Un intrépido equipo de científicos se adentró en los confines del continente para estudiar los efectos del cambio climático y proteger el patrimonio natural de los glaciares.
Inti González, Maria Laura Carrevedo, Charles Salame, Marcelo Arévalo y Jones Munguía del Centro Regional Fundación CEQUA, la Universidad de Rio Grande do Sur y Universidad de Magallanes, fueron quienes emprendieron el viaje científico.
El medio Prensa Antártica señaló en una columna que, apoyados por la Armada de Chile, emprendieron el rumbo a bordo de la embarcación “Punta Arenas”, hasta el Seno Almirantazgo.
Agrega también que en ese lugar se esconde la formación de hielo derivado de agua dulce proveniente de los glaciares en la superficie del agua oceánica, conocido como hielo marino, y la oscilación en el movimiento a la deriva de grandes bloques de hielo de varios desprendimientos diarios de los glaciares.
Según la publicación del medio, gracias a las pericias de los marinos se logró desembarcar en dos costas del Fiordo Cuevas, una frente al Glaciar Nueva Zeanda y en la costa del Fiordo Marinelli.
En este último lugar, dos investigadores armaron un campamento base donde resistieron por dos días las inclemencias climáticas. Realizaron prospecciones en la zona y transitaron por escarpadas laderas nevadas, todo con el fin de colectar datos meteorológicos.
Cual película de exploradores, los otros expedicionarios y marinos decidieron, entre otras actividades, ir al lugar indicado por antiguas coordenadas de un filántropo que dejó varias estaciones meteorológicas en la zona.
Sin embargo, la capa de nieve sepulto estos dispositivos, por lo que aún caminando con nieve a la cintura fue imposible recuperar la estación.
La columna publicada continúa señalando que luego de este viaje, llegaron a latitudes en las que solo algunas aves marinas y focas leopardo se adentran, por lo que siguiendo las instrucciones de la Armada, tuvieron que retornar a la ciudad de Punta Arenas.
Pero no volvieron con las manos vacías, ya que traían consigo elementos estratégicos para defender la preservación de estos lugares.
Estas recolecciones fueron datos científicos que permitirán caracterizar los prístinos ecosistemas de la región, así como las causas y monitoreo del cambio de la salinidad de las aguas interiores de los fiordos, alimentadas con agua dulce cada vez más abundante producto del derretimiento de los glaciares.
Finalmente el texto publicado destaca que, si bien el hombre es responsable del incremento de la temperatura derivada de una mayor emisión del dióxido de carbono a la atmósfera, gracias a los valientes investigadores que llegaron hasta lo más extremo del continente, ahora cuentan con nuevas herramientas para proteger el patrimonio de los glaciares, desconocidas reservas de agua potable del planeta.