El fanatismo religioso parece uno de los componentes de esta receta para el suicidio. Una mujer estaba deprimida, ansiosa y tenía y severos dolores lumbares. Su esposo, en cambio, pensaba en sus propios planes. Su fe, no estaba precisamente puesta en la recuperación de su cónyuge.

Graham Robert Morant, ciudadano australiano, era el beneficiario de sus pólizas de seguro. 3 para ser exactos, valoradas en 1.4 millones de dólares. La historia fue difundida por los periódicos ABC y The Washington Post.

Según consta en la acusación fiscal, lanzada por el juez de la causa como balde de agua fría al rostro del imputado, este se aprovechó de los problemas físicos y psicológicos de la mujer para alentarla al suicidio.

El hombre no solo la indujo a quitarse la vida, según los frutos de la investigación, sino que compró los materiales necesarios en una ferretería, para que su esposa Jennifer Morant, de 56 años, lo hiciera al interior de su vehículo, en una escena descubierta en la ciudad australiana de Queensland, 5 años atrás.

Algunos testimonios fueron clave para desenmascarar al hechor. Judy Dent, amiga de la familia, dijo que Jennifer Morant había “aclarado” antes de morir que “su marido quería el dinero del seguro”.

“Usted aprovechó su vulnerabilidad como mujer enferma y deprimida”, le recriminó el juez Peter Davis durante la etapa final del juicio contra el hombre que quería construir un búnker para el momento de “el rapto”, según sus declaraciones.

MSN archivo bunker para "rapto"
MSN archivo bunker para “rapto”

Sin embargo, su situación financiera deplorable, con deudas de tarjetas de crédito y sin un plan de jubilación, levantaron las sospechas de las autoridades, que dieron seguimiento a su nuevo estado financiero, tras la muerte de su atribulada esposa.

“Aconsejó a su esposa que se suicidara porque quería conseguir los $ 1.4 millones”, continuaba achacando el juez Davis.

ABC | The Washington Post
ABC | The Washington Post

La primera condena por alentar al suicidio en Australia

Morant fue declarado culpable y sentenciado a 10 años de prisión, por dos cargos: asesorar sobre suicidios y ayudar a suicidarse.

“Por favor, no me resuciten”, decía la nota con la que la Sra. Morant, pedía respetar su decisión, sin saber que la inducción al suicidio era parte del plan que tenía su esposo, con fines bíblicos.

“No ha mostrado ningún remordimiento por los delitos que ha cometido. Usted no se declaró culpable y no cooperó con la administración de justicia”, le dijo el juez, antes de revelarle su destino en prisión.

Familiares de la mujer se mostraron conmocionados por la sentencia, la cual recibieron de forma agridulce, debido al castigo del hombre que ya no podrá gozar, ni de la fortuna de la fallecida dejó en la millonaria poliza de seguro y ni de su libertad.

The Washington Post
The Washington Post

“No creo que nadie pueda estar feliz de que todo haya tenido que llegar a esto”, declaró la hermana de Jennifer, Lynette Lucas.

Una de sus allegadas e impulsora de un grupo de ayuda en contra de la violencia doméstica, aseguró que Morent fue víctima de este delito, pero que su ansiedad con depresión no le dejaron ver lo que sucedía y tomar acciones concretas sobre esto.

“Es el control de la libertad de alguien y la libertad de elección y es parte integral de la mayoría de las circunstancias de violencia doméstica”, dijo Karyn Walsh, quien conocía la situación de los Morent.