El régimen sirio y su aliado ruso cesaron este viernes las incursiones en zonas de Idlib dominadas por los yihadistas, un día después del anuncio de un alto el fuego en esa región del noreste de Siria golpeada por tres meses de bombardeos casi diarios.

Desde fines de abril, la fuerza aérea siria bombardeaba esa provincia y zonas adyacentes controladas por yihadistas o rebeldes en las provincias de Alepo, Hama y Latakia. Unos 790 civiles han muerto, según el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH).

“Desde que las aviaciones siria y rusa abandonaron el cielo de Idlib poco antes de medianoche reina una calma prudente”, afirmó el director del OSDH, Rami Abdel Rahman, quien también informó de un alto de los combates en tierra.

Sin embargo, según la OSDH, las fuerzas prorégimen lanzaron obuses en el norte de Hama y los rebeldes cohetes contra Latakia, donde la agencia oficial Sana reportó un muerto y tres heridos.

La noche del jueves, el régimen de Bashar al Assad anunció una tregua en esta región condicionándola a la aplicación de un acuerdo de distensión alcanzado en septiembre de 2018 entre Rusia y Turquía para crear una zona desmilitarizada en Idlib, que debe separar los territorios dominados por los yihadistas y los rebeldes de las controladas por el gobierno.

Ese acuerdo no había sido totalmente respetado. Los yihadistas se negaron a retirarse de las localidades que debían formar parte de la zona desmilitarizada.

Rusia, que afirma dirigir sus acciones contra “terroristas” en Idlib, saludó la iniciativa del régimen.

Advertencia de los yihadistas

En una primera reacción, los yihadistas de Hayat Tahrir al Sham (HTS, antigua rama siria de Al Qaida), que controlan gran parte de Idlib, advirtieron que responderán a toda violación de la tregua por parte del enemigo.

“Todo bombardeo o agresión” contra Iblid y sus alrededores “llevará a la ruptura del alto el fuego de nuestra parte”, afirmó HTS en un comunicado.

El anuncio de la tregua coincidió con la 13ª ronda de negociaciones sobre Siria apadrinadas por Turquía -que apoya a los rebeldes- y Rusia e Irán -que respaldan a Asad- en Nursultán, capital de Kazajistán.

El enviado de Siria a Nursultán, Bashar Jaafari, estimó que la tregua es “una prueba de las intenciones de Turquía” y su respeto de los “acuerdos sobre el desarme de los terroristas”.

Con la ayuda de Moscú y Teherán, el régimen sirio reconquistó más del 60% del territorio. Aparte de Idlib, vastas regiones en el este y el noreste están controladas por las fuerzas kurdas apoyadas por Washington.

Para el analista Samuel Ramani, al Assad “no tolerará que Idlib quede fuera de su control”. “No veo que el cese de fuego dure” mucho tiempo, afirma el especialista en el conflicto sirio, de la Universidad de Oxford.

“Se trata de una ardid probablemente instigado por Rusia para reforzar la credibilidad de las conversaciones” en Kazajistán, agregó.

“¿Cuántas treguas?”

La desconfianza reinaba entre la población. “El régimen no es creíble y no le tenemos ninguna confianza porque más de una vez violó las treguas”, asegura Abou Mohamad, un habitante de Ariha, en Idlib.

“¿Cuántas treguas y reuniones se han hecho? Son unos deshonestos. En cada tregua, toman una región y nos engañan”, lamenta Abou Abdo, quien perdió a su esposa y a sus dos hijos en la guerra.

Para el analista Nawar Oliver, del centro Omran basado en Turquía, los grupos que enfrentan al régimen de Assad están entre la espada y la pared.

“Si no aceptan (la tregua), Rusia continuará bombardeando zonas civiles y cometiendo masacres” y si aceptan, “son incapaces de confiar en Rusia”, señaló.

La escalada de la violencia en la región ha dejado desde abril más de 400.000 desplazados, según la ONU.

La guerra en Siria, que estalló en 2011 tras la dura represión gubernamental de unas manifestaciones prodemocracia, se ha cobrado 370.000 vidas y ha dejado millones de refugiados.