La Iglesia cerró el proceso en contra de Jorge Laplagne Aguirre, quien ya fue condenado como culpable de abuso sexual a un menor de edad por la justicia canónica.

La determinación se dio luego de que el Vaticano le concedió la dispensa sacerdotal, que pidió Laplagne cuando apeló al proceso.

En buenas cuentas, esto se significa que el acusado pierde su calidad de sacerdote, aunque también queda sin otras medidas por parte de la iglesia.

Su denunciante, Javier Molina, cree que más que salir por la puerta ancha, buscó herramientas disponibles para “salir un poco más limpio”, pero para él sigue siendo un avance.

De todos modos, cuestionó el proceso civil: “Llevamos más de un año en donde no ha habido ni un sólo avance”, fustigó.

Uno de los voceros de la Red de Sobrevivientes de Abusos Eclesiásticos, Eneas Espinoza, también criticó la determinación, pues a su juicio se privilegia el criterio que beneficia a la Iglesia y “a las estructuras de encubrimiento e impunidad que funcionan dentro de la institución”.

“No hay que olvidar que cuando a un sacerdote o un religioso se le quita el estado clerical, primero que nada no fue expulsado de la iglesia, es simplemente que se vuelve un laico y con eso la iglesia se lava las manos”, apuntó.

El doctor en la historia de la Iglesia, Marcial Sánchez, sostuvo que son varios los sacerdotes acusados de abuso sexual los que piden la dispensa. Explicó que ahora en caso de aparecer nuevas denuncias en contra de Laplagne, estas se deben llevar directamente a la justicia civil.

A pesar de darse por cerrado el caso en la justicia canónica, sigue vigente una indagatoria en la Fiscalía, en la que también se acusa encubrimiento por parte del excardenal Francisco Javier Errázuriz y el sacerdote Raúl Hasbún.