Un hombre de iniciales J.P.A., quien se encuentra internado en el Complejo Penitenciario de Punta Arenas desde septiembre del año pasado, fue condenado a siete años de cárcel efectiva por el delito de abuso sexual reiterado contra dos menores de edad.

Durante el juicio, que se llevó a cabo la semana pasada y contó con la presencia de cas 20 testigos, se pudieron acreditar los hechos, que ocurrieron en una toma de Río Seco, donde el condenado convivía con una mujer y su familia.

En fechas indeterminadas de 2009, el sujeto comenzó a realizar tocamientos a la hija de su exconviviente, quien tenía cinco años. Estos hechos se prolongaron hasta el 2013 e incluyeron roces de carácter sexual cometidos por el condenado. Según los antecedentes, los abusos ocurrían dos veces por semana y en circunstancias facilitadas por el agresor para quedar a solas con la niña.

El padrastro también cometió abusos a la otra hija de su expareja, entre el 2008 y el 2011, cuando tenía nueve años. Al igual que el caso anterior, propiciaba oportunidades para quedar a solas con la niña, quien sufrió tocamientos y frotaciones de carácter sexual.

La sala estuvo compuesta por los magistrados Jaime Álvarez Astete, Palmira Muñoz Leiva y Julio Álvarez Toro. Este último fue de la posición de condenar al imputado a nueve años de prisión, “teniendo presente no sólo la reiteración de los hechos, sino la pluralidad de víctimas, las que estaban ligadas por el vínculo parental de hermanas”, se leyó en la sentencia.

Una vez que salga de la cárcel, la autoridad debe vigilarlo durante los 10 años siguientes. Para ello, tendrá que informar a Carabineros su domicilio actual cada tres meses y le tendrá prohibido desempeñar funciones en cualquier actividad que involucre a niños.