¿Has notado que casi siempre queremos (y necesitamos) saber de nuestros ex aún cuando esto puede hacernos daño? Todo esto tiene una explicación y no es precisamente que seamos masoquitas.

Según un estudio realizado por Christopher Hsee, investigador de la Universidad de Chicago, todo se debe a la fuerza de la curiosidad que hace que siempre queramos despejar nuestras dudas y hagamos lo posible por enterarnos de todo.

Hsee explica que es un “instinto de supervivencia” tan esencial como alimentarnos o tener sexo, por lo que agotamos prácticamente todos nuestros recursos en llegar a saber más, pese a que lo que encontremos no nos va a gustar.

Chiara Cremaschi | Flickr

En el estudio realizado por Hsee, el investigador puso a prueba la curiosidad de los participantes. Christopher les explicó que habían algunos lápices electrificados, pero a un grupo les reveló cuántos eran y al otro grupo no les entregó ninguna información adicional.

Los participantes se arriesgaron pese a exponerse a una descarga eléctrica, y aquellos que desconocían la cantidad de lápices electrificados fueron los que más bolígrafos presionaron.

¿Cómo se relaciona esto con la curiosidad por saber de nuestra ex pareja?

El experimento quiso demostrar que el ansia por saber o descubrir algo en ocasiones puede ser contraproducente, pero pese a que sabemos el riesgo, de igual modo nos atrevemos. Sin embargo, también se demostró que ante la curiosidad morbosa sí somos capaces de resistirnos ya que en otra parte del estudio pusieron en frente de los participantes fotos desagradables y la mayoría rechazó verlas para “no sufrir”.

Tal como en este último caso, la solución sería pensar en las consecuencias que nos traería el querer saber más y centrarnos en nuestra propia estabilidad emocional.