Una chaqueta, un rosario, su carnet, su celular y $40 mil que le pasó un vecino, fue lo que guardó Denisse Quezada en su mochila para iniciar sola su recorrido de más de 400 kilómetros desde la región Metropolitana hasta la del Maule. La mujer caminó desde su casa en Providencia hasta la Autopista Central, hizo dedo varias veces para acortar el viaje y siguió a pie de noche en otras oportunidades. Finalmente, tras dos días de trayecto enfrentando una serie de complicaciones en la ruta a raíz del reciente terremoto, logró llegar a su destino.

Así es la historia que vivió Denisse tras el terremoto 8.8 y tsunami que azotó a la zona centro sur del país el 27 de febrero de 2010. El recorrido que hizo tenía solo una misión: poder encontrar a su hijo Mathías -de 8 años en ese entonces-, que estaba junto a sus abuelos maternos en Chovellén -localidad ubicada a más de 30 kilómetros del epicentro- y de quienes no tenía ninguna noticia.

Tras el terremoto, Quezada pasó la madrugada junto a sus vecinos del edificio. En ese instante, solo pensaba que el movimiento había afectado a la región Metropolitana, pero un mensaje enviado por su prima Karina Quezada -de Chillán- la dejó preocupada. En el texto le preguntaba cómo estaba y si había tenido noticias de Mathías y sus papás, con lo que se dio cuenta que el sismo se había percibido en más lugares del país.

Recién a las 7:30 horas se enteró de la magnitud del sismo y pasadas las 13:00 recibió la noticia que más le preocupó: el epicentro había sido en Cobquecura, a pocos kilómetros de donde estaba su hijo y papás. Ante la poca posibilidad de obtener información desde Santiago y que su prima -que iba a viajar hasta el lugar- había dejado de contestarle el celular, Quezada optó por tratar de llegar sola como fuera hasta la zona, ya que su pareja de la época se fue a trabajar.

En conversación con BioBioChile, Quezada recordó y relató lo que vivió durante esa jornada. “Vine a recordar y saber mi reacción hace bien poco (…) Era tanto dolor, veía todo negro”, indicó.

El viaje

“Si yo hubiese sabido que mi hijo estaba vivo, tú crees que yo me iba a arriesgar o iba a estar tan desesperada de partir caminando”, señaló. Sumado a esto, Quezada reconoció que “fue sin pensar, fue como ‘ya esto no da para más’. Tomé mi chaqueta y partí no más”.

De esta manera, la tarde del 27 de febrero Denisse inició su recorrido que incluyó largas caminatas y subirse a autos de personas que le ofrecieron ayuda en el camino. De acuerdo a lo que detalló en Mi27F -el libro que escribió para contar su experiencia- comenzó por Marchant Pereira hasta avenida Providencia y siguió por la Alameda hasta la Autopista Central. En dicho lugar -a la altura de los Tribunales de Justicia- se acercó a una pareja para ver si la podían ayudar.

En esa oportunidad conoció a Marcela Rojas y su marido, quienes la llevaron hasta el sector de Hospital y le regalaron dos botellas de agua para que continuara su viaje. Tras bajarse de ese vehículo, se encontró con el conductor Patricio Cortés, quien le dijo que iba a Pucón pero que la podía acercar hasta el cruce con San Javier en la región del Maule.

Era de noche y Denisse tenía que continuar su trayecto a pie, sin embargo, cuando llevaba cerca de 30 minutos caminando apareció otro automovilista que le ofreció ayuda por un par de kilómetros. Una vez que se bajó, siguió caminando hasta que comenzó a amanecer y cerca de Cauquenes se encontró con un cuarto vehículo al que se subió para llegar hasta el cruce de Chanco.

Ya de día, Quezada comenzó a ver la magnitud de la destrucción que había tenido el terremoto en la región del Maule. Según detalló su libro, el panorama en Cauquenes era “desolador, la mayoría de las casas estaban prácticamente en el suelo”. En esa instancia, según relató, pensó por primera vez que su hijo y padres podrían estar muertos.

Nuevamente abajo del auto, comenzó a caminar por cerros y bosques -las rutas estaban destruidas- en compañía de un hombre que también necesitaba llegar a la zona.

“El camino fue angustioso y agotador hasta Cauquenes. Los caminos de la carretera estaban abiertos, vi dolor y había horas y horas de espera porque no avanzaban los pocos autos que iban hacia el sur. Cuando ingresé hacia el interior ya era como estar en otro mundo, siempre pienso que eran como mundos paralelos, era como la realidad y la otra una pesadilla. No había luz, la gente durmiendo en el suelo, llorando, los muertos tirados en el suelo”, recordó.

Tras andar varios kilómetros, apareció un nuevo vehículo que los acercó al centro de Pelluhue, lugar donde se encontró con funcionarios del retén de Carabineros de la zona.

