El juicio del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu por corrupción, soborno y abuso de confianza en tres causas se reanudó este domingo.

Mientras tanto, Israel registra alrededor de 2.000 nuevos casos de coronavirus cada día. Muchos estiman que el primer ministro ha perdido el pulso del público y se ha desconectado de la pandemia.

Mientras se debilita políticamente, las decisiones adoptadas por el gobierno que preside Benjamin Netanyahu chocan contra el establishment burocrático y pocas son implementadas. El dinero que reparte a más de un millón de nuevos desocupados no llega, o no alcanza.

El gobierno israelí ha decidido anular las últimas cuatro directivas impartidas con el objeto de detener los contagios, debido a fuertes presiones de factores económicos sectoriales y a la falta de datos que permitan identificar los núcleos de mayor contagio.

Se trató, por ejemplo, de cerrar la playa y el mar los fin de semana para evitar contagios, pero el porcentaje de los nuevos enfermos de covid-19 allí no supera el 0.6 por ciento.

Además, las calles están que arden. Durante las últimas dos semanas, son los jóvenes quienes salen a manifestar contra la mala conducción nacional frente a la pandemia y la falta de ayuda económica suficiente para evitar la pobreza. Las marchas se hacen violentas frente a la policía que golpea y detiene a decenas.

El domingo 19 de julio se reanudó el juicio contra el primer ministro por los cargos de corrupción, soborno y abuso de confianza. Los jueces decidieron que los testimonios comenzarán a oírse a partir del próximo mes de enero, tres veces por semana, días enteros.

Benjamin Netanyahu deberá asistir a todas las sesiones. Y el público se pregunta cuándo tendrá tiempo libre también para gobernar el país.