Los sirios Anwar Raslan y Anwar al Bunni se cruzaron por casualidad en unos grandes almacenes de Berlín hace cinco años. El segundo reconoció al primero. Asegura que fue quien lo encarceló desde 2006 hasta 2011 en una prisión del régimen de Bashar al Asad.

El jueves los dos hombres se verán las caras en un tribunal alemán. Anwar Raslan es uno de los dos presuntos exoficiales de inteligencia sirios acusados de crímenes contra la humanidad, en el primer juicio en el mundo sobre las torturas atribuidas al régimen de Damasco.

La audiencia en el Tribunal de Coblenza (oeste) es un “mensaje importante” para los dirigentes sirios y los verdugos: “Nunca habrá impunidad para usted, ¡así que reflexione!”, afirma el abogado sirio Anwar al Bunni en una entrevista con la AFP en Berlín, donde lleva cinco años y medio como refugiado.

Este sexagenario, un incansable activista de los derechos humanos en su país natal, recaba pruebas y testimonios contra altos cargos sirios para poder juzgarlos.

Jurisdicción universal

Varios países, entre ellos Alemania y Francia, aplican el principio de “jurisdicción universal”, que permite a un Estado juzgar a los autores de crímenes contra la humanidad independientemente de su nacionalidad y de dónde se hayan cometido.

Aunque no puede ejercer su profesión en Berlín, Anwar al Bunni, una figura respetada entre los 700.000 sirios refugiados en Alemania, ha convencido a las víctimas de que declaren.

“No se trata de venganza, sino de conocer la verdad”, explica a la AFP el abogado alemán Patrick Kroker, que representa a seis sirios, partes civiles, a los que está previsto que se sumen dos mujeres.

Estas víctimas, refugiadas en diferentes países europeos, “quieren que el mundo sepa lo que pasó allí”, añade el abogado.

El excoronel Raslan desertó del ejército sirio en 2012 y llegó a Alemania el 26 de julio de 2014.

Se le acusa de arrestar a Anwar al Bunni delante de su domicilio de Damasco en mayo de 2006 y de haberlo encarcelado durante cinco años hasta que fue liberado en 2011 durante la revuelta siria.

Fue en Berlín donde Anwar al Bunni se cruzó con Anwar Raslan. Llegaron a la ciudad con dos meses de diferencia y acabaron alojados en el mismo centro de solicitantes de asilo de Berlín.

“Me sonaba ese hombre, pero no lo reconocí inmediatamente”, recuerda.

Unos meses más tarde se encontró de frente con él en un comercio y entonces se acordó de quién era.

Y cuando comenzó a trabajar con abogados en 2016 para recabar pruebas se enteró de que los investigadores alemanes se interesaban por Anwar Raslan, quien finalmente fue detenido en Berlín en febrero de 2019.

La justicia acusa a Raslan de ser responsable de la muerte de 58 personas y de la tortura de al menos otras 4.000 entre abril de 2011 y septiembre de 2012
en el centro de detención de Al Jatib en Damasco, del que estaba a cargo.

‘Muy brutal’

Todos los que prestarán testimonio “sufrieron malos tratos físicos, a veces muy brutales, y durante un largo período”, asegura Patrick Kroker.

¿Cuál era su delito? “Por ejemplo haber participado en manifestaciones, haber filmado una concentración o juntado medicamentos para personas heridas durante las manifestaciones”.

A pesar de huir a Europa, las víctimas siguen aterrorizadas y a menudo prefieren guardar silencio por temor a represalias contra familiares que se han quedado en Siria o porque temen amenazas de posibles agentes sirios en Europa.

Para Anwar al Bunni, la lucha está lejos de haber terminado. A
segura que al menos mil sirios involucrados en crímenes cometidos por el régimen de Damasco viven tranquilamente en Europa.

Y en la prisión de Al Jatib “se sigue torturando”, asegura.

En Coblenza, las víctimas se expresarán “también” en nombre de aquellos que no pueden estar allí, concluye Patrick Kroker, “ya sea porque todavía están encarcelados, o porque tienen miedo o no han podido llegar a Europa. O porque han muerto, víctimas de torturas”.