En promedio, cada venezolano perdió más de diez kilos de peso en 2017, por lo que es posible cuantificar los efectos devastadores de la actual crisis de suministros en el país sudamericano. En consecuencia, debería ser indiscutible otorgar facilidades para llevar comida a las personas que obviamente lo necesitan.

Sin embargo, el poder político de tales suministros es mucho mayor que su valor nutricional. Cuando un convoy con 600 toneladas de alimentos y medicinas enviado desde Estados Unidos quiso cruzar la frontera con Colombia, el presidente Nicolás Maduro bloqueó el acceso por la fuerza.

Rusia acusó a Estados Unidos, que apoya al retador de Maduro, Juan Guaidó, de “una politización impropia de la ayuda humanitaria”, solo para que después la propia Rusia prometiera más suministros de ayuda, buscando fortalecer a Maduro y debilitar al autoproclamado presidente interino.

La politización de los suministros de socorro hizo que la difícil situación del pueblo se transformara en una cuestión política, tal como lo advirtió el director del programa de la organización no gubernamental Malteser International, Sid Peruvemba, quien señaló que “la situación en la frontera demuestra una vez más lo importante que es brindar ayuda humanitaria sin consideraciones políticas. Un consenso internacional que se está violando, en detrimento de la gente”.

Schneyder Mendoza / Agencia France-Presse
Schneyder Mendoza / Agencia France-Presse

Ayuda a través de organizaciones no gubernamentales y la ONU

En estos días, la influencia política en Venezuela es extrema, pero no es un caso único. A menudo, el sufrimiento de la gente es usado como forma de presión en los conflictos armados. A veces, sin embargo, los suministros también están vinculados a las condiciones políticas internas del donante, como en 2001, cuando el Gobierno federal alemán ayudó a la población norcoreana hambrienta, aunque con carne de res que nadie en el país quería comprar debido al escándalo de las vacas locas.

Los actores gubernamentales a menudo están expuestos a conflictos de interés, como ocurre en Venezuela. Por ello, no organizan directamente la entrega de ayuda humanitaria, sino que transfieren dinero a organizaciones multilaterales, que se encuentran principalmente bajo el paraguas de la ONU, o bien recurren a organizaciones no gubernamentales (ONG).

“En Siria, el Gobierno ha intentado durante algún tiempo obstruir masivamente el trabajo de las organizaciones de ayuda en las áreas que ya no están bajo su control”, dice Simone Pott, de la organización no gubernamental alemana Welthungerhilfe, que participa actualmente en 13 proyectos en ese país.

En 2017, la ONG invirtió un total de 17,3 millones de euros en Siria. Con esa suma ayudó a 620 mil personas, pero una y otra vez tuvo que sortear obstáculos: no se otorgaron visas a sus empleados y las acreditaciones no estaban garantizadas, cuenta Pott.

Agencia France-Presse
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Pott agrega que en estos casos de crisis se necesita transparencia absoluta para evitar sospechas de apoyo a una de las partes. “En tales áreas en conflicto, es importante que siempre se explique de manera transparente a todas las partes exactamente qué se está haciendo en el sitio, cuántas personas tiene en el terreno y con qué artículos de socorro cuenta para que nadie pueda culparte por apoyar secretamente a ninguna de las partes”. En general, es importante para el trabajo de las organizaciones humanitarias hacer buenos contactos a nivel local.

Sin embargo, según Pott, también hay regiones en las que los equipos de ayuda trabajan de manera encubierta, porque el peligro de ataques o secuestros es demasiado grande. “En Pakistán, por ejemplo, ya no se puede reconocer un automóvil de Welthungerhilfe”.

La guerra de Yemen

La inestabilidad dentro de un país es una barrera importante para hacer llegar la ayuda a quienes lo necesitan. Un buen ejemplo de que esto puede tornarse dramático para la población es el caso de Yemen, donde se libra una guerra por la supremacía en la región.

El Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA) está duplicando su ayuda para socorrer a 12 millones de personas en el país árabe. Sin embargo, en el último año, el PMA se quejó de que parte de los suministros no llegaba a los necesitados, sino que los funcionarios locales los desviaban y los vendían.

En el pasado, las partes en conflicto han bloqueado repetidamente el puerto de Hudeida, donde se recibe alrededor del 70 por ciento de los envíos de ayuda a Yemen. La redistribución de bienes también depende de la misericordia y arbitrariedad de las partes en conflicto. “Siempre hay obstáculos”, dice Pott.

DW
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¿Cómo trabajar con seguridad?

En las últimas décadas, Pott ha observado que las líneas rojas se cruzan con cada vez más frecuencia. “Vemos una ruptura de estándares, por ejemplo, con el bombardeo de hospitales y estaciones hospitalarias en Siria”, dice.

Se aconseja a las organizaciones de ayuda que ejerzan moderación incluso en tales situaciones para no volverse políticamente vulnerables. Welthungerhilfe hace un llamado a la comunidad internacional para que cumpla y haga cumplir las normas de la ONU.

Las reglas de neutralidad del derecho internacional humanitario deben ser respetadas para que los socorristas “tengan la oportunidad de hacer su trabajo profesionalmente”. Esto también influye en que las propias organizaciones puedan determinar dónde se necesita ayuda, en lugar de recibir información de quienes se encuentran en el poder.