“Ustedes me conocieron como el profe Tomás, pero a partir de ahora voy a venir como la profe Quimey“, les dijo a los niños que la miraron asombrados. “Yo soy lo que ustedes vulgarmente conocen como una travesti, eso significa que yo no nací mujer pero elijo ser mujer”, les explicó.

Esta es la historia de Quimey Ramos, profesora de inglés durante todo ese año en una primaria de La Plata, Provincia de Buenos Aires, quien en noviembre del año pasado llegó por primera vez al colegio tras haber cambiado su identidad de género y no volver a ser el profe Tomás.

Llevó su delantal y apenas un poco de maquillaje. Sus alumnos tomaban desayuno y apenas entró, notó las miradas de sorpresa. “¿Qué significa, que sos puto profe?”, le preguntó ese día uno de los alumnos. Así es como se refieren en Argentina a los homosexuales.

“No, no significa eso. Lo que vos decís es un varón al que le gustan los varones. Y yo no soy mujer porque a mí me gusten los varones. Yo soy mujer porque me siento mujer y por suerte es algo que se puede elegir, cada uno puede ser como quiera ser. Esto es algo que me hace muy feliz”, les explicó.

Quimey Ramos | Ramos
Quimey Ramos | Facebook

Ese fue un día lleno de preguntas: “¿tienes novio?”, “¿piensas tener hijos?”. Ella fue contestando a sus dudas sin problemas, mientras continuaba normalmente con sus clases. Además, la miraban mucho, estaban confundidos.

Uno de sus alumnos, a quien ella define como “de los más bravos”, se le acercó y le dijo: “Vos no le tenés que hacer caso a nadie seño, vos tenés que hacer lo que vos tengas ganas, no le hagas caso si alguien te dice alguna gilada (estupidez)”.

Ese día comenzaron a decirle “seño” como se le llama a las profesoras y ya no “profe” como se le dice a los profesores en Argentina. Cuando los padres se enteraron, sólo hubo dos familias que llegaron a la escuela para quejarse, consignó el periódico de La Plata El Día.

Las consecuencias del cambio

El director se reunió con el grupo de apoderados y les dijo: “acá no hacemos nada más que cumplir con la ley (de identidad de género). Si quieren cambiarlos no tengo problema, lo que no les puedo garantizar es que en la otra escuela no haya otra profe como la profe Quimey”. Aunque ella lo supo mucho tiempo después, esa respuesta le hizo mucho bien.

La ley de identidad de género fue sancionada el 9 de mayo de 2012 en Argentina e indica que todas las personas que lo deseen pueden “solicitar la rectificación registral del sexo, y el cambio de nombre de pila e imagen, cuando no coincidan con su identidad de género autopercibida”.

“La obra social no me reconocía ni siquiera para hacerme análisis de sangre para mi terapia de reemplazo hormonal. Eso no respeta la ley porque te ponen trabas. Entonces me hormoné yo sola y fue un riesgo. No por nada el promedio de vida es tan bajo”, contó Quimey.

Según un informe de la Asociación de Lucha por la Identidad Travesti y Transexual (ALITT) la expectativa de vida promedio de una persona trans es de 33 años y las principales causas de muerte son el VIH/sida, la aplicación de silicona industrial (aceite de avión) y los asesinatos.

La seño Quimey fue aceptada por sus alumnos y actualmente continúa trabajando en esa escuela primaria para enseñarle inglés a los niños, quienes ya se acostumbraron a su nueva vida.