El sacerdote Tito Rivera, acusado de violar a un hombre en la Catedral de Santiago, se defendió este lunes e insistió con que “existe un número considerable de homosexualidad” en la iglesia chilena.

En una declaración pública en medio del revuelo por la acusación, el sacerdote sostuvo que hay un “montaje” en su contra destinado a conseguir dinero, y dijo que en la Iglesia chilena hay muchos homosexuales, entre los que se cuenta él mismo.

“Al interior de la iglesia existe un número considerable de homosexualidad de la que formo parte, pero esta realidad por sí misma no se relaciona con la crisis moral de la Iglesia” chilena, envuelta en una ola de acusaciones de abusos sexuales, dijo Rivera, alegando que su experiencia en la atención a personas y a cargo de tres parroquias le dan “el respaldo” para hacer esa afirmación.

Por otra parte, acusó sentirse abandonado por su Iglesia, y enfatizó que, más allá de la homosexualidad al interior de la institución religiosa, es urgente detectar qué porcentaje de los ministros de fe son pedófilos, incurriendo en un delito.

“Después de 38 años de sacerdocio constato el abandono, el olvido por parte de quienes creí eran parte de mi familia religiosa, y el descuido de mis superiores”, lamentó.

El vocero de los laicos de Santiago, Roberto Sánchez, señaló que los dichos de Rivera responden a la falta de argumentos, pero advirtió que si es capaz de declarar ante la justicia las prácticas de encubrimiento de la Iglesia, podría dar pie a una investigación mucho más profunda.

“Creo que hoy día él está solo, está dando palos de ciego igual que el clero. Pero si es capaz de decir que las prácticas de la jerarquía eclesiástica cuando a los sacerdotes acusados de abuso se les cambiaba de parroquia o de ciudad, yo creo que esta es la punta del iceberg para ver la realidad de esta iglesia chilena”, señaló.

El abogado querellante de la víctima, Alfredo Morgado, coincidió en que los dichos del sacerdote sobre el mecanismo de encubrimiento por parte de los superiores de la Iglesia, podrían entregar antecedentes relevantes en la indagatoria.

Hans Scott | Agencia UNO
Hans Scott | Agencia UNO

Rivera fue acusado por un hombre de 43 años de haberlo violado en 2015, al interior de la catedral de Santiago, después de supuestamente haber sido drogado.

Según el relato de la víctima, Daniel Rojas, la violación ocurrió cuando acudió a la Catedral en busca de ayuda para comprar un remedio para su hija. Allí fue atendido por Rivera, quien lo habría llevado hasta una pieza en el segundo piso del recinto. Rojas asegura que “perdió fuerza” después de beber un vaso de agua que el sacerdote le hizo tomar.

La semana pasada, el Arzobispado de Santiago informó que envió al Vaticano una solicitud para tramitar “con celeridad” la expulsión del sacerdocio de Tito Rivera, quien ya había sido condenado canónicamente el año pasado a 10 años de alejamiento del sacerdocio por otras denuncias.

Rivera será formalizado el 29 de marzo en el juzgado de Garantía de Rancagua, donde radican las acusaciones contra clérigos acusados de abuso sexual que lleva el fiscal jefe de O’higgins, Emiliano Arias.

La Iglesia chilena enfrenta múltiples denuncias de abusos sexuales de parte de sacerdotes. De acuerdo a la Conferencia Episcopal, al menos 42 sacerdotes y un diácono han sido condenados por la justicia civil o canónica por abusos sexuales a menores.

La Fiscalía, en tanto, investiga 148 casos de abusos sexuales cometidos por miembros de la Iglesia, con un número de víctimas que alcanza las 265.