El presidente Donald Trump amenazó este martes con hacer que Teherán pague un “alto precio” después del ataque a la embajada estadounidense en Bagdad por miles de manifestantes proiraníes al grito de “muerte a Estados Unidos”.

“Irán será plenamente responsable de las vidas perdidas o los daños sufridos en cualquiera de nuestras instalaciones”, dijo Trump en Twitter. “¡Pagarán un alto precio! Esto no es una advertencia, es una amenaza”.

El secretario de Defensa, Mark Esper, anunció que unos 750 soldados estadounidenses adicionales se desplegarán “inmediatamente” en Oriente Medio y el secretario de Estado, Mike Pompeo, afirmó que el ataque a la embajada fue obra de “terroristas”.

“El ataque de hoy fue orquestado por terroristas – Abu Mehdi al Muhandis y Qais al Jazali – y alentado por representantes de Irán – Hadi al Ameri y Faleh al Fayyad”, tuiteó Pompeo.

Por su parte, Teherán denunció “la sorprendente audacia” de Washington. Irak, un aliado de los dos países enemigos, fue una vez más el escenario de su enfrentamiento, que puede conducir a una escalada que desemboque en una confrontación militar.

El viernes un ataque con cohetes mató a un contratista estadounidense en Irak. El domingo aviones estadounidenses replicaron bombardeando las bases de las Brigadas de Hezbolá (una facción proiraní en Irak a la que acusan de estar detrás de estos disparos). La represalia se saldó con 25 combatientes muertos y suscitó una gran indignación al más alto nivel del Estado iraquí.

El martes, la procesión fúnebre de estos 25 muertos convergió en la embajada estadounidense en Bagdad, antes de que miles de sus participantes atacaran el edificio con barras de hierro y cócteles Molotov.

El martes por la noche, cientos de simpatizantes de grupos proiraníes en Irak realizaban una sentada en las inmediaciones de la embajada, donde la violencia ha cesado.

Zona verde, puertas abiertas

Desde el martes por la mañana, miles de combatientes y simpatizantes de las Fuerzas de Movilización Popular, una coalición de paramilitares iraquíes dominada por facciones pro-Irán e integrada en las fuerzas de seguridad regulares, entraron en la Zona Verde.

Las fuerzas iraquíes apostadas en las entradas de este barrio ultraprotegido, donde se encuentra la embajada de Estados Unidos y las instituciones del país, no reaccionaron.

Luego entraron en el vestíbulo donde el equipo de seguridad de la embajada suele filtrar a los visitantes, quemaron las instalaciones exteriores, arrancaron las cámaras de vigilancia, arrojaron piedras a las torretas de los guardias y cubrieron las ventanas blindadas con banderas de las Fuerzas de Movilización Popular y del Hezbolá, constató la AFP.

Las fuerzas de seguridad iraquíes intentaron detenerlos, en vano.

Desde el interior de la embajada, las fuerzas estadounidenses dispararon al aire brevemente antes de usar gases lacrimógenos y granadas aturdidoras para dispersar a los manifestantes. Hubo 62 heridos entre las Fuerzas de Movilización Popular.

Washington alzó la voz pidiendo a Bagdad que “proteja la embajada” y advirtiendo que Estados Unidos estaba preparado para “defender a sus ciudadanos”.

El Pentágono envió a marines en refuerzo, que llegaron rápidamente en helicóptero al recinto del complejo.

“Soleimani, mi jefe”

Pero Washington advirtió que “no tenía planes de evacuar” la embajada, cuyo personal no esencial ya fue retirado en mayo. El embajador estadounidense, en viaje privado fuera de Irak, regresa a su puesto.

Dos horas después del comienzo del ataque, el primer ministro iraquí, Adel Abdel Mahdi, pidió a los manifestantes que se retiraran. Su llamado fue escuchado por algunos de ellos que abandonaron la Zona Verde mientras las fuerzas especiales iraquíes se desplegaban cerca de la embajada.

Los principales líderes de las Fuerzas de Movilización Popular estaban presentes en la procesión fúnebre. Esto “dice mucho del fracaso de la política de Estados Unidos y de la naturaleza del Estado iraquí que ayudaron a crear”, dijo Fanar Hadad, un especialista iraquí.

Detrás de ellos, los manifestantes enfurecidos pintaron grafitis en las paredes de la embajada: “No a Estados Unidos”, “Cerrado por orden de las brigadas de resistencia”, se leía. Además de: “Soleimani es mi líder”, en referencia al poderoso general iraní Qasem Soleimani, que preside las negociaciones para formar el futuro gobierno en Irak.

Por la noche, después de varias llamadas de Pompeo y de Trump a los líderes iraquíes, el presidente estadounidense les agradeció su “respuesta rápida”. El inquilino de la Casa Blanca prefirió presionar a Irán, al que acusó desde el principio de haber “orquestado” este “ataque”.

Alusión a Teherán 1979

En Twitter, un alto cargo de las Fuerzas de Movilización Popular hizo un paralelismo entre el ataque a la legación en Bagdad y la toma de rehenes en la embajada de Estados Unidos en Teherán en 1979, lo que sigue siendo un trauma para los estadounidenses.

Irak está sacudido desde el 1 de octubre por una revuelta contra los gobernantes, acusados de corrupción e incompetencia, y contra la influencia de Irán.

El aumento de las tensiones entre Irán y Estados Unidos parece eclipsar este movimiento sin precedentes y los diputados, incapaces de ponerse de acuerdo sobre las reformas solicitadas por los manifestantes, abordan otros cambios.

En los últimos dos días, más de 100 han firmado un llamado para incluir la expulsión de las tropas extranjeras de Irak en la agenda parlamentaria.

Las facciones armadas y políticas proiraníes llaman regularmente a denunciar el acuerdo de cooperación estadounidense-iraquí que enmarca la presencia de 5.200 soldados estadounidenses en Irak.

El martes fue “la primera lección” para “Trump que cometió una gran locura”, advirtieron las brigadas de Hezbolá. “La segunda lección será la ley que echará a las fuerzas de ocupación” en Irak.