Un crudo diagnóstico del proyecto de Educación Superior realizó el rector de Inacap, Gonzalo Vargas, quien si bien aseguró compartir los objetivos centrales de la iniciativa de una mayor fiscalización, nuevo sistema de financiamiento y acreditación obligatoria, argumentó que la implementación es impracticable.

A juicio de Vargas, quien también es presidente de Vertebral -organismo que reúne a centros de formación técnica e institutos profesionales acreditados-, debido a la complejidad de su puesta en marcha el proyecto es negativo, agregando que quienes lo idearon nunca pensaron en su implementación.

“Esto da la impresión que fue pensado desde universidades tradicionales para universidades tradicionales. Universidades que están en una sola sede, en una sola ciudad, que a lo mejor no tienen más de 15.000 o 20.000 alumnos, que tradicionalmente seleccionan, que están en el sistema único de admisión. Quien diseñó esto no está pensando en cómo se aplica. Puede tardar no menos de cinco años, suponiendo que se apruebe como está”, afirmó.

El rector cuestionó, en el fondo y la forma, las excesivas atribuciones que tendría la Subsecretaría de Educación Superior para el funcionamiento del sistema al fijar los aranceles, los estándares de acreditación, las vacantes y títulos y grados, indicando que no es conveniente dejar en manos del poder político de turno estas materias.

Para Gonzalo Vargas es necesario que algunos elementos que el sistema requiere con urgencia no esperen a la tramitación y aplicación de todo el proyecto, como es el caso de la acreditación obligatoria para las instituciones.

“Es un proyecto de ley muy sencillo, hoy, con el sistema vigente, que tu puedes establecer un sistema de acreditación obligatorio. Y el que no tenga la acreditación pierde la autonomía, vuelve atrás. Entonces, por hacer un proyecto integral, maximalista, finalmente no avanzamos en cosas que son urgentes

El rector de Inacap también criticó el lenguaje usado por la ministra de Educación, Adriana Delpiano, respecto de las instituciones que no tendrían el carácter de complejas y que deberían pasar a ser institutos profesionales: “Veamos el lenguaje también. La ‘universidad rasca’, la ‘universidad chanta’, la ‘universidad de tiza y pizarrón no va a poder seguir siendo una universidad, va a tener que ser un instituto profesional’. Eso deja ver una visión bastante peyorativa de lo que es un instituto profesional. Un IP es una ‘universidad rasca’ en esa descripción”

Vargas valoró que conceptualmente, al menos, se le dé una mayor relevancia a la educación técnica profesional. Sin embargo, reiteró su critica en cuanto a lo dificultoso que se haría la implementación de estas medidas.