Si el panorama laboral para las mujeres chilenas ya cruzaba un complejo escenario previo al nuevo coronavirus, la llegada de la pandemia creó dificultades extra y desató retrocesos que Chile deberá subsanar una vez que se controle la emergencia sanitaria, actualmente en expansión.

De acuerdo a ONU Mujeres, a nivel internacional, son justamente ellas quienes han experimentado mayores efectos nocivos en su progresión laboral.

¿Cómo? Según la agencia, la contracción económica ha reducido su ocupación y ha aumentado la precarización de sus condiciones de trabajo.

Por su parte, la Cepal ya estimó que la pandemia generó un retroceso de más de 10 años en la participación laboral femenina.

Además, el mismo organismo reportó que una porción de las mujeres que se retiraron de la fuerza laboral todavía no ha retomado la búsqueda de empleo por tener que atender los cuidados en sus hogares.

Sumado a lo anterior, la Cepal indicó que un 56,9% de las mujeres en América Latina y un 54,3% de las del Caribe están empleadas en sectores laborales en los que se prevé un mayor impacto negativo de la covid-19 en el plano de la disponibilidad de puestos de trabajo e ingresos.

¿Qué pasa con las mujeres chilenas?

En el plano local, información del INE establece que desde el primer trimestre móvil con presencia de covid-19 (febrero-abril 2020) la participación laboral femenina ha caído a valores nunca registrados desde el lanzamiento de su Encuesta Nacional de Empleo (ENE).

Ante estos datos, Espacio Público trabajó y lanzó el documento “La otra pandemia: consecuencias en el empleo femenino – diagnóstico y recomendaciones para su reactivación”.

En el texto, el centro de estudios recalcó que antes del inicio de la pandemia las mujeres chilenas ya mostraban bajas tasas de participación laboral.

De acuerdo con lo planteado por Comunidad Mujer en 2017, con datos de la OCDE y Data base SIMS, solo el 55% de las mujeres chilenas entre 15 y 64 años participaban en la fuerza de trabajo, mientras que para los hombres esa misma cifra ascendía a un 78%.

“Como consecuencia, el país reportaba menores tasas de participación laboral femenina que los países de la OCDE (63%) y de los latinoamericanos (56%)”, subrayaron los investigadores.

¿Qué hacer?

Ante este panorama, Espacio Público detalló una serie de recomendaciones para reactivar el empleo femenino: léelas a continuación.

1. Nuevo sistema de cuidados de menores

Se recomendó la creación de un Nuevo Sistema de Cuidados de Menores, el cual se constituya como un apoyo efectivo para todas las mujeres en su permanencia y progresión laboral.

Se propuso la creación de un sistema no discriminatorio según la cantidad de mujeres en una empresa, el tipo de trabajo, que establezca montos mínimos y variables según la condición socioeconómica de la madre e incluya modificaciones al tope etario actual del menor causante del beneficio.

2. Capacitaciones laborales

Espacio Público recomendó la generación de un Plan Nacional de Capacitaciones con certificaciones y programas de estudio en línea con las demandas laborales. Además, apuntaron a la inclusión de planes de empleo (emparejamiento laboral) para las mujeres que obtengan dichas certificaciones.

3. Financiamiento preferencial para mujeres chilenas

Se recomendó un acceso prioritario para las mujeres a los créditos o fondos concursables, destinados a la creación de emprendimientos o en su defecto a la creación de créditos de uso exclusivo por parte de mujeres acompañado de educación financiera.

Además, también se propuso el establecimiento de condiciones crediticias más flexibles para las mujeres y en línea con la realidad nacional: tasas preferenciales, prórrogas en caso de embarazo, montos acordes a lo requerido más acompañamiento profesional y técnico en el proceso junto a la generación y gestión de redes de acompañamiento y de contacto entre emprendedoras.

4. Evaluación de políticas con enfoque de género

Como cuarta recomendación se discutió la creación de una política nacional de evaluación de impacto con perspectiva de género de las iniciativas gubernamentales.

Esta política implicaría la generación de insumos: datos y resultados cualitativos de los efectos de las políticas diferenciadas por sexo (y otras variables socioeconómicas y demográficas relevantes) que permitan realizar evaluaciones periódicas y un seguimiento del impacto por sexo de las políticas realizadas por el Gobierno.

Esto con el fin de evidenciar si las políticas en cuestión están siendo un aporte para avanzar hacia la equidad de género.

5. Mayor participación de mujeres en el mercado de compras públicas

Finalmente, se habló de adicionar una mayor perspectiva de género al sistema de ChileCompra a través de tres medidas.

En primer lugar, mediante el levantamiento de información de la composición de género de los equipos de trabajo – y de otras variables de interés – para la evaluación y generación de políticas públicas en relación al sistema de ChileCompra en general, y en particular para el establecimiento de valores metas de la participación de género en la contratación.

En segundo lugar, se propuso adicionar un criterio relacionado con la cantidad y/o proporción de mujeres que forman parte de los equipos de trabajo en cada licitación como nuevo criterio de identificación y reconocimiento de empresas en el contexto de la iniciativa Sello Empresa Mujer.

Por ello, y en tercer lugar, se recomendó evaluar la asignación de puntaje adicional cuando las empresas estipulen planes de trabajo que incluyan la subcontratación de empresas con una participación significativa de mujeres.

Lee el estudio completo a continuación