“Obviamente uno siempre quiere saber quien fue el donante que logró mantener con vida a mi hija, es muy importante saber cómo se llama, tratar de contactar a la familia o ver alguna foto de la persona que hizo este acto de amor”, comentó Eliana Ampuero, madre de Beatríz Domínguez Ampuero, niña de 12 años que fue intervenida quirúrgicamente para un trasplante de riñón en el hospital Calvo Mackena en Santiago.
Ese riñón era de Miguel Alejandro Araya, un joven de 19 años oriundo de Temuco, apasionado por las bicicletas y el deporte. A los cinco años aprendió a andar sin ruedas de apoyo y desde entonces no hubo quien pudiera pararlo. Sus familiares lo recuerdan como una persona llena de energía y capaz de empatizar con sus pares.
“Le gustaba salir a recorrer lugares nuevos, él pertenecía a un grupo de ciclistas acá en Temuco y siempre se estaba moviendo”, recuerda su hermano mayor, José Andrés Araya, quienes crecieron juntos en un campo familiar del sector Cholchol en la región de La Araucanía.
La tragedia
Tras pasar las Fiestas Patrias la vida de esta familia cambió drásticamente, ya que debido a las celebraciones y a lo mucho que comieron y bebieron durante estos días, Miguel salió con su bicicleta para “bajar un poco lo comido en el 18”, según lo recordó su madre.
Esto ocurrió el pasado domingo 22 de septiembre cerca de las 14:00 horas, cuando en medio de su trayecto una camioneta efectuó una maniobra de viraje en la avenida Caupolicán sin percatarse que por la misma calle circulaba el ciclista, quien fue impactado y resultó con lesiones de extrema gravedad en su cabeza.
“Yo andaba en Temuco en ese momento y me llaman unos tíos del campo, porque a la casa habían llegado carabineros a avisar del accidente que había tenido”, dijo su hermano José.
En el lugar del accidente, testigos llamaron a personal uniformado y a equipos de emergencia, sin respuesta inmediata. En ese momento la gente que estaba en el lugar vio una ambulancia que venía desde Villarrica, la cual iba vacía. Las personas la hicieron parar y gracias a la alerta de estas el vehículo trasladó a Miguel Araya hasta el hospital regional. “De no ser por esas personas, él hubiera quedado en la calle tirado”, comentó su hermano.
“Nos dirigimos de inmediato al hospital y cuando llegamos allá las enfermeras nos entregaron sus pertenencias en la sala de urgencias. Un médico salió a hablar con nosotros y nos explicó la gravedad de los hechos y que las esperanzas de vida eran casi nulas”, indicó su familia.
El accidente ocurrió durante el domingo. Luego de esto, Miguel pasó cinco días en urgencias dentro del hospital y falleció el viernes 27 alrededor de las 17:00 horas; un día antes de su cumpleaños número 20.
Esperanza de vida para los demás
En Chile existe un muy bajo porcentaje de personas que se vuelven donantes de órganos tras su muerte, porque nunca tomaron esa decisión o porque su familia no respetó ésta tras el deceso de sus seres queridos. Esto afecta a las miles de personas que se encuentran a la espera de un trasplante y que en ocasiones puede cambiar profundamente la vida y salud de estas.
Uno de estos casos es el de Beatríz Domínguez, la niña de 12 años de Chiloé que fue operada el 28 de septiembre y que hoy se encuentra en recuperación tras la intervención médica que se le hizo luego de recibir uno de los riñones de Miguel Alejandro Araya.
“La insuficiencia renal la detectaron a los cuatro años y medio en la etapa uno de este diagnóstico, después de eso la condición fue en aumento hasta llegar a la etapa cinco, la cual es crónica en etapa terminal”, afirma Eliana Ampuero, la madre de la pequeña, momento en que la vida de su hija depende de una máquina de peritoneo que tenían conectada en su casa.
Beatriz ingresó a la lista nacional el 29 de enero para el trasplante de órganos y fueron meses cruciales para ella. Ahora está en recuperación, le han hecho transfusiones de sangre, ecografías que han salido correctas y los exámenes se han estado normalizando, lo que significa que el riñón funciona perfectamente.
Decisiones que se deben respetar
La historia cierra con el testimonio de todas las familias que se vieron involucradas. Por el lado de Miguel, su madre y hermano no tenían conocimiento de su ultima voluntad. “Él dejó manifiesto que quería ser donante, nosotros como familia no teníamos idea de la decisión que había tomado y nos tomó por sorpresa porque nunca nos dijo nada”, afirmó su hermano.
Esto no se supo hasta que Miguel ya había partido. Con la familia llegó personal del hospital y comentaron que él había firmado para donar todo lo que pudiese ayudar a la gente una vez que haya muerto. La familia inmediatamente acordó respetar el deseo de su hermano e hijo y a raíz de esto fueron cinco las personas que tuvieron otra oportunidad de vida.
Además del caso de la familia de Chiloé, su otro riñón también fue donado, el hígado fue derivado a la capital para su utilización inmediata en un paciente y se le dio uso también a sus dos córneas.
