Tras el planteamiento de Vlado Mirosevic, diputado del Frente Amplio, el presidente de la Comisión de Salud de la Cámara Baja, Juan Luis Castro, anunció que durante mayo “pondrá en tabla” el proyecto de Ley de Eutanasia en la instancia legislativa para su discusión.

Y es que en Chile la sola idea de hablar acerca de despenalizar el procedimiento causa variadas reacciones. Desde la oposición la medida fue catalogada como histórica. Desde el Gobierno, en cambio, la ministra vocera Cecilia Pérez confirmó que tal iniciativa no es del interés del Ejecutivo.

Entre los casos más recordados se encuentran los de Paula Díaz y Valentina Maureira. Ambas jóvenes grabaron videos pidiendo ayuda para acabar con su sufrimiento. Paula incluso le pidió de forma personal a la expresidenta Michelle Bachelet que la ayudara a morir. “Le suplico que me dé la eutanasia”, rogó la afectada.

Es en este contexto que surge la experiencia de Gustavo Quintana, médico colombiano de 71 años quien aseguró haber concretado 366 de estos procedimientos, dos de éstos en Chile.

En conversación con La Tercera, el galeno sostuvo que las muertes asistidas las realizó en Santiago y La Serena, hace un año y medio y un año atrás, de forma secreta y pese a que la normativa nacional no lo permite.

Quintana, además, admitió que su trabajo lo ha llevado a casi toda América Latina, menos a Brasil y las Guyanas, y que simplemente se dedica a ayudar a personas que “no tienen la posibilidad de recuperar su salud”.

Su primera eutanasia, dijo, la hizo en la década de 1980 y que cada vez que administra la sustancia letal no se encuentra con la negativa de familiares.

En esa línea, el médico se comparó con Caronte, quien, en la mitología griega, era el barquero de Hades que, tras la muerte, ayudaba a las almas errantes a cruzar el río Aqueronte. “Soy simplemente el Caronte que ayuda al individuo a terminar con su vida”, detalló.

Pese a que estaba en conocimiento de la ilegalidad del procedimiento en suelo nacional, Quintana señaló que le gustaría que lo enjuiciaran para poder demostrarle a la justicia lo importante que sería permitirla.

“La cantidad de eutanasias que he hecho me da la autoridad moral para decirles al Estado y a los congresistas que he estado más cerca del corazón de esos moribundos”, dijo al medio. Cuando Colombia instauró un marco en la materia, él mismo fue invitado a la sede del Legislativo colombiano para dar su punto de vista.

¿Pero, cómo se realiza un eutanasia?

Quintana lo explicó y precisó que siempre es de forma endovenosa. Él indicó utilizar un anestésico de última generación y un despolarizante cardíaco para detener el corazón por efecto electrolítico.

“No hay una agonía dramática, en seis o diez minutos la persona cumple con su deseo, sin dolor”, añadió.

En pacientes con depresión, no obstante, el panorama cambia. Quintana avisoró que, a futuro, la depresión será considerada como un dolor moral, motivo por el cual cuando personas con este cuadro le piden la eutanasia conversa con ellos, especialmente si son jóvenes.