El asesinato del general de Irán, Qasem Soleimani, fue el último episodio de una serie de tensiones entre los herederos del imperio Persa y Estados Unidos, que inició en 1953 cuando la CIA cooperó con la MI5 (servicio de inteligencia del Reino Unido) para derrocar al primer ministro iraní, Mohamed Mosaddeq.

El objetivo de esta intervención fue evitar la nacionalización de la industria petrolera, tras la caída del régimen democrático, las potencias occidentales entregaron su apoyo al shah Reza Pahlevi y la restauración de un gobierno monárquico en Irán.

La situación se extendería hasta 1979, cuando la Revolución Islámica obliga al sha a abandonar Irán y llega al poder el líder supremo iraní, el ayatolá Jomeini, instaurando una política hostil a Occidente y principalmente a Estados Unidos.

El punto más álgido se daría en noviembre de 1979, cuando estudiantes iraníes asaltan la embajada de Estados Unidos en Teherán y toman como rehenes a 63 funcionarios. Meses después, Estados Unidos rompe relaciones diplomáticas con Irán y los secuestrados son liberados tras más de un año de cautiverio.

Tras el quiebre de relaciones, Irak de la mano de Saddam Husein invadió el sur de Irán con el respaldo de Occidente. La guerra se terminaría en 1988 y sin ningún cambio en comparación al inicio del conflicto.

La tensión entre Estados Unidos e Irán se ha mantenido desde entonces, teniendo como nuevo peak del conflicto, cuando en 1998 un buque estadounidense derribó -supuestamente por error- un avión comercial iraní, causando la muerte de 290 pasajeros.

ARCHIVO | AFP
ARCHIVO | AFP

Conflicto y acuerdo nuclear

La crisis entre Irán y Estados Unidos tomó un nuevo rumbo en enero de 2006 cuando Irán anunció la reanudación de su enriquecimiento de uranio para su programa nuclear, lo que fue visto por Estados Unidos como un un plan para desarrollar armas atómicas.

Tras años de tensión por el programa nuclear de Irán, el presidente Barack Obama en 2012 impone una serie de medidas económica contra el régimen de Teherán, que desde entonces se ve envuelta en una dura crisis económica, luego de que su PIB creciera de manera constante desde el fin de la guerra con Irak.

La situación obliga al nuevo presidente iraní, Hasan Rohani, a negociar con las principales potencias mundiales, logrando un acuerdo que reduce drásticamente su programa nuclear y limita su capacidad de enriquecimiento de uranio.

Aunque la situación experimentó una mejora para Irán, el triunfo de Donald Trump en 2016 vuelve a recrudecer la relación Teherán-Washington, pues el empresario quiere cancelar el acuerdo, pese a que
la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA) confirma regularmente que Irán cumple con los términos del acuerdo.

Hasta que en mayo de 2018, Trump termina unilateralmente el acuerdo nuclear internacional con Irán y impone nuevamente sanciones a Teherán, a pesar de las vehementes protestas de la Unión Europea. Los países que continúan importando petróleo de Irán son amenazados con drásticas sanciones.

Desde entonces el conflicto aumentó de nivel con Irán aumentando su enriquecimiento de uranio y amenazando con bloquear las rutas de exportación de petróleo en el golfo Pérsico, mientras EEUU nombra a los Guardianes de la Revolución, milicia iraní, como organización terrorista.

Finalmente, la última semana de diciembre, Irán lidera el asedio de la embajada estadounidense en Irak, lo que genera la molestia de Trump, que ordena la ejecución del comandante de la Guardia Revolucionaria iraní y líder de la fuerza de élite Quds, Qasem Soleimani.

El ataque se ejecuta la madrugada del 3 de enero, cerca del aeropuerto de Bagdad.

Aunque Irán amenaza con una “venganza” contra EEUU, sólo realiza un ataque a una base estadounidense en Bagdad, que no causa ninguna baja, todo en medio de una grave crisis económica que se agudiza con las sanciones norteamericanas.