complicados.

Según explicó, obtener los cuidados definitivos significa probar la inhabilidad de los padres para cumplir su rol frente a las necesidades básicas de los hijos. Tanto afectivas como económicas; el Código Civil señala cuáles son las causales de esta inhabilidad, pero luego está el proceso judicial, donde aparecen los programas “reparatorios” que asisten al juez en su rol cautelar y su misión es restablecer a la familia biológica.

A juicio de la profesional esto pasa “sin pensar a veces que no estarán nunca preparados para ello, ya que el proceso de ser padres es de por vida y un par de meses en un programa no restablece una vida de negligencias hacia los hijos que en muchos casos están mejor con sus familias de acogida o parientes que asumen sus cuidados. Para poder optar a una adopción, los requisitos son complicados y es un proceso largo partiendo por la susceptibilidad de adopción. Pero siempre debemos partir de menos a más”, sentenció Escudero.

“Puedo dar fe de lo señalado por doña Erika Allendes. Cada situación que se ha generado tanto fuera como dentro del proceso, y sólo hay una cosa que ha quedado plasmado de manera irrefutable en el proceso: ella es una excelente cuidadora, la menor se identifica como su hija, la llama mamá Erika, ella tiene un lazo con sus abuelos, tíos y primos de una familia que la acogió, la amó y que le dio una segunda oportunidad y le sana día a día los daños causados por la negligencia de sus padres”, complementó la abogada, que da fe de los hechos ocurridos y dijo que todo está respaldado por informes de psicólogos particulares y de los programas en los que han participado como familia, “La estabilidad emocional de la pequeña es gracias al amor y dedicación de Erika y toda su familia”, finalizó.

Al finalizar la conversación y con emoción en su voz, Erika comentó. “Si tú me preguntas cuál es mi sueño hoy, es poder adoptarla, porque siento que es el mejor camino. Con los cuidados definitivos también veo un gran camino porque tendría su tutela hasta los 18 años, que es lo que ahora mi abogada quiere tramitar, pero también depende de tribunales. Si me preguntas que es lo que quiero darle a ella, quiero darle una nueva vida. Porque se la merece”.