La deshidratación es uno de los principales problemas que provoca el frío en el rostro. Esta se manifiesta en sensación de resequedad, tirantez, piel poco iluminada y opaca.

“También puede originar consecuencias de largo plazo, como arrugas por deshidratación, que generalmente son transversales en mejillas, contorno de ojos y frente”, advierte Lilian Vásquez, cosmetóloga y esteticista supervisora de los centros de estética Pretty Woman.

El frío provoca que se contraigan los capilares sanguíneos, por lo que en invierno llega menor cantidad de oxígeno y nutrientes a la piel. Esto hace que las células fibroblastos fabriquen menor cantidad de colágeno y ácido hialurónico, retenedores de agua en el rostro.

La falta de oxígeno y nutrientes además enlentece la renovación celular, quedando células muertas depositadas en la epidermis, tapando poros, y dificultando que la piel capte agua del medio ambiente para hidratarla desde afuera.

Aprovechar humedad ambiental

Para evitar esto, la experta entrega algunos consejos sobre cómo hidratar la piel de forma natural.

– Cuando el informe meteorológico pronostique alta humedad ambiental, que supere el 80 por ciento, recomienda exfoliar el rostro y maquillarse lo menos posible, lo que facilitará que la piel capte agua del ambiente.

Usar crema hidratante con protector solar en el día, ya que aporta principios activos para que la piel retenga agua y se proteja del frío, reduciendo la vaso constricción.

Ducharse con agua tibia, no abusar de calefacción ni de aire acondicionado en auto, pues las altas temperaturas provocan evaporación del agua de la piel.

Tomar dos litros de agua diariamente, pues hidratará la piel desde el interior del organismo.

Limpiar el rostro cada mañana y noche, para despejar los poros y facilitar que la piel capte agua del medio ambiente.

Exfoliar el rostro mínimo una y máximo dos veces al mes, para eliminar células muertas, y permitir que la piel capte agua del ambiente exterior.