Los kurdos del norte de Siria, enfrentados a los vaivenes de su aliado estadounidense, decretaron el miércoles una “movilización general” de tres días, frente a la perspectiva de una ofensiva inminente de Turquía, e instaron a los habitantes de la región a la “resistencia”.

Después de que la Casa Blanca anunciara una retirada de los soldados estadounidenses de Siria, el presidente estadounidense Donald Trump aseguró que no había “abandonado” a los kurdos” y amenazó con destruir “completamente la economía de Turquía” si esta “sobrepasaba los límites”.

En la frontera entre Turquía y Siria, soldados y vehículos blindados turcos fueron desplegados para una operación contra las Unidades de Protección Popular (YPG), la principal milicia kurda de Siria.

“Proclamamos un estado de movilización general durante tres días”, anunció en un comunicado la administración semiautónoma kurda, que controla vastas regiones en el norte y noreste sirio.

Instó al pueblo kurdo “a dirigirse hacia la zona fronteriza” para garantizar “la resistencia” y declaró que consideraría al aliado estadounidense y al conjunto de la comunidad internacional responsables en caso de “catástrofe humanitaria”.

Las autoridades de Damasco anunciaron por su parte que frustrarán cualquier ataque turco contra su territorio “por todos los medios legítimos” y denunciaron igualmente el refuerzo militar en la frontera.

“Defender nuestras casas”

El miércoles, en la localidad siria de Ras al Ain, posible objetivo de Ankara, se instalaron enormes tiendas en la frontera para una manifestación organizada por las autoridades kurdas, constató un corresponsal de la AFP.

Igualmente se apilaron neumáticos, listos para ser quemados en caso de ofensiva y nublar así la visibilidad del atacante.

Los estandartes de las YPG ondeaban en el sector frente a la bandera roja y blanca de Turquía, al otro lado de la frontera.

Aliada de los occidentales en la lucha contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI), la milicia de las YPG es considerada por Ankara como un grupo “terrorista” debido a sus vínculos con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que conduce una guerrilla en Turquía.

“La guerra nos persigue desde hace años y cada día [el presidente turco] Recep Tayyip Erdogan amenaza con atacarnos”, lanza Kawa Salim de 32 años, en el mercado de Ras al Ain. “Vamos a defender nuestras casas y nuestra patria por todos los medios”, añade.

El lunes, tropas estadounidenses abandonaron el sector de Ras al Ain y otras zonas fronterizas donde estaban estacionadas. Washington atenuó los temores al asegurar que se trataba de un despliegue hacia otras regiones.

El jefe de la diplomacia rusa, Sergei Lavrov, aseguró que los kurdos de la región estaban “muy preocupados” tras el anuncio estadounidense de retirada y “temen que ello prenda fuego a la región”. “Hay que evitar esto a cualquier precio”, dijo el miércoles durante un viaje en Kazajistán.

Turquía ya llevó a cabo dos ofensivas en Siria. En una de ellas, a principios de 2018, su ejército y efectivos sirios retomaron el control del enclave kurdo de Afrin (noroeste).