Cejas perfectas, facciones definidas, piernas delgadas, 60 centímetros de cintura, más de un metro 80 de altura e ínfimos índices de masa corporal. Eso es lo que debe ser una modelo según la convención social.

Basta con leer este mismo medio hace tan sólo algunos días. En ese momento les contábamos sobre varias modelos de talla grande que lucharon durante harto tiempo por ser parte de las más importantes pasarelas. Lo importante: a pesar de ser rechazadas, obtuvieron una gran popularidad en redes sociales y hoy afirman que “no es necesario ser perfectas”, pues sólo basta con ser.

Esto no está muy lejos de la historia que contaremos a continuación, aunque ocurre a sólo un par de kilómetros Concepción, en nuestro país, Chile.

María Ignacia

Corría el 20 de febrero de 1999 cuando Eliana dio vida a la pequeña María Ignacia Beltrán en una sala de parto del Hospital Guillermo Grantt Benavente, en Concepción. Todo estaba pronosticado para que la niña naciera en Los Ángeles, la ciudad natal de la madre, pero una serie de complicaciones médicas hicieron necesario un traslado intrahospitalario: María Ignacia venía con graves y extraños padecimientos.

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Mielomeningocele, espina bífida, hidrocefalia y vejiga neurogénica, cuatro afecciones que causaron que su cuerpo, desde muy pequeña, no fuera igual al de todos.

De acuerdo a la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés), el mielomeningocele es un tipo de espina bífida en que “la columna vertebral y el conducto raquídeo (por donde pasa la médula espinal) no se cierran antes del nacimiento”.

La hidrocefalia, según la misma institución, “es una acumulación del líquido dentro del cráneo, que lleva a que se presente hinchazón en el cerebro”.

Mientras, la vejiga neurógena, de acuerdo al NIH, “es un problema en el que una persona carece de control vesical (esfínter), debido a una afección cerebral, de la médula espinal o de los nervios”.

Por todo lo anterior es que María Ignacia, hasta hoy, sufre de malformaciones en su columna, daños en su cerebro e incluso problemas personales que tienen que ver con las necesidades humanas.
Tras el nacimiento se devolvieron a Los Ángeles, en una cómoda casa de la ciudad. Ahí creció acompañada de los médicos y de todos los fármacos que le recetaban en cada ida al hospital. Su paso por pabellones se tornó parte de su cotidianidad.

“Asisto desde mis primeros meses de vida a la Teletón de San Pedro de La Paz. Ellos me han visto crecer y han sido un gran apoyo”, dijo una agradecida María Ignacia a BioBioChile. Aún más satisfecha con su vida, sentenció que “mis padres, de manera incondicional, han estado conmigo enfrentando mis luchas y superando los retos a los que la vida nos enfrenta”.

Mi versión de las cosas que he visto de color burdeos y de peludos 2017

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La moda

A pesar de todo, y ya teniendo 18 años, esta mujer se decidió a tener una vida normal. Lo logró, pero algo faltaba. La realidad es que María Ignacia no quería ser normal. Ella buscaba sobresalir.
Así surgió la idea de crear una cuenta en las redes sociales Instagram y Facebook donde, con el lema ‘Moda y Discapacidad’, entrega mensajes y muestra fotografías a los más de 600 seguidores que tiene por el momento.

Y es que esta joven tiene la idea de que la moda sea para todos, sin ninguna distinción. “La discapacidad está en las mentes de algunas personas más que en el aspecto físico”, explicó María Ignacia.

“Creo profundamente que los pensamientos se vuelven actos y que los actos crean realidad, por lo que la mejor forma de comenzar con la inclusión es sintiéndonos bellos”, continuó.

De todas formas, esto no queda ahí, pues sus padecimientos conllevan a más problemas sociales que causan importantes molestias. Uno de ellos tiene que ver con los pañales.

“Los paños son muy grandes y no son muy femeninos”, dijo. “E incluso, yo que tengo 18 y calzo 30, prácticamente no puedo encontrar zapatos”, continuó.

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Y esta mujer tiene toda la razón, y es que incluso, al menos en Concepción es muy difícil (casi imposible) ver a algún maniquí que presente características de una persona discapacitada, por lo que para María Ignacia y las otras miles de personas que viven en esta situación, es imposible saber a primera vista cómo quedará la ropa.

Por todo lo anterior es que esta mujer, a pesar de sus cuatro padecimientos, quiere “integrar a las personas, promover la inclusión de las personas con discapacidad en la moda”.

Tras la creación de su cuenta en Instagram y Facebook, comenzaron a contactarla desde diferentes instituciones y microempresas para asistir a eventos relacionados con lo que ella afirma, es su “bandera de lucha”.

“El objetivo de mi página es poder crear espacios y dejar de ser invisibles para quienes gobiernan, porque nosotros no sólo existimos los días en que se organiza la Teletón”, se quejó.

La sesión de fotos

Hay que ser sinceros: el objetivo principal de esta nota era mostrarles algunas fotografías que evidenciaban el trabajo de María Ignacia. No obstante, tras las imágenes está toda la historia que les contamos en los párrafos anteriores. Algo que debían conocer.

Eran las tres de la tarde de un día despejado cuando María Ignacia junto a una amiga, Constanza Baeza, llegaban a la plaza Costanera de Los Ángeles. Ahí se reunirían con la bloguera Camila Gutiérrez y el fotógrafo Diego Pacheco, para demostrar que “la moda es algo para todos”.

Camila, quien ayudó a gestionar la sesión y publicó las imágenes en su blog Fucsia Fever, aseguró a BioBioChile que “la moda va más allá que una tendencia o algo superficial (…) y parte de eso es aceptar que no sólo existe un prototipo de moda”.

“Cuando María Ignacia me habló, le ofrecí hacer la sesión de fotos para demostrar que se puede ser linda en cualquier circunstancia, mientras uno lo sienta”, continuó.

Y, al menos durante la captación de fotografías, así fue, puesto que una de las chicas le dijo a Camila que “nunca se había sentido tan linda”.

Puedes ver las imágenes de Diego Pacheco a continuación.

Diego Pacheco
Diego Pacheco
Diego Pacheco
Diego Pacheco
Diego Pacheco
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Cifras

De acuerdo al II Estudio Nacional de la Discapacidad de 2016, realizado por el Senadis, en Chile hay 2.606.914 personas con algún tipo de discapacidad. De ellos, 1.082.965 presentan “discapacidad severa”.

Por otro lado, un informe de la misma institución estatal evidenció que 229.904 menores de edad presentan afecciones que no les permiten realizar su vida completamente normal.

De seguro María Ignacia está en esas cifras, aunque ella demuestra que no hay enfermedad que no le permita hacer lo que más le gusta, buscando una vida plena.