Terremoto
Pelluhue | Agence France-Presse

“Caminé harto e incluso pienso que en algún momento casi que era un ‘caballo’ (al fijarse solo en lo que había frente a ella). Como que no existía nada, yo iba caminando y si me tropecé tampoco lo recuerdo. Hay muchas cosas que recordé escribiendo”, indicó a diez años transcurridos de su historia.

Tras una larga espera debido a los trabajos que tenían realizar en la zona, el teniente Diego Valenzuela dispuso de un vehículo policial para que Denisse fuera trasladada hasta Curanipe, viaje que también incluyó varias paradas por la ayuda que necesitaban los vecinos de la zona. Estaba al interior de este auto cuando una camioneta los paró para consultarles por información sobre una mujer que venía de Santiago en busca de su hijo.

Al escuchar aquello, Denisse se percató que se trataba de su prima Karina Quezada, quien estaba averiguando si ya había llegado, debido a que sabía que pretendía viajar como fuera a la zona. De esta manera, se enteró que su hijo y papás estaban vivos, por lo que siguió el trayecto hasta que se encontró con su hermana y papá.

Era el 1 de marzo y tras caminar cerca de 170 kilómetros y trasladarse lo demás en vehículo por dos días, Denisse logró reencontrarse con su hijo Mathías.

“Mamá, yo pensé que tú estabas muerta”, fue lo que le dijo su hijo tras el reencuentro. “Él arrancó y pensó que el mundo había desaparecido y él se había salvado”, explicó Quezada.

En ese momento, también señaló que “me volvió el alma, pero mi cuerpo no funcionaba. Me dio ataque de llanto de cuando uno llora con dolor, de ese que te vas ahogar”.

Una vez que se acostó, notó que en su cuerpo tenía heridas, sangre y ampollas, sin embargo, reconoció que “no sentí nada, no sentí dolor, hambre. Pero al momento que llegué mis piernas eran como de lana, ya no funcionaban”.

Cumplidos diez años desde que inició su recorrido para poder ver a su hijo, Quezada mencionó que ha seguido en contacto con parte de quienes la ayudaron en su camino. Por ejemplo, con Marcela Rojas conversa por Facebook de manera frecuente y con el carabinero Diego Valenzuela ha hablado por teléfono y se ha reunido en Curanipe.

Quezada -quien actualmente está radicada en Arica junto a su familia-, además relató que hace algunos meses volvió a la zona junto a su prima Karina Quezada. En dicha instancia, reconoció que “lloré todo el camino y ella me dice:’ Flaca, ¿cómo cresta caminaste todo esto?’ Miraba y yo temblaba de miedo”.

Sin embargo, mencionó que “por un hijo lo volvería a hacer. Si estoy en la misma situación de no saber absolutamente nada, claro que lo volvería a hacer mil veces y sola también. No cambiaría nada”.

Mi27F

A raíz de la historia que vivió, Quezada escribió el libro Mi27F en el que relató su travesía desde Providencia hasta Chovellén. En él, cuenta en primera persona cómo vivió el terremoto en Santiago, cuándo se percató la magnitud que había tenido y menciona a todas las personas que de alguna u otra manera la ayudaron para reencontrarse con su hijo.

De acuerdo a Quezada, a las pocas semanas de ocurrido el terremoto la invitaron al matinal Buenos Días a Todos de TVN, instancia en la que el animador Felipe Camiroaga le dijo que era necesario que su vivencia quedara plasmada en un libro porque su historia podría ayudar para que “el país salga adelante”.

Libro
Facebook

“Me tiraba así como la talla, en realidad yo ni con talla lo pensé”, reconoció Quezada. Posteriormente, fue invitada otras veces más al programa en el que Camiroaga le seguía insistiendo en que escribiera su libro.

“Cuando Felipe falleció y yo ya estaba mejor (…) fueron una o dos semanas que yo ‘vomité’ el libro y después lo empecé a editar”, reconoció.

Sin embargo, la escritura de este libro -que fue lanzado en 2017- no estuvo exenta de problemas. Quezada debió escribir dos veces su contenido, ya que le entraron a robar a su departamento y se llevaron el computador donde mantenía sus escritos sin respaldo.

Fue su actual marido quien le pidió que lo retomara y siguiera escribiendo los capítulos para poder publicar su libro. Tras problemas con una editorial, la Universidad de Tarapacá auspició el escrito que actualmente forma parte de la lectura obligatoria que se pide en algunos colegios particulares.

El libro además cuenta con un prólogo escrito por Tomás Mosciatti, quien también participó en el lanzamiento que se realizó el 25 de julio de 2017 en la Biblioteca del GAM, junto al actor Francisco Melo y la periodista Javiera Olivares.

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Además, trascurridos diez años de este terremoto, Quezada anunció que lanzará dentro de los próximos meses la segunda edición de su libro que contiene nuevos capítulos con contexto político social e ilustraciones.