Margot Duhalde no dudó en responder al llamado del general francés Charles de Gaulle para ayudar a liberar la Francia ocupada por los nazis, pilotando aviones de combate durante la Segunda Guerra Mundial.

Esta entonces campesina fue la única chilena que atendió este pedido para irse a Europa a cumplir su sueño de pilotar aviones.

“Desde que yo me acuerdo quería volar (…) Según mi madre yo decía avión antes que mamá”, dice a la AFP Duhalde, quien a sus 96 años recuerda como si fuera ayer las peripecias que pasó para enrolarse como voluntaria en las Fuerzas Francesas Libres.

Con apenas 16 años logró convencer a sus padres de que la dejaran irse de su natal Río Bueno, en el sur del país, e instalarse en Santiago para aprender a volar en el Club Aéreo, donde mintió sobre su edad para poder inscribirse.

Margot Duhalde
Margot Duhalde

Pero tras la negativa de los instructores chilenos, encontró en el francés César Copetta -que en 1910 se convirtió en el primer hombre en volar un avión en Chile- un aliado y un padrino para lograr su objetivo.

Tras la ocupación de Francia por los nazis, el general De Gaulle fundó en Inglaterra en 1940 la Francia Libre, un gobierno en el exilio que llamó a los franceses y sus descendientes a defender su patria.

Con 20 años y apenas 50 horas de vuelo en el cuerpo, esta mujer determinada y extrovertida que aparenta tener 20 años menos fue contratada por el Consulado de la Francia Libre en Santiago como sargento piloto, y luego se trasladó a Buenos Aires, donde tomó un barco hasta Inglaterra.

Margot Duhalde
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Barreras

Pero nada fue fácil. Además de las barreras que imponían el idioma, las diferencias culturales y las restricciones inherentes a la guerra, no pudo asumir inmediatamente las labores para las que se había enrolado.

Al principio fue acompañante de enfermos y pasó algunos meses como ayudante de mecánicos.

Después, con ayuda de un piloto francés que había conocido en Chile fue incluida en la Royal Air Force de Inglaterra, en la división Air Transport Auxiliary (ATA), junto a otras 600 mujeres de distintas nacionalidades.

Duhalde, a quien en la nueva tierra apodaron “Chile”, tenía la misión de pilotar distintos aviones de combate entre aeródromos ingleses con el fin de evitar que los bombarderos alemanes los destruyeran.

Estos “ferry pilots” de la ATA recibían entrenamiento teórico sobre los aviones que tenían que manejar apoyándose solo en un manual.

Margot Duhalde
Margot Duhalde

“Yo creo que corríamos peligro todos los días porque volábamos aviones que no conocíamos”, rememora Duhalde en esta entrevista realizada en el hogar de funcionarias retiradas de las Fuerzas Armadas de Chile, donde vive.

“Ella pilotó más de 1.500 aviones británicos y estadounidenses de todo tipo, aviones de combate, bombarderos, aviones de transporte y de entrenamiento”, dice la Revista Histórica de las Fuerzas Armadas francesa en un artículo titulado “Mujeres y pilotos militares en la Fuerza Aérea“.

En la guerra, Duhalde sufrió las inclemencias del clima inglés, tuvo que volar a ciegas sin radares y sortear enormes globos que las fuerzas inglesas colocaron a unos 5.000 pies de altura sobre ciudades e instalaciones militares para evitar que los alemanes las bombardearan.

A su mando tuvo decenas de tipos de aviones de combate, entre ellos el Spitfire, el icónico avión de combate británico, con los que sumó miles de horas de vuelo y una decena de accidentes que casi le cuestan la vida.

“Ahora me da miedo: cuando estoy durmiendo y no me puedo quedar dormida me acuerdo de alguno de los accidentes y me asusto”, confiesa.

Martin Bernetti | AFP
Martin Bernetti | AFP

Ser piloto era una locura

Para volar, Duhalde tuvo que luchar contra los prejuicios, en una época en que ser mujer piloto era prácticamente una quimera y una locura.

Además de mentir sobre su edad para obtener su licencia de piloto, ocultó su astigmatismo para ser aceptada en las fuerzas francesas. En Inglaterra, los hombres desconfiaban de que una mujer pudiese conducir un avión.

“Los hombres dijeron siempre que las mujeres no iban a ser capaces de volar esos aviones y después tuvieron que ‘agachar el moño’ (aceptarlo) no más porque en realidad volamos igual que ellos”, dice.

La primera piloto de guerra chilena recuerda que si bien ella no sufrió directamente por el machismo de sus colegas, sentía la rivalidad por volar que nació entre hombres y mujeres durante la guerra.

“En un tiempo en que el machismo era más potente culturalmente que hoy, una mujer en la aeronáutica y, más encima, en actividades militares, era definitivamente una rareza”, contó a la AFP Eduardo Werner, investigador histórico del Museo Nacional Aeronáutico y del Espacio.

Sus actos heroicos le valieron el reconocimiento de Inglaterra, Francia y Chile. El mayor de estos fue la Legión de Honor que le entregó el gobierno francés.

Además de ser una de las precursoras del pilotaje femenino en Chile, fue la primera controladora aérea y de radares del país, piloto comercial y representante de un fabricante francés de aviones.

Margot, quien tuvo un hijo, voló una aeronave por última vez en 2007.