En su última versión, Encuesta Cadem analizó el sentir de los chilenos en cuanto a la diferencia de clases sociales, en base a la polémica que suscitó el actuar del gerente de Gasco, Matías Pérez Cruz, con tres veraneantes en el lago Ranco.

En esa línea, la medición le entregó tres nombres a los entrevistados, quienes debieron señalar, a su juicio, a qué condición o nivel económico pertenecían éstos.

Al oír Iván Melinao, un 67% indicó que bajo o medio bajo, a diferencia del 26% que dijo alto o medio alto.

En tanto, Carlos Valenzuela pertenece al primer estrato según el 43% de los consultados, a diferencia del 48% que pensó lo contrario.

Finalmente, Matías Errázuriz es de clase alta de acuerdo al 91% de los entrevistados por Cadem, con sólo un 4% indicando lo contrario.

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Ganar en la vida

La misma tónica se repitió a la hora de hacer preguntas acerca de la vida cotidiana, el trabajo y las rentas. Al parecer, los chilenos asumen que un Errázuriz siempre triunfará por sobre el resto.

En esa línea, un 83% dijo que Errázuriz está más cercano a percibir un mejor sueldo que Valenzuela y Melinao (6% y 4%, respectivamente).

A la hora de ser bien atendido en un banco, el de apellido aristocrático volvió a llevarse el primer lugar, con un 79% de las respuestas.

En la opinión de los entrevistados, Errázuriz, además, es más propenso a ganar un juicio en tribunales (76%), poder pagar una isapre (73%), ser Presidente y tener mejores resultados en una entrevista de trabajo (72%), al igual que obtener mejor puntaje en la PSU (49%).

Al otro lado del espectro, un 36% dijo que Melinao está más cerca de tener problemas con el alcohol, secundado por Valenzuela (30%). Sólo un 18% nombró a Errázuriz.

Pero a la hora de cometer un delito, el panorama es más parejo. Un 29% sindicó a Errázuriz como el autor de un ilícito, seguido de Melinao (27%) y Valenzuela (26%).

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2014 vs 2019

En esta misma versión, Cadem repitió un estudio realizado en 2014 sobre la “cultura de las oportunidades y el mérito”.

En comparación, cuatro preguntas obtuvieron alzas, en base a un porcentaje de probabilidad alto o muy alto que las siguientes situaciones ocurran.

Entre éstas se encuentran la oportunidad que un “joven inteligente pero sin recursos” entre a la universidad, que pasó de un 39% a un 43%; y el que una persona de clase media llegue a tener una muy buena situación económica, que saltó del 33% a un 35%.

El que un emprendedor transforme su empresa en una compañía grande y exitosa aumentó de un 28% a un 31% y el que un “pobre” deje tal condición subió del 18% al 21%.

Las situaciones que registraron una baja, en tanto, fueron el hecho que una mujer obtenga el mismo ingreso que un hombre por el mismo trabajo (de un 30% a un 27%), el que cualquier trabajador adquiera su vivienda en un tiempo razonable (27% a 21%) y el que una persona que no viva en Santiago acceda a los mismos servicios del Estado (19% a 15%).

Esta versión incluyó dos preguntas nuevas. De acuerdo a las respuestas, un 17% de los entrevistados cree que un joven inteligente, pero sin contactos, puede llegar a ser gerente general de una empresa.

En tanto, sólo un 9% dijo que creía que un “pobre” pueda convertirse en Presidente o parlamentario.

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¿Clasismo?

De acuerdo a la psicóloga Daniela Troncoso, lo anterior refleja “el modo en cómo se experimenta la sociedad occidental actual, la cual apunta al éxito e individualismo”.

“La mayoría de las personas se construyen a partir de la imagen y juicios que generan en otros ‘… yo soy aquello que Juanita piensa de mí…"”, dijo a BioBioChile.

Consultada sobre si existe una cierta empatía con quienes pertenecen a una clase social más alta, la profesional indicó que ello podría explicarse por “el deseo de sentirse parte de un grupo social privilegiado, en donde continuamente se validarán las actividades, acciones o cultura propia de este grupo con el fin de, en algún momento, ser también parte de este”.

¿Al mejorar su situación económica, cambian las personas su actitud con quienes los rodean?, le preguntamos.

“(…) Al momento de obtener efectivamente dinero suficiente para dar ‘rienda suelta’ a todos los deseos materiales, la persona ve nuevamente un dilema en su identidad ‘¿quién soy ahora?’, percibiendo la presión por ser validado y aceptado, por tanto buscará replicar y generar aquellos patrones típicos de la subcultura de los ‘privilegiados chilenos’, modificando su forma de vestir, hablar y relacionarse con otros”, dijo.