Fortalecer la planificación comunal en zonas de riesgo, avanzar en planificación intercomunal e informar a la ciudadanía respecto a los riesgos de vivir a los pies del segundo macizo más peligroso de Chile, son parte de las reflexiones a 10 años de la erupción del Volcán Calbuco, en la región de Los Lagos.
La emergencia se registró un despejado día viernes, cuando la gente salía de sus trabajos y los niños retornaban a sus casas tras terminar la jornada escolar. Otros, en tanto, se aventuraban a pasar el fin de semana cercano a la naturaleza.
El reloj estaba próximo a marcar las 6 de la tarde, cuando residentes y visitantes observaron una fumarola en forma de hongo que cubrió el cielo. El atardecer se acentuó en una nube de cenizas con un rosado intenso: el volcán Calbuco comenzó a erupcionar.
Ese día, tres amigos del sector Alerce de Puerto Montt se habían dispuesto a hacer cumbre al volcán. Camilo, Diego y Emanuel, previo a llegar al refugio del volcán, a 900 metros sobre el nivel del mar, se percatan de la erupción del macizo.
Testimonios de erupción del volcán Calbuco
Camilo Velásquez relató a Radio Bío Bío que al ver esta situación abandonaron los equipos y corrieron hacia el sendero, pero debido a que el glacial sur se derritió, se internaron en el bosque. “Ahí sufrimos una separación (del grupo) porque yo me caí a un río y uno de mis compañeros quedó solo”, recordó.
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Emanuel, el amigo que se separó del grupo, era de Futaleufú y había llegado a vivir al sector de Alerce producto de la erupción volcánica del Chaitén en 2008. Tras haber tomado un rumbo distinto al de sus compañeros producto de la desesperación, pasó una noche en los faldeos del Calbuco, entre matorrales, siendo encontrado al día siguiente por un poblador que llegó a la zona y lo llevó hasta Carabineros.
Tras lo ocurrido, varios rescatistas llegaron al sector de Correntoso, en el Lago Chapo, para apoyar la emergencia. Uno de ellos fue Hernán Ascencio, miembro hace 15 años de Socorro Andino, quien relató que al llegar al lugar lo primero que revisó fue una planta pesquera que había a un costado de la cascada Río Blanco, la que quedó abandonada tras la evacuación de sus trabajadores y posteriormente quedó sepultada en el lahar.
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Esa jornada se evacuó a 9 mil personas y se declaró Alerta Roja en toda la región de Los Lagos, así como también Zona de Catástrofe en las 9 comunas de la provincia de Llanquihue y en Puerto Octay. A ello se sumó la suspensión de clases en 7 comunas y la cancelación de vuelos.
El pánico colectivo marcó la primera jornada de erupción: supermercados llenos, los servicentros colapsaron y las calles atochadas de personas intentando llegar a sus casas. Con el pasar de los días, la situación se fue controlando, considerando que no hubo mayor afectación a los sectores urbanos de Puerto Montt y Puerto Varas, las comunas anexas al volcán.
Limitar edificaciones en zonas de riesgo
Actualmente, el volcán Calbuco se encuentra segundo en el ranking de peligrosidad elaborado por el Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin). La erupción volcánica hizo que los puntos de monitoreo aumentaran de 3 a 12.
El director regional subrogante de Sernageomin, David Quiroz, enfatizó la importancia de mantener informada a la ciudadanía respecto a los riesgos de vivir en un sector volcánico, principalmente si su vivienda está en un lugar donde pueden caer cenizas o un lahar.
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Otro fenómeno que se ha dado en los últimos años es el aumento de las parcelaciones en sectores rurales, como en los faldeos de volcanes. Por ello, los alcaldes de las comunas aledañas al volcán Calbuco hacen énfasis en la necesidad de fortalecer la planificación comunal rural.
El alcalde de Puerto Varas, Tomás Gárate, afirmó que es importante avanzar en una legislación que limite las edificaciones en lugares de riesgo.
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En tanto, su par de Puerto Montt, Rodrigo Wainraihgt, dijo que se debe terminar el plan intercomunal entre la capital regional y la comuna lacustre para establecer zonas de resguardo y también delimitar las construcciones en zonas de peligro.
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Desde Sernageomin y rescatistas señalaron que es importante no olvidar que vivimos en un país sísmico y volcánico; por ende, las catástrofes pueden volver a ocurrir. Por eso es relevante que las comunidades conozcan los riesgos de los lugares donde habitan y también saber las vías de escape en caso de una emergencia.
La responsabilidad de las autoridades implica diseñar mecanismos para informar a la ciudadanía, además de financiar y sostener el monitoreo volcánico a fin de anteponerse a riesgos naturales.