“Cuando llegamos, nos dijo: ‘un mes, y luego de ese mes, el bote’. Fuimos engañados, cambiaron las condiciones del trabajo, la paga, todo”.

De esta manera, en conversación con CBC, Claudio Godoy lamentó que un aviso de trabajo que aseguraba 8 mil dólares canadienses mensuales de sueldo haya terminado siendo una mentira.

Pero no fue solo, en esta aventura lo siguieron Raimundo Alcázar y Víctor Aburto tras responder a un aviso en Facebook para una oportunidad laboral en Nueva Escocia con Coast Canada Fisch Packers, una empresa para la que el citado medio no encontró registros.

De acuerdo a Alcázar, cuando la reclutadora lo contactó le dijo que no se preocupara, que era “muy seguro”. “Es un trabajo real”, sostuvo.

Pero cuando ya tenían los permisos laborales y los pasajes en mano, una semana antes de su arribo, a fines de junio, la misma mujer los llamó para comunicarles que había habido un problema con el bote y que deberían trabajar un mes en una planta de pescados.

De esta manera debieron firmar un contrato que -sin mencionar el supuesto bote- estipuló que se desempeñarían descargando, clasificando y empaquetando pescados por 14 dólares canadienses por hora (casi 2.700 dólares al mes, sin considerar impuestos), 48 horas a la semana.

Finalmente regresaron a Chile el 9 de septiembre, lamentando que tanto la paga y el trabajo hayan sido una fantasía.

Cedida a CBC | Captura Facebook
Cedida a CBC | Captura Facebook

Vida paupérrima

Su jefe en Amos and Andy Fisheries, Andy Henneberry, pagó por sus tickets de retorno, dinero que lamentó haber gastado.

“Las cosas simplemente no resultaron para ellos ni tampoco para mi. Fue una experiencia para aprender”, dijo al medio.

De acuerdo a su versión, el hombre efectivamente estaba buscando una tripulación para un bote pesquero, pero luego supo que sólo debían ser ciudadanos canadienses o residentes permanentes, por lo que sólo contrató trabajadores para la planta en cuestión.

“Me aseguré que estuviera perfectamente claro a qué venían y se me dijo que ellos sabían y que habían firmado el contrato”, añadió.

De esta manera, Henneberry entregó una casa al lado de la planta para que vivieran los tres chilenos, inmueble cuyos servicios básicos, internet y cable tenían un costo de 80 dólares.

Pero los chilenos acusaron que descubrieron que el agua de la llave era agua de mar, la que dejaron de beber luego que Henneberry les entregara el recurso embotellado para su consumo. No obstante, las duchas seguían siendo con agua salada hasta el día que se fueron.

Henneberry señaló que había vivido en el inmueble por años y que el agua “no es tan salada”. Según aseguró, le dijo a los compatriotas que no bebieran agua de la llave apenas llegaron.

Alcázar, por otro lado, no sólo vivía con 65 dólares por dos semanas, ya que enviaba los otros 900 de su cheque quincenal a Chile, sino que también debió ser operado de la vesícula. Tras su intervención, fue despedido, pero luego recontratado.

“Estaba preocupado porque ¿qué iba a pasar conmigo? Si no trabajo no tengo dinero”, lamentó en conversación con CBC.

Henneberry, por otro lado, recuerda la experiencia de otra forma.

A su juicio, “se rompió el lomo” por los trabajadores, comprando y asegurando un auto, pagando por ropa, equipo para la lluvia, botas y prestándoles dinero.

Además, acusó que los chilenos dejaron Canadá con el celular de otro de sus empleados y con una cuantiosa deuda de tarjetas de crédito.

“Si se aprovecharon de alguien, ese fui yo. Hicimos todo lo que pudimos por ellos”, lanzó Henneberry.

Investigación

Según consignó CBC, los afectados indicaron que Service Canada, la agencia federal que inspecciona el programa temporal de trabajadores extranjeros, les ha asegurado que investigan su caso y que uno de sus inspectores visitó la casa el día que repararon un embarcadero y construyeron una pequeña bodega, lo que corresponde a una violación a su contrato.

Un vocero de la misma entidad dijo al medio que no podía confirmar ni negar alguna investigación al respecto ya que que la empresa no tiene registros de haber incumplido el programa.

Por otro lado, un vocero de la División de Estándares Laborales tampoco quiso confirmar si la unidad ha dado inicio a alguna indagación en la causa.

Por su parte, los afectados, a casi seis meses de haber regresado, siguen sin saber nada concreto.

Historia común

A juicio de abogados expertos en inmigración, consultados por este caso, la historia es común.

“El empleador siente que hizo todo y más para rellenar algún papel y tratar a esta persona de manera decente. Los trabajadores a menudo sienten que no se dieron cuenta de lo altos que son los impuestos o qué eran los descuentos”, dijo Elizabeth Wozniak.

Lee Cohen, en tanto, dijo creer que el mencionado programa necesita varias mejoras, como contratar más fiscalizadores.

Lo anterior, debido a que los empleadores que violen términos del programa pueden ser multados con 100 mil dólares por infracción, hasta un millón de dólares al año. También pueden ser vetados de acceder al mismo.

¿Volver?

Cohen destacó el rol que juegan en estas experiencias los reclutadores, quienes no siempre son legítimos intervinientes.

“Algunos son profesionales y oficiales, otros son charlatanes que cobran más por el servicio que proveen”, disparó.

En línea con lo anterior, Henneberry dijo que todos los afectados son, en su opinión, buenas personas, y que lamenta que hayan ido con falsas expectativas.

Alcázar reveló al medio que pese a que quiere hacer público su trago amargo, no descarta volver a Canadá en otra oportunidad, con su familia.

“Es un muy buen país para vivir, pero yo tuve una muy mala experiencia”, señaló.