Japón anunció este miércoles su retirada de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), tal y como advirtió en septiembre que haría, con el objetivo de “reanudar la caza comercial el próximo julio”, según un portavoz del gobierno.

La decisión podría costarle al país una oleada de críticas internacionales por parte de gobiernos y organizaciones de defensa de los animales.

El archipiélago se une así a Islandia y Noruega, que practican abiertamente la caza con fines comerciales.

Sin embargo, Japón se abstendría de cazar “en aguas de la Antártida o en el hemisferio sur”, precisó el representante del ejecutivo, Yoshihide Suga, en una rueda de prensa. La caza estará “limitada a las aguas territoriales y a la zona económica exclusiva” de Japón.

Japón amenazó con abandonar la CBI el pasado septiembre, cuando la comisión se opuso a su petición de reanudar la caza comercial.

La reunión de esta instancia decidió rechazar el texto presentado por Japón, que pretendía poner en marcha una doble vía dentro de la CBI, una organización con 89 países miembros, para incluir la preservación y la caza comercial de ballenas. Esta última habría sido gestionada por un “comité de la caza de ballenas sostenible”.

La propuesta habría puesto fin además a la moratoria impuesta a esta actividad en 1986, que Japón firmó.

Pero los países defensores de las ballenas, con Australia, la Unión Europea y Estados Unidos a la cabeza, rechazaron el texto nipón, con 41 votos contra 27.

El viceministro japonés de Pesca, Masaaki Taniai, lamentó el resultado de la votación y expresó la posibilidad de abandonar la CBI como última opción.

El gobierno nipón abre así un nuevo frente entre los detractores y los defensores de la caza de cetáceos, que los japoneses, especialmente los más nacionalistas, consideran como una importante tradición nipona multisecular.

Japón nunca dejó totalmente de cazar ballenas, sirviéndose de una falla de la moratoria de 1986 que autoriza la captura de esos animales para la investigación. La carne de ballena termina, sin embargo, en las pescaderías.

Y aunque constituyó una importante fuente de proteínas en la posguerra, en la actualidad la mayoría de los japoneses aseguran que no comen carne de ballena, o que lo hacen muy de vez en cuando.