El yihadista maliense juzgado en la Corte Penal Internacional (CPI) por la destrucción de mausoleos catalogados como Patrimonio Mundial de la Humanidad en Tombuctú se declaró culpable y pidió perdón este lunes, haciendo un llamado a los musulmanes del mundo a no imitar sus actos “diabólicos”.

“Su señoría, lamento decir que todo lo que he escuchado hasta ahora es verídico y refleja los acontecimientos“, declaró Ahmad al Faqi al Mahdi, tras la lectura de los cargos.

Es la primera vez que un acusado se declara culpable ante la Corte Penal Internacional de La Haya, tribunal internacional permanente que juzga crímenes de genocidio, de guerra y de lesa humanidad.

Me declaro culpable” de crimen de guerra, agregó el acusado, que pidió perdón al pueblo de Malí por la destrucción de los mausoleos.

Agence France-Presse
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“Pido su perdón y pido que me consideren como un hijo que erró el camino”, aseguró.

Los expertos esperan que el juicio contra Ahmad al Faqi al Mahdi, el primero contra un presunto yihadista y que inaugura también los procesos por el conflicto en Malí, envíe un “mensaje contundente” sobre el pillaje y la destrucción patrimonial en todo el mundo.

“Atacar y destruir sitios y símbolos culturales de comunidades es una agresión a su historia”, afirmó a la AFP la procuradora Fatou Bensouda antes del juicio.

La acusación va a requerir una pena de entre 9 y 11 años de cárcel, afirmó un miembro de la oficina de la fiscalía.

El acusado se comprometió a no apelar si la pena se “mantiene en esa escala”, dijo por su parte Jean-Louis Gilissen, uno de sus abogados.

El juicio debe durar en principio una semana, indicaron los jueces.

Yo me presento ante ustedes lleno de remordimientos y de cargos de conciencia“, declaró.

“Estoy muy arrepentido de mis actos y de todos los perjuicios contra mis hermanos y mi madre patria, Malí, que éstos desencadenaron”, agregó.

Transferido desde Níger a finales de 2015, el acusado compareció con un traje sobrio y una camisa a rayas.

“Este error será el primero y el último”, prometió.

La acusación también llamó a su primer testigo, que explicó el proceso de investigación y la estructura de los grupos locales hasta el fin de la audiencia. Otros dos testigos deberían ser interrogados el martes antes de que la defensa tome la palabra, el miércoles por la tarde o el jueves.

Una página negra

Ahmad al Faqi al Mahdi, un hombre con gafas, nacido hacia 1975, está acusado de ser miembro de Ansar Dine, un grupo yihadista vinculado a Al Qaida en el Magreb Islámico (AQMI).

Ansar Dine controló el norte de Malí durante casi diez meses en 2012, antes de que una intervención internacional impulsada por Francia los expulsara de la mayor parte del territorio.

Como jefe de la brigada islámica de la moral, el acusado habría ordenado y participado en los ataques contra los mausoleos, destruidos a golpe de pico, azada y punzón.

Tombuctú, conocida como la “ciudad de los 333 santos“, venera en sus mausoleos a una serie de personajes que, según los expertos malienses del islam, están considerados como los protectores de la ciudad y a quienes los creyentes acuden para pedir bodas, implorar lluvia o luchar contra enfermedades.

Estos ritos chocan con la visión fundamentalista del islam, cuyos seguidores intentaron erradicarlos antes de destruir los mausoleos, según la acusación.

“Estos edificios eran los más conocidos de Tombuctú y formaban parte de su herencia histórica, de la historia de Malí y del mundo entero”, dijo durante la audiencia la fiscal Fatu Bensuda.

La destrucción “es un crimen que afecta a los valores universales que todos debemos proteger”, agregó.

Lo que pasó en Tombuctú es una página negra en la historia de la ciudad“, afirmó la fiscal.

El acusado pidió el “perdón de toda la gente de Tombuctú”, y agregó que también quería disculparse con los “ancestros” de los mausoleos que destruyó y quiso distanciarse de los yihadistas, calificando sus acciones como “diabólicas”.

“Espero que los años que voy a pasar en prisión sean una forma de purgar a los espíritus diabólicos que me poseyeron”, dijo a la Corte.

Su abogado, Mohamed Auini, explicó que el acusado quiso declararse culpable porque es “un musulmán que cree en la justicia”.

Las destrucciones se convirtieron en “una táctica de guerra para sembrar el miedo y el odio”, había escrito recientemente la directora general de la Unesco, Irina Bokova, en la revista “International Criminal Justice Today”.

El objetivo de estos ataques es “hacer trizas el propio tejido de la sociedad”, añadió Bokova, para quien es “esencial” que estos crímenes no queden impunes.