“No quiero que otra madre pase lo que yo pasé, o que otro niño viva lo que vivió mi hijo”, sostiene Stephanie Alfaro, madre de Brian, un niño serenense que a sus 13 años lucha por recuperarse de una grave enfermedad, que lo llevó a someterse a varias intervenciones médicas que podrían dejar secuelas permanentes en su vida.

En entrevista con nuestro medio asociado El Día, los padres de Brian -o “el gigante del casco azul”, como lo han llamado quienes han difundido su historia- aseguran que de haber recibido una atención oportuna en el Hospital de La Serena “la historia sería otra”, por lo que junto a un grupo de abogados preparan una demanda contra el recinto hospitalario.

La lucha del gigante

El último año para la familia Blanco Alfaro ha sido el más difícil que han debido enfrentar. En junio de 2017, el pequeño Brian comenzó con fuertes dolores de cabeza, vómitos y una fiebre alta, por lo que sus padres lo llevaron a distintos recintos de salud, sin obtener una respuesta clara.

Los diagnósticos fueron varios. Con cuadros virales y algunos tipos de influenza, los médicos intentaban explicar lo que le sucedía, hasta que fue internado en el Hospital de La Serena, cuando los días pasaban y la salud del menor no mejoraba.

La hospitalización comenzó el domingo 25 de junio y por la insistencia de sus padres, le realizaron un escáner el día martes. “Nos decían que eran como mil radiografías en una, pero estaba la salud de mi hijo en peligro”, indicó Stephanie Alfaro.

A falta de un neurólogo infantil en La Serena, el diagnóstico del examen lo dio un especialista de Coquimbo. La información fue que tenía un absceso cerebral pequeño, con una sinusitis leve, por lo que fue derivado a la Unidad de Cuidados Intensivos (UTI), con un tratamiento de antibióticos por 14 días para tratar la infección, tras lo cual se le realizaría otro examen.

Sin embargo, su familia no se confió del diagnóstico, veían como empeoraba la salud de Brian y pidieron el traslado a Santiago. “Fue a hablar con nosotros el jefe de Pediatría y nos preguntó por qué queríamos llevarnos al niño, si tenía diagnóstico y tratamiento. Yo le dije que nadie desmerecía su trabajo, pero que necesitábamos otra opinión, lo veíamos mal y para nosotros era grave que tuviera algo en su cabeza”, relató.

Como el padre del menor es funcionario de Gendarmería, con una de las asistentes sociales de la institución gestionaron una ambulancia para su traslado. Pasadas las 14:00 del jueves llegaron hasta el Hospital de Carabineros y luego de cuatro horas, tenían el resultado de nuevos exámenes, que les dieron el diagnóstico con el cual comenzó un proceso doloroso, pero con el que pudieron salvarle la vida al niño.

“A las 18:00 me dicen que mi hijo está grave, en riesgo vital, y que van a hacer lo que esté en sus manos para salvarle la vida”, indica Stephanie. Luego de que el neurocirujano revisara el escáner, gestionaron entrarlo a pabellón para sacar de inmediato la mayor cantidad de infección posible desde su cabeza.

“Era una sinusitis y un absceso grave, lo sacan con ventilador mecánico directo a la UCI, en la mañana le hacen otro escáner, lo ve de nuevo el neurocirujano y decide entrar con él a pabellón al otro día. Le abrieron su cabecita de sien a sien y le retiraron parte del cráneo porque sus huesos estaban infectados, por eso ahora usa un casco”, explica la madre.

Efectos secundarios

Pero no terminó ahí. Desde entonces Brian sigue un estricto tratamiento. Largas hospitalizaciones, constantes operaciones y secuelas derivadas de las intervenciones vinieron acompañadas además de grandes gastos y cambios radicales en la dinámica familiar.

Brian quedó con dos focos de epilepsia asintomática, que si bien no se presenta con convulsiones, como en los casos más comunes, se trata de una de los dos tipos más graves de esta enfermedad y según las proyecciones de los médicos, podría arrastrarlas durante el resto de su vida.

Debido a la remoción de parte de su cráneo, que incluso redundó en pérdida de masa encefálica, debe usar un casco, su icónico casco azul, para proteger su cabeza mientras espera el fin definitivo de la infección, para que luego de eso le puedan instalar unas placas acrílicas, que reemplazarán sus huesos y pueda de esa forma llevar una vida lo más parecida posible a la que tenía antes de que todo comenzara.

Pero no sólo en la salud del menor se ven los efectos secundarios de todo el proceso que esta familia ha debido enfrentar. “La vida nos cambió del cielo a la tierra”, comenta su madre, quien lamenta que por los constantes viajes han tenido que descuidar a su hija de 8 años y que Brian podría perder el año escolar.

Además, los viajes no sólo han cambiado la rutina, también han significado un sinfín de gastos, los cuales, al igual que muchas familias en Chile, han debido costear con bingos, loterías y colectas. Han obtenido apoyo de algunos concejales de La Serena y Stephanie se contactó con el empresario Andrónico Luksic, quien evalúa costear parte de las placas acrílicas que deberá usar el menor.

“Nos vimos tan desesperados que va a llegar el día en que tenga que ponerle las placas a mi hijo y no voy a tener plata, de dónde voy a sacar”, explica angustiada.

Acciones legales

Stephanie Alfaro asegura que su sensación es de “rabia e impotencia”. Incluso médicos de la capital le han sugerido que junto a su esposo pidan el traslado y se vayan a vivir allá. “En salud, Santiago es Chile”, indica esta madre, lamentando que familias que pasan por enfermedades graves deban salir de regiones para tratar a sus hijos, “yo tuve la oportunidad de hacer el traslado de hospital, pero hay gente que no la tiene, y lamentablemente se mueren los niños acá”, agregó.

Para esta madre, la responsabilidad recae en los médicos de La Serena, que a su juicio no habrían dado una atención oportuna a su hijo y que no le habrían “tomado el peso”, a la gravedad de su estado de salud, pese a que, para ellos, era evidente que no mejoraba con los días, lo que pudieron constatar una vez en Santiago.

Incluso asegura que en el Hospital de Carabineros le indicaron que se debió hacer un traslado urgente y en un helicóptero de emergencia, no en una ambulancia, debido a la gravedad del menor. “Si no hubiésemos insistido con el traslado mi hijo se me hubiera muerto, me lo hubieran entregado en un cajón”, dijo.

“Esta semana iremos al hospital a hacer la investigación, nosotros como papás, y mediante eso se va a presentar la demanda por negligencia médica, no podemos permitir que médicos así sigan ejerciendo su profesión con niños, abuelitos, o con uno mismo”, indicó Stephanie Alfaro.

Por ahora la esperanza de esta familia es que el tratamiento haga efecto y Brian pueda recuperar el tiempo perdido. Ya sueña con jugar fútbol y vóleibol nuevamente.

En tanto, sus padres agradecen el apoyo del coronel Espinoza, junto a todos los funcionarios de Gendarmería que han ayudado en el proceso, además de las autoridades e incluso personas que de forma anónima han aportado a su causa.