El abogado de 67 años, militante de la Democracia Cristiana y exsubsecretario del Interior indica que ya no existe un grupo que niegue lo ocurrido en dictadura, “creo que ya no lo hay, por lo menos públicamente esas voces se silenciaron. Ese negacionismo desapareció” y que al inicio de la transición “había burla, había negación, había de todo y esas voces desaparecieron en el debate público”.

Jorge Correa Sutil fue el secretario del informe Rettig y para él este es la base de la verdad histórica y que “hemos hecho más justicia que ningún otro país del mundo”.

Explica que no entiende porque la Convención está hablando sobre la reserva del informe Valech, “ya tienen suficiente tarea con escribir una Constitución que es su cometido único” y agrega que “estoy seguro que la gran mayoría de las personas que están pidiendo que se dé a conocer la reserva del informe Valech no lo han leído. Tal vez debería haber una política primero de procurar el conocimiento de esas verdades, de ese informe”.

-¿Cuál fue el espíritu detrás de la comisión y cuál era el objetivo?

Habían dos modelos posibles, el primero era justicia, cuestión que en Chile no era simplemente posible. Los tribunales no estaban disponibles para investigar y menos para sancionar los casos de violaciones a los derechos humanos. Por lo tanto esa no era una alternativa y por otro lado habían países, como la transición española, que simplemente habían sepultado este tema dejándolo en el olvido.

El Presidente contra viento y marea, diría yo, en el sentido que sus asesores más cercanos les recomendaban más bien no hacer nada, estimó que había que sacar a la luz la verdad pero no tenía una fórmula muy precisa. Entiendo que el que le propone la fórmula es José Zalaquet. Esa fórmula es la de una comisión de verdad.

Hasta esa fecha la principal comisión de verdad que había existido fue “Nunca más” en Argentina.

-¿El objetivo era llevarla a la justicia posteriormente? ¿Cuál es la diferencia con el informe Valech?

Si se mandó a la justicia pero lo que pasa es que el Rettig tenía casos de resultado de muerte o desaparición de las personas, y sobre todo en el caso de la desaparición, la Rettig fue capaz de formar convicción en los casos de detenidos desaparecidos.

Fue capaz de señalar que habían sido muertos y hechos desaparecer en manos de agentes del Estado. Pero no fue capaz de dar detalles de la suerte corrida por sus cuerpos. Esa verdad quedó inconclusa y siempre se estimó, por parte del Presidente, que era indispensable continuar adelante con esa investigación. Aunque no se hiciera justicia, por lo menos saber el destino de los detenidos desaparecidos.

-¿Cree que el informe Rettig es la base de la verdad histórica sobre lo que pasó en la dictadura?

Lo ha sido.

Se hizo una política de reparación a quienes habían sido reconocidos como víctimas en el informe Rettig y me parece que judicialmente ha tenido también un valor y sobre todo socialmente fue un informe muy respondido, muy contestado, muy polemizado por parte de las FFAA y de los grupos más de derecha pero nunca pudieron negar los casos específicos que ahí se relataban.

Finalmente quedó como la verdad oficial, como la verdad irrebatible. Cifras más, cifras menos, unos 3 o 4 casos que nos equivocamos en una cifra sobre los 2.200.

La verdad quedó establecida como efectivamente eso es lo que había ocurrido y las investigaciones policiales anteriores no han hecho sino confirmar que eso era cierto.

-¿Tiene explicación que todavía exista un sector que no acepte lo ocurrido en dictadura?

Yo creo que ya no lo hay, por lo menos públicamente esas voces se silenciaron. Ese negacionismo desapareció.

Cuando empezó la transición se hablaba de las presuntas víctimas, de unos pocos casos de exceso, el almirante Merino sostenía que no se habían violado los derechos humanos porque los comunistas no eran humanos sino que humanoides.

Había burla, había negación, había de todo y esas voces desaparecieron en el debate público.

-Pero en el mundo político sigue existiendo una forma distinta de hablar sobre la dictadura ¿Qué cree que falta para poder establecer una verdad histórica como se existe en Alemania?

Sí lo hemos logrado, cuando el ministro Rojas cae porque dice que el Museo de la Memoria contiene falsedades. Eso fue claro y no necesitó juicio judicial para llegar a ese punto.

Hemos hecho más justicia que ningún otro país del mundo, incluyendo Alemania. En Chile la justicia ha alcanzado muchos más casos de los que se han alcanzado en otros lugares del mundo.

Me parece que es indudable el éxito final de los esfuerzos por producir verdad como los del informe Rettig y como los de tantos otros que se hicieron.

-La comisión de Derechos Humanos de la Convención propuso eliminar el secreto del informe Valech para construir la verdad histórica ¿Para usted es innecesario si la verdad ya se dio en el informe Rettig?

Nada de lo que yo he dicho tiene relación con mantener el secreto del informe Valech. Lo que yo digo es que se ha alcanzado un grado altísimo de verdad pero no es que sea útil o inútil, eso tiene relación con otra cosa. Tiene relación con que las propias víctimas declararon garantizando las reservas o secretos, y por lo tanto ellos hicieron declaraciones que no es su voluntad que salgan a la luz pública.

Va a haber que buscar esa verdad, sobre la tortura, por otros medios. Nosotros publicamos en la Rettig parte de esa verdad y hay mucha otra que está en la Valech.

-¿Cree que es necesario que se conozca el nombre y apellido de la víctima o con la información que ya es pública es suficiente para establecer una verdad histórica?

Es distinto el Valech del Rettig. En el Rettig estamos hablando de gente que murió y por lo tanto no son personas que quieran reserva sobre las condiciones en las cuales murieron.

Entre más verdad mejor, pero para obtener la verdad de la comisión Valech, se garantizó la reserva. Se logró una verdad que permitió hacer una historia, sin algunos detalles escabrosos, y las víctimas siguen teniendo el poder de llevar ese asunto a la justicia o de llevarlo a los medios de comunicación para que se conozca públicamente lo que declararon en la comisión Valech pero no puede el Estado hacer público aquello que se recibió bajo promesa de secreto.

Son razones distintas, no es que no se quiera que se conozca esa verdad. Yo quisiera que esa verdad se conociera, pero eso depende de las víctimas, no depende del Estado.

-¿Qué cree que hay que hacer para lograr conocer la verdad por completo? ¿El Estado debería instaurar otra comisión para que las víctimas puedan hablar sin reserva?

No me he puesto a pensarlo pero podría haber una forma de aliciente para que la gente se diera a conocer.

Pero, están todos estos reclamos pero ¿Quién ha leído el informe Valech? El informe Valech contiene mucha verdad, hay detalles escabrosos que están omitidos pero tiene mucha verdad.

Estoy seguro que la gran mayoría de las personas que están pidiendo que se dé a conocer la reserva del informe Valech no lo han leído. Tal vez debería haber una política primero de procurar el conocimiento de esas verdades, de ese informe.

-¿Cree que es la Convención la encargada de seguir buscando esta verdad?

No, ya tienen suficiente tarea con escribir una Constitución que es su cometido único. No veo que hacen metidos en el informe Valech, en absoluto.