El jueves, en un confuso comunicado, la Organización Iraní de Energía Atómica hizo público que “un accidente” había dañado un “hangar en construcción en el sitio de Natanz”, donde se encuentra uno de los principales centros del programa nuclear de la República Islámica. Las sospechas de un sabotaje crecieron cuando se registraron otras cuatro explosiones en el país.

Una explosión en la planta nuclear de Natanz, a 250 kilómetros al sur de Teherán, ha vuelto a encender las alarmas sobre la posibilidad de que el programa nuclear iraní haya sido objeto de un nuevo sabotaje como ya sucedió en el pasado, antes del acuerdo nuclear con las grandes potencias en 2015, cuando se vio afectado por el poderoso virus cibernético Stuxnet que causó graves daños en el sistema. En ese entonces las sospechas se centraron en Israel, que aunque nunca lo reconoció tampoco lo negó. Tal como ha vuelto a suceder en esta ocasión.

El vocero de la Organización Energía Atómica Iraní, Behrouz Kamalvandi, que en un principio intentó bajarle importancia a la explosión, reconoció el domingo 5 de julio que la explosión podría ralentizar en desarrollo del programa nuclear a un mediano plazo. El complejo Mártir-Ahmadi-Rochan en Natanz es uno de los principales centros del programa nuclear iraní, que se encuentra bajo muy alta seguridad.

Era un depósito sin “material” radiactivo, “no había mano de obra en el lugar y no tuvimos bajas”, dijo más tarde a la televisión Kamalvandi. Pero el vocero explicó sobre todo que el edificio dañado fue diseñado para producir eventualmente “centrifugadoras avanzadas”, incluso sugiriendo que el ensamblaje de tales máquinas puede haber comenzado allí antes del “accidente”.

En su último informe sobre la vigilancia de las actividades atómicas iraníes, publicado en junio, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) señala que Irán está utilizando cinco cascadas de centrifugadoras en Natanz que son más modernas que las del IR-1, no sólo para probar estos modelos sino también para producir y almacenar uranio enriquecido, contrariamente al acuerdo de 2015. A contramano de sus compromisos, Irán también ha anunciado que está trabajando para desarrollar centrifugadoras más eficientes, sin ningún límite.

Desde el Consejo de seguridad iraní se ha dicho que ya conocen los detalles de la explosión pero no los publican por el momento por razones de seguridad.

Las sospechas de que esto sea un sabotaje se han hecho mayores porque desde el 26 de junio se han dado al menos cuatro explosiones más en el país, tres en plantas de energía y otra relacionada del programa de misiles, aunque los motivos siguen siendo desconocidos.

Algunas versiones hablan que no están relacionados y que estos últimos tendrían que ver con fallas técnicas.

La pista del sabotaje

Pese a la tesis inicial de un “accidente”, ya en la noche del 2 de julio, la agencia de noticias iraní Irna publicó un editorial lleno de insinuaciones, señalando que “ciertas cuentas de redes sociales del régimen sionista” habían “atribuido inmediatamente el accidente al sabotaje israelí”. El artículo también advirtió a Israel y a los Estados Unidos de cualquier ataque a la “seguridad” e “intereses” de Irán.

Un elemento que preocupa es que una cuenta de Twitter atribuida a un analista israelí publicara un mensaje en árabe la tarde del 1 de julio en el que se afirma que Israel ha atacado una planta de enriquecimiento de uranio en Irán.

La BBC Persa, el servicio en lengua persa de la radiotelevisión pública británica, dijo que había recibido “varias horas antes” de que saliera la primera noticia del “accidente”, una declaración de una organización desconocida, los “guepardos de la patria”, como se autodenomina un grupo de “disidentes dentro del aparato de seguridad iraní” y que alega un “ataque al centro nuclear de Natanz”.

El “accidente” de Natanz ocurrió al final de una semana marcada por dos explosiones en Teherán, una de las cuales fue cerca de un sitio militar. Estos eventos se presentaron oficialmente como accidentes, pero muchos iraníes los ven más bien como el resultado de acciones clandestinas israelíes.

El Ministro de Defensa israelí, Benny Gantz, por su parte, se expresó con ambigüedad: “Irán quiere (la bomba) nuclear, no podemos dejar que llegue allí”, pero “no estamos necesariamente vinculados a todos los acontecimientos que tienen lugar en Irán”, dijo el domingo por la noche.