Más de 113 millones de personas en 53 países se enfrentaron a una grave crisis alimentaria en 2018, debido principalmente a conflictos armados, catástrofes naturales y crisis económicas, según un informe publicado este martes.

Los países más afectados fueron Yemen, República Democrática del Congo y Afganistán, señala la última edición del informe mundial sobre crisis alimentarias elaborado por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Unión Europea (UE) y otras organizaciones internacionales.

Más de la mitad de las 113 millones de personas que sufren hambre en el mundo viven en 33 países africanos, incluyendo Etiopía, Sudán y Nigeria.

Los conflictos armados siguen siendo la principal causa de la inseguridad alimentaria en el mundo. Alrededor de 74 millones de personas, o los dos tercios de la población total que sufre hambre en el planeta, viven en 21 países o territorios afectados por conflictos.

Yemen, golpeada por una guerra civil desde 2015, sigue siendo el país más afectado por el hambre en el mundo. A finales de 2018, la situación alcanzó un punto crítico con más de la mitad (53%) de la población total con necesidad de una ayuda alimentaria urgente, señala este informe anual.

Pese a estas cifras alarmantes, el documento destaca una ligera mejora en el mundo con respecto a 2017 debido a que algunos países altamente expuestos a los choques climáticos sufrieron menos sequías, inundaciones y aumentos de temperatura en 2018.

Agence France-Presse
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Así, en 2017, 124 millones de personas en 51 países sufrían hambre severa, once millones más que en 2018.

Refugiados venezolanos

En América Latina y el Caribe, en 2018 se contabilizaron 4,2 millones de personas que padecen inseguridad alimentaria y que necesitan ayuda urgente (Haití con 2,3 millones), América Central (El Salvador, Guatemala, Honduras y el “Corredor Seco” de Nicaragua con 1,6 millones), y América del Sur (0,4 millones, incluyendo los migrantes venezolanos en Colombia, Ecuador y Perú).

Venezuela, que atraviesa una grave crisis económica y política que ha desencadenado una severa escasez de alimentos y una hiperinflación que ha reducido drásticamente el poder adquisitivo, no figura en este informe debido a que no se dispone de cifras fiables, explicó a la AFP Dominique Burgeon, jefe de situaciones de emergencia de la FAO.

Pero podría ingresar el próximo año tras la obtención de datos recientes, aseguró Burgeon.

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El informe contabiliza, no obstante, a los venezolanos que han buscado refugio en países vecinos como Colombia, Ecuador y Perú, y que no tienen recursos económicos para garantizar su alimentación.

Según el Programa Mundial de Alimentos (PMA), el 30% de los migrantes venezolanos en Colombia (de un total de 1.1 millones) padecen inseguridad alimentaria aguda. En Ecuador son 38% (de un total de 221.000 que han buscado refugio en ese país) y en Perú 14% (sobre un poco más de 500.000).

La FAO expresa también su preocupación sobre la situación en Colombia, que es a la vez un país de tránsito y de destino para los venezolanos que cruzan la frontera, y que además de esto tiene todavía 487.000 personas vulnerables desplazadas por décadas de conflicto armado dentro del país.

Sequía en Centroamérica

También en América Latina se advierte sobre una crisis alimentaria importante en Haití, el país más pobre del continente y golpeado por dos huracanes devastadores en 2017. En total, 2,3 millones de haitianos (32% de la población) están al borde de la hambruna.

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El documento prevé que la crisis alimentaria se intensifique en Haití en 2019 tras una cosecha inferior a la media el año pasado, debido principalmente a sequías.

Entre las otras zonas de la región que levantan preocupación está el Corredor Seco Centroamericano. Esta área, que se extiende desde el noroeste de Costa Rica por el litoral Pacífico hasta Guatemala, es una de las más susceptibles al cambio climático en el mundo.

La frecuencia e intensidad de las sequías e inundaciones ha ido en aumento en los últimos años. “Las perspectivas para 2019 son aún peores que las de 2018, cuando el fenómeno de El Niño provocó condiciones extremadamente secas y una ola de calor prolongada”, señala el informe.