El chileno Jaime Castillo Petruzzi, encarcelado 23 años por su participación en el grupo armado peruano Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), arribó a Santiago tras haber sido liberado e inmediatamente expulsado de Perú. Fue recibido en el aeropuerto con pancartas del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).

Castillo, de 59 años, reconocido como uno de los cabecillas del MRTA, arribó al aeropuerto de Santiago la noche del viernes. Cabe recordar que fue arrestado en Perú en 1993 y encarcelado por más de dos décadas por el secuestro de 12 empresarios y la muerte de ocho soldados y policías.

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“Imposible describir este momento con palabras. Ha sido realmente un periodo de nuestras vidas, de todos, de prueba, de poner adelante nuestras convicciones”, afirmó Castillo.

El hombre ingresó a la política en la década de los sesenta cuando entró al MIR. Durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), huyó junto a su padre a Francia donde conoció a Víctor Polay, el líder del MRTA en el que militó desde mediados de la década de los ochenta.

Castillo fue recibido en Santiago por una decena de familiares, amigos y simpatizantes del MIR con pancartas, quienes lo felicitaron por su regreso.

“Estamos libres hoy día pero no estamos libres por completos. Somos felices pero no estamos felices por completo. Quedan todavía muchos compañeros políticos en el Perú”, sostuvo Castillo.

Liberación

El guerrillero chileno fue expulsado de Perú bajo un estricto operativo de seguridad que lo trasladó hasta el aeropuerto de Lima, donde abordó un avión comercial que lo trajo a Santiago, tras haber cumplido su condena por terrorismo y bajo la condición de que no retorne a territorio peruano.

“Ya eso es cuento pasado, estamos viviendo en el presente y nos estamos proyectando al futuro”, manifestó Castillo, sin especificar a qué se dedicará en Chile.

El MRTA alcanzó fama internacional en 1996, cuando guerrilleros tomaron por asalto la residencia del embajador de Japón en Lima, donde permanecieron atrincherados más de cuatro meses con 72 rehenes, en lo que constituye hasta ahora el secuestro más prolongado en el continente americano